En medio de un fenómeno de El Niño que no cede, el alcalde Mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunció que desde la próxima semana la capital de la República empezará a afrontar un racionamiento de agua por horarios y por zonas, ante la crítica situación de los embalses de la ciudad, que hoy están en su nivel más bajo en 40 años.
De los ocho embalses que alimentan a Bogotá para el consumo de agua, seis se encuentran en tendencia descendente, según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). La situación inquieta, pues Bogotá le vende agua en bloque a 13 municipios de la sabana. Según el alcalde, el racionamiento no puede ser por dos o tres horas porque no habría el ahorro necesario.
De acuerdo con el informe presentado por la EAAB, según las mediciones realizadas en los distintos macromedidores instalados en la ciudad, el mayor volumen de consumo de agua en el sector residencial se concentra en cinco zonas ubicadas en las localidades de Usaquén, Barrios Unidos, Suba, Engativá, Tunjuelito y Kennedy.
Esta situación se suma a la comunicación que se conoció el pasado fin de semana por parte de XM, la firma que administra el mercado de energía, que despertó de nuevo todas las preocupaciones en el sector eléctrico y revivió el fantasma del apagón que tuvo el país hace más de 30 años.
En una carta al ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, XM señaló que por estos días la demanda de energía eléctrica presenta un crecimiento de 8,31% frente a los mismos días del año anterior. Además, resaltó que los aportes hídricos registrados en marzo se mantienen por debajo de los mínimos históricos, “en el 45,37% de la media histórica, es decir 69.96 GWh/día”.
Esto significa que el embalse agregado del Sistema está en el 31,86 % del volumen útil aprovechable para producir energía eléctrica, registrando valores inferiores a los mínimos históricos de los últimos 20 años para marzo, y antes de empezar abril apenas estaba en 0,05 puntos porcentuales por encima del mínimo histórico de abril de 2020.
“Desde el Centro Nacional de Despacho (de XM) se observa con preocupación la disminución en la disponibilidad de las plantas hidráulicas asociada a los niveles de sus embalses o por otras restricciones, lo cual puede llevar a situaciones de riesgo para la atención de la demanda en algunas horas del día por no contar con la potencia necesaria para mantener una operación confiable y segura del Sistema Integrado Nacional (SIN), en especial en los periodos de máxima demanda”, advierte XM.
¿Cómo se afecta el agua destinada a la generación de energía con la del consumo humano en el caso de Bogotá? Es necesario tener en cuenta que los embalses que alimentan el consumo de agua no corresponden a los mismos de la generación de energía.
Algunos, funcionan como multipropósito porque sus descargas llegan al río Bogotá que alimenta plantas de tratamiento de agua, sirven a su vez para el riego de los cultivos de la sabana y al final de su recorrido alimenta, en el sur, el embalse de El Muña que surten a las plantas de Paraíso y Guaca, que hacen parte de la cadena hidroeléctrica Pagua.
En ese contexto, ¿cuál es el panorama de los embalses para la generación de energía en el país? XM hizo una radiografía de la situación y advirtió que a nivel regional las reservas se encuentran reflejadas el 49,25% en la región Centro, 34,93% en Antioquia, el 8,25% en Oriente y el porcentaje restante en Valle y Caribe.
A nivel de embalses el volumen útil del embalse agregado del sistema está concentrado en los embalses de Peñol y del agregado de Bogotá, en un 26,8% y 39,4%, respectivamente. Pero algunos de los principales embalses del país empiezan a registrar mínimos históricos como El Peñol con 35,93%, Guavio con un 5,8%, El Quimbo con 19,45% y Ríogrande 2 con 7,37%.
“Lo que está pasando ahora es que el operador del sistema, que es el que está día a día, viendo la demanda, la oferta, despachando las plantas, mirando cómo están las cosas, alertó al país sobre el nivel que tenían los embalses”, recordó el exministro y director del Centro Regional de Estudios de Energía (CREE).
El exministro también indicó que: “la regulación establece unas sendas de cuánto deberían ser los niveles de embalses antes de que se tenga que forzar e intervenir, para que no puedan seguir bajando. Y ahí todavía estamos tres o cuatro puntos por encima de ese nivel. Pero estamos a niveles parecidos e inclusive hasta un poco más bajos de lo que estábamos en 2015-2016. En el apagón, en 1991-1992, para marzo de este año, ya estábamos sin capacidad alguna de generar en los embalses”.
Las preocupaciones
Precisamente, las mayores inquietudes en Bogotá para el suministro de energía provienen de distintos frentes. Uno de ellos es la situación crítica de Guavio que, paradójicamente, fue la planta de generación que a principios de los 90, con su entrada en operación, le permitió al país superar esa difícil época del racionamiento.
Hoy su situación es muy compleja. A lo largo del embalse, al oriente del departamento de Cundinamarca, pasando por la vía a Guasca y antes de llegar a Ubalá, ya se observan las cicatrices que ha dejado el fenómeno de El Niño. Las cotas máximas del embalse han desaparecido y en poblaciones como Gama los embarcaderos han tenido que ‘construir’ pequeños caminos más abajo de la falda de la montaña, para poder tomar las embarcaciones.
La ‘cola’, es decir la extensión en la que empieza a terminar el espejo de agua, es apenas un hilo del preciado líquido y aunque cuando SEMANA estuvo tomando imágenes de su situación, el cielo permaneció toldado, las lluvias brillaron por su ausencia.
Guavio, aunque sirve al sistema nacional, es uno de los principales ejes para el suministro de energía de la capital. En esta zona también está Chivor, y la cadena del sur de la capital de la República, que se alimenta de las aguas del río Bogotá y se almacena en el embalse de El Muña. Esto en lo que tiene que ver con generación hidráulica.
En la parte térmica, operando a su máxima potencia por estos días, está Termozipa y sus unidades que le han permitido al país sortear la sequía por el fenómeno de El Niño.
Juan Ricardo Ortega, presidente del Grupo Energía Bogotá (GEB), en diálogo con SEMANA, explicó la situación de Guavio.
“En este momento la demanda de energía en el centro del país ya está al nivel de lo que la oferta puede soportar. Y el día de hoy Guavio llegó a tener apenas un poco más del 4% de su capacidad, luego ya la posibilidad de tener energía de esta central de generación es imposible”, manifestó.
Ortega dijo que “Estamos dependiendo de los sistemas de transmisión y de las líneas que nos permiten abastecernos del resto del sistema interconectado, y ahí cualquier falla de una línea pondría ya a la zona centro en una falta de suministro que llevaría a lo que llaman un deslastre y obligaría a unos recortes de algún segmento de la demanda. Eso no está pasando, y Dios quiera que no pase, pero la vulnerabilidad del sistema es probablemente la más crítica que se ha tenido en mucho rato”, señaló Ortega.
Esa vulnerabilidad de la que habla se refiere a tres proyectos de líneas de transmisión que no han podido avanzar. Uno es el proyecto de Sogamoso, que podría traer 500 megavatios mal contados; otra línea es de Chivor y una más que viene de la Virginia Nueva Esperanza. “Eso podría traer más o menos un 20% a 30% adicional a lo que hoy en día demanda el interior del país. Pero ninguna de esas líneas, que debían haber salido hacia el año 2018, se han logrado concretar. Hay una oposición muy fuerte, comunidades, hubo una intervención judicial alrededor de los fallos del río Bogotá y una serie de eventos con bloqueos de personas con distintas opiniones e intereses y mucha desinformación”, agregó Ortega.
Para atender la necesidad de energía en el centro del país, Freddy Zuleta, gerente de Enlaza, la firma de transmisión del GEB, explica que, desde mayo del año pasado, se está generando continuamente en Termozipa, una planta térmica que está en el centro del país, que atiende la región.
Sin embargo, esta situación produce dos importantes desafíos: uno, que se despacha una energía más costosa de manera permanente, en una planta que está pensada para atender eventualidades y necesidades puntuales, para mejorar la confiabilidad del sistema.
Y el segundo, una mayor contaminación, pues –según Zuleta- se están generando alrededor de 100.000 toneladas mensuales de CO2. ¿Eso qué representa?
“Pongamos un ejemplo. Bogotá hace un día sin carro y sin motos. En un día entero sin carro y sin moto, Bogotá ahorra el equivalente a 7.000 toneladas de CO2. Es decir, Termozipa en dos días se consume un día sin carro en Bogotá. Para compensar lo que hace Termozipa hay que tener seis meses sin carro y sin moto”, dijo Zuleta al programa de Dinero en SEMANA TV.