“Esta definitivamente no es una historia que me gustaría contar”, así comenzó diciendo Julián Triana, un edil de la localidad de Fontibón, de Bogotá, que aseguró que había sido víctima de alguna sustancia con la que intentaron drogarlo en un taxi.

Por fortuna, el joven, según su relato, iba con un primo y ambos pudieron salir ilesos del hecho pese a las molestias, por lo que, al parecer, habían inhalado.

“Imagínense que yo estaba con mi primo íbamos para la iglesia de Egipto en la localidad de La Candelaria, estábamos en el Luis Ángel Arango, estábamos muy cerquita, pero estaba lloviendo, entonces cogimos un taxi y el recorrido, no sé, debía durar como 5 minutos”, contó Julián.

Sin embargo, el recorrido se tardó más de lo esperado y luego de avanzar unas cuadras comenzó a sentirse diferente, como mareado y sin fuerzas.

“Íbamos andando, habíamos pasado unas cuadras y de un momento a otro el tipo nos dijo que tenía que tanquear, y se comenzó a desviar, nosotros le dijimos que estábamos de afán que tanqueara después y, de un momento a otro, yo me comencé a sentir mareado y cada vez más débil”, relató el joven.

Los síntomas según contó Julián fueron muy parecidos a los de una persona drogada o muy ebria, “el celular me comenzó a pesar muchísimo, yo le mandé la ubicación en vivo a un amigo mío que estaba en la iglesia Egipto, que era nuestro punto de encuentro, y me comencé a sentir muy mal, realmente como que me daba vueltas todo y las manos las sentía dormidas”, aseguró el edil.

Fue allí cuando la historia cambió de rumbo y se separó de tener un final fatal a una historia de sobrevivencia, pues con valentía asegura Julián que se bajó con su primo de aquel taxi.

“Afortunadamente, este tipo se mete en la sexta y para en un momento en que un semáforo está en rojo, yo abro la puerta, le digo a mi primo vamos, este tipo nos echó algo, me comienzo a sentir muy mal. Logramos salir corrimos por la sexta y entramos a una ferretería donde unas personas que fueron muy buena gente con nosotros... Estuvimos mareados un rato, ahí nos dieron agua, las manos estuvieron dormidas un rato”, siguió contando el edil.

El motivo por el que la historia no terminó mal para Julián y su primo, es que no duraron mucho tiempo en el taxi lo que, al parecer, no permitió que quedaran inconscientes.

“Yo creo, por supuesto, que no todos los taxistas son así, pero sí hay que tener doble de cuidado, cuando en una ciudad como Bogotá decidimos abordar un taxi. A ver en un carro de estos uno es como vulnerable, porque uno se comienza a sentir débil y si se sube alguien más al carro, pues ¿ahí qué? Ni modo. Ahora imagínense también si esto le pasa por ejemplo a alguien mayor o a una mujer que queda débil frente a hombres que quieren hacerle daño”, manifestó Julián.

El episodio fue descrito por el edil como un momento “horrible” y dijo que se animó a hacer el relato con la intención que las demás personas tengan precaución.

“Estamos bien o sea todo está bien, pero tengan cuidado por favor”, concluyó diciendo.