La historia de Cristian Montenegro, el joven bogotano que creó una familia de trapo, sigue dando de qué hablar. Sin embargo, en esta ocasión, su conducta podría tener serias repercusiones.
En redes sociales se conoció un video en el que aparece el joven junto a quien dice ser su esposa, una muñeca de trapo a la que denominó Natalia. Lo curioso es que las imágenes fueron registradas dentro de una ambulancia, al parecer, mientras los paramédicos prestaban atención a la muñeca.
“(...) Tiene desmayos. De todas maneras, por eso los llamé, porque no quiero que se me muera”, dice Montenegro mientras dialoga con el supuesto paramédico que grabó lo sucedido.
En lugar de reprender al sujeto y hacerle entender que el llamado a vehículos y personal de emergencias sin justa causa puede conllevar a una sanción, todo parece indicar que los supuestos paramédicos se prestaron para participar en un hecho que los mismos internautas han concebido como un tipo de broma.
Aunque la familia de trapo de Cristian Montenegro ha sido objeto de burlas y críticas, el joven ha reiterado que los considera precisamente eso: su familia. En consecuencia, alrededor de la historia también ha surgido un debate en temas psicológicos y sociológicos.
A pesar de ello, el hecho de que una ambulancia y los paramédicos hayan llegado hasta el lugar donde los citó Montenegro, y que además le hayan prestado atención a la muñeca, suscitó el rechazo de algunos usuarios en Twitter.
Adicionalmente, se investiga la procedencia de la ambulancia, así como la entidad para la cual trabajarían los paramédicos.
“Tranquila, te vas a recuperar y todos te van a ayudar”, se le escucha decir a Montenegro. Mientras tanto, el paramédico que aparece en el video prepara el tensiómetro para ponerlo en el brazo de la muñeca y tomar sus signos vitales.
Si bien se trata de un caso que para algunos puede rayar en lo ridículo, lo cierto es que Montenegro también tiene defensores y muchos de ellos le han expresado apoyo en redes sociales, donde ha ganado una notable cantidad de seguidores desde que su historia se hizo viral.
Sin embargo, lo sucedido con la ambulancia despertó indignación, pues Bogotá es una ciudad donde constantemente se necesitan servicios de emergencia. Ahora bien, el que haya sido llamada sin justa causa podría acarrearle sanciones a Montenegro. De igual manera, el personal también deberá responder por qué se prestó para seguirle la cuerda al joven y atender a la muñeca de trapo.
¿Quién es realmente el hombre detrás de la familia de trapo?
SEMANA habló con Cristian Montenegro, quien contó detalles íntimos de sus relaciones. Algunos resultan escalofriantes.
Un beso apasionado paró el tráfico y llamó la atención de los transeúntes en Patio Bonito, un tradicional barrio del sur de Bogotá. Cristian Montenegro miró fijamente a quien llama su esposa, Natalia; la sostuvo en sus brazos y justo antes de que sus labios tocaran los de ella, hechos con icopor, dijo: “Es que así soñé a la mujer perfecta”.
Natalia pareciera cobrar vida cada vez que Cristian, de 27 años, gira su rostro. Los ojos, fabricados en plastilina, los talló él mismo y los enmarcó con gafas, que reflejan lo ‘intelectual y capacitada’ que es la mujer que él escogió como compañera de vida. Dice que ella estudió Contaduría.
La observa de arriba abajo, le acaricia su cabello sintético y la aprieta de la cintura. Explica que, aunque es hecha de trapo, encontró en ella lo que nunca una mujer de carne y hueso le brindó, como confianza y amor incondicional. La luce en las redes sociales, sale con ella a bailar, a restaurantes y de viaje por algunos municipios de Cundinamarca, pero no están solos. Tienen dos hijos: Daniel, de 6 años, y Leidy, cercana a cumplir los 4. También están hechos de trapo.
Mientras pasea con ellos en el parque y los toma de las pequeñas manos de porcelanicrón, Cristian cuenta que los niños no son fruto de su relación con Natalia. Ellos nacieron por el gran amor que le tuvo a una joven llamada Karen, una exnovia que quizás, como en la frase de la canción de Tito Nieves, lo motivó a vivir en “un mundo de mentiras, fabricando fantasías para no llorar”.
Cuenta que ha sido tildado de loco, pero que en realidad siempre fue solitario y tímido, por lo que soportó el matoneo en su colegio. Algunos hablaban de que era víctima de brujería y, por eso, no lograba socializar con facilidad, pero él cree que se le dificultaba afrontar los problemas.
A los 14 años se ennovió por primera vez con una niña del barrio, pero al año sufrió su primera decepción amorosa. Tiempo después conoció a Karen. “Era gordita, como la actriz de la novela Mi gorda bella. Me enseñó a orar, me llevó a una iglesia y a ser un mejor ser humano”, recuerda, con una sonrisa en su rostro.
Ama la familia que ha construido con Natalia y se siente orgulloso al decir que es famoso: “Mis compañeros de colegio que se burlaban de mí deben estar diciendo que soy muy inteligente y creativo”.
A veces le dan monedas cuando los ven en la calle. A él no le disgusta, pues ve en esa familia la posibilidad de crear un negocio. “Que nos llamen a hacer comerciales o películas sería muy bueno”. Tal vez, su historia inspire una serie de aquellas que demuestran que la realidad supera la ficción. Aparentemente, es feliz con su familia.