El Tren de Aragua estaría amenazando de muerte a miembros de administraciones y consejos de administración de conjuntos residenciales en Kennedy. Así lo denunció en la tarde de miércoles el concejal de Bogotá por el Centro Democrático, Javier Ospina.

Con panfletos pegados en las áreas comunes del Conjunto, los delincuentes amenazaron también con prender fuego a los ascensores y envenenar los tanques de agua que abastecen a los cerca de 2 mil apartamentos con los que cuenta un solo conjunto de los afectados.

Los vecinos aseguran que ciudadanos extranjeros cogieron los apartamentos de “pagadiarios”; más de 15 personas estarían viviendo en espacios de aproximadamente 40 metros cuadrados. Una de las denunciantes que pidió proteger su identidad afirma que, al parecer, integrantes de “Los Satanás” y “El Tren de Aragua” estarían residiendo en el conjunto.

Administradores de los conjuntos aseguran que, debido a los problemas de convivencia e inseguridad, en los últimos 7 meses se han registrado más de 3 mil trasteos.

El concejal Ospina puso en conocimiento de las autoridades la delicada situación y precisó que “no podemos dejar que las bandas delincuenciales se apoderen de los conjuntos residenciales, ni que los apartamentos se conviertan en centros de operaciones de la criminalidad”.

Además, hizo un llamado para que la Policía y la Fiscalía estén articuladas con la comunidad y actúen con celeridad frente a este tipo de amenazas. Precisó también que “los esfuerzos de las autoridades deben estar focalizados especialmente en Kennedy, ya que es la localidad que concentra las mayores incautaciones de droga”.

Lo que faltaba: un grupo de policías puso un CAI de Bogotá al servicio de la tenebrosa banda del Tren de Aragua

“Mi Dios le pague”, le dijo un asesino del Tren de Aragua a un policía del CAI Caldas, en Kennedy, en el sur de Bogotá, cuando lo dejó en libertad tras pagar un soborno de un millón y medio de pesos. Días después, mató a otra persona. La escena corrupta y criminal quedó en un video que conoció SEMANA y que forma parte de un expediente en poder de la Fiscalía: un CAI al servicio de criminales.

Varios policías se convirtieron en secuaces del Tren de Aragua y transformaron el CAI en una especie de centro de operaciones de la peligrosa organización de origen venezolano, la cual se dedica a extorsionar, secuestrar, asesinar y descuartizar personas en el sur de Bogotá. La banda de policías al servicio del crimen fue bautizada como los Sombra.

El CAI de Caldas, en la localidad de Kennedy, se había convertido en una especie de centro de operaciones criminales que actuaba en alianza con el macabro Tren de Aragua. | Foto: GUILLERMO TORRES

Mientras la Fiscalía investigaba para desarticular al Tren de Aragua, descubrieron que los Sombra, uniformados adscritos al CAI Caldas, protegían a los sicarios, cobraban extorsiones, facilitaban la prostitución infantil y permitían el tráfico de drogas en el sector de la 38. Un teniente y cinco suboficiales eran los cabecillas.

SEMANA conoció audios, declaraciones y videos que dejaron al descubierto a los policías corruptos. Tenían roles definidos e incluso tarifas de las extorsiones, venta de información, cuotas por libertades y hasta protección para los asesinos más buscados.El trabajo de un agente infiltrado fue contundente. Vendieron sus principios, convirtieron a los ciudadanos en víctimas y a los delincuentes del Tren de Aragua en una organización con la fuerza pública a su servicio.

Mientras Bogotá pasaba una temporada de terror, con cuerpos desmembrados y metidos en bolsas, los responsables de estos terribles crímenes se paseaban con la protección policial. Cada vez que la Fiscalía se acercaba al Tren de Aragua, los Sombra lo advertían. El enemigo estaba en la fila, era un Caballo de Troya.

El director de fiscalías de Bogotá, José Manuel Martínez, explicó cómo era el acuerdo criminal. | Foto: ESTEBAN VEGA LR

Las extorsiones

Las declaraciones que conoció SEMANA dan vergüenza. Comerciantes, delincuentes y los mismos policías explicaron cuánto costaba caminar, trabajar o delinquir en la 38, en Kennedy, el territorio del Tren de Aragua. “No es que pida, ni que uno quiera darle el cariñito, pero, huevón, llevo tres semanas sin trabajar y él (teniente Flechas) no mira eso. Llevamos tres fines de semana que no trabajamos y ahora esta ley seca, peor”, dice un comerciante que pagaba extorsiones a los policías para que le permitieran mantener abierto su establecimiento en horas no autorizadas.

Se refiere al teniente Víctor Manuel Flechas, capturado en octubre de 2022, quien fijaba los precios de las extorsiones. Le seguía el intendente Óscar Javier Vanegas, según la investigación, responsable de notificar los precios. La tabla de valores variaba conforme la hora del día y la actividad de cada negocio. “Los manes hablaron con mi sargento y les dijo: colabóreles a los chinos, colabórele al cuadrante. Ya les dejó razón, yo hablo es con la costeña, yo le digo: no, a mí mándame 50 o no me mande ni mierda”, señalan los testimonios que obtuvo el agente infiltrado en los que los policías explican cómo pactaron las “vacunas”.

Tren de Aragua

En audios quedó consignado cómo exigían dinero a cambio de permitir el tráfico de estupefacientes, la prostitución infantil y el hurto. Tenían claro que los fines de semana cuadraban su caja menor con las actividades criminales. El lenguaje y el comportamiento de los policías se confunden con los de los bandidos. “El Niche siempre es duro, me dice: no he vendido nada. Yo le dije: no, marica, es o no es. La vez pasada se iban a agarrar y yo de chimba pasé y se calmaron. Le dije, sí pilla. Entonces se cogió la cabeza y me mandó los 50.000. Yo le dije, marica sean serios, lo que es”, dice un policía que ahora es buscado por la Fiscalía. Se fugó y nadie sabe dónde está.

Las extorsiones eran una actividad más de los policías. Los patrullajes estaban orientados a identificar delincuentes de otras organizaciones criminales, a traficantes de estupefacientes y atracadores. Todos debían pagar en este acuerdo criminal.

Los delincuentes huían de la Policía, no por temor a la ley, sino por no terminar como víctimas de extorsiones de los criminales con uniforme. “Es que, marica, ese man (teniente Flechas) solo quiere plata, huevón. Si no hay, y si uno no trabaja, pues de dónde vamos a sacar. Uno no niega que colabora y tal, pero si no hacemos para nosotros, cómo le vamos a dar”, señala un traficante de drogas, quien advierte que delinquir no alcanza para cubrir las extorsiones.