Doce millones y medio de pesos para una empresaria y emprendedora es una pérdida que afecta en demasía su negocio. Para Ángela Gordon, el sueño de convertir su tienda virtual en una real se volvió toda una pesadilla, pues apenas en un mes y dos semanas de apertura el mismo ladrón ha saqueado su negocio en dos oportunidades.
“No llevábamos ni 15 días y tuvimos el primer hurto. El tipo entró por la parte de atrás del local aprovechando las puertas abiertas de un parqueadero contiguo, destruyó ventanas y paredes y se llevó la mercancía”, dice Ángela con desconsuelo.
Tras la primera amargura, la recomendación de la Policía fue poner la denuncia virtual. Ni con el apoyo de cámaras de seguridad el dueño de lo ajeno fue capturado o judicializado.
Lo más indignante para esta comerciante es que en la segunda ocasión que fue robada, el hombre cometió su fechoría con la Policía tan cerca que incluso alcanzó a esconder la prueba del delito.
“Cuando el tipo hace el robo se baja de donde se había encaramado, que fue en una llanta, y ve que pasan los policías del cuadrante en turno; y fue más inteligente porque baja la bolsa, la guarda en una esquina del parqueadero y sale como si nada”, relató a SEMANA.
El bandido camina cojo, se hace pasar por un habitante de calle, lo requisan y como no tiene nada lo dejan ir.
“Yo creo que si un tipo sale de una propiedad privada a las 3 de la mañana debería levantar sospechas o como mínimo llevarlo a un CAI, revisar sus antecedentes o lo que sea”, dice con furia Ángela.
En su relato, la dueña del almacén afirma que uno de los uniformados, al parecer identificado como Wilson Amézquita, se percató del robo porque el local quedó tan destruido que los vidrios estaban rotos, cajas de zapatos dañadas y el desorden evidenciaba una anomalía.
“No hay ni una minuta ni información al cuadrante”, describe con tristeza la mujer.
Lo peor de todo es que el ladrón espera que los policías abandonen al lugar y regresa como Pedro por su casa a recoger la bolsa escondida justo por el lugar donde habían inspeccionado los patrulleros del cuadrante 13.
“Se burlaron de la autoridad. No me dan razón de por qué dejan ir así a un indigente, no dieron una vuelta para ver si lo veían. Ni siquiera cuando yo supe del robo quisieron ser diligentes, me tocó enojarme para que vinieran a tomar el testimonio”, cuenta con la voz entrecortada.
Little Bunny queda ubicado en la carrera 13A # 79-38 y no es el único almacén que ha sido víctima de los maleantes. La inseguridad en Bogotá los ha tocado como pequeños empresarios y la impunidad parece ser el pan de cada día.
“Pido a la Policía que esté más pendiente del comercio. No le ponen mucho cuidado a los pequeños empresarios, pero a las grandes superficies sí. Pongo el denuncio y no pasa absolutamente nada. Preocupa mucho la situación y más, no sentirse seguros ni con la Policía; por el lado de ellos no pasa nada”, confesó Ángela Gordón dejando claro que solo un agente ha estado tratando de ayudar desde el principio.
La Sijín ya se puso al frente del caso, pero no se ha logrado la captura del tipo.
Ser la esposa de un futbolista no significa tener todo en la palma de la mano. Ángela intenta hacer su camino con la lucha del día a día y por eso con esfuerzo abrió su negocio; sin embargo, la inseguridad que tiene azotada a la capital parece, por lo menos en el inicio de su negocio, ganarle el partido por millonaria goleada.