El reloj marcaba una mañana cargada de tensiones en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, donde los estudiantes, hartos de lo que consideran una mala administración y la falta de garantías en su proceso educativo, decidieron tomar cartas en el asunto.
Pupitres fueron puestos estratégicamente en las entradas de las sedes, gritos, cantos y arengas se convirtieron en los protagonistas de aquel jueves. El ambiente se tornaba hostil mientras los estudiantes intentaban entablar las primeras conversaciones con las directivas y la parte administrativa de la universidad. Sin embargo, el primer encuentro fue un fracaso total, y no se llegó a un acuerdo que calmara las aguas.
Las razones detrás de este paro estudiantil eran claras y abarcaban una serie de problemas que habían acumulado con el tiempo:
- Aplazamiento de la semana cultural: los estudiantes exigían respuestas sobre el destino de la Semana Cultural, que había sido aplazada sin una comunicación clara ni fechas definidas.
- Mal manejo del tiempo: la falta de notificaciones oportunas sobre las actividades académicas había llevado al caos. En particular, los horarios de las jornadas nocturnas no se adaptaban a los estudiantes que trabajaban, y se programaban clases en sábados para durar tan solo 45 minutos.
- Escasa participación de los profesores: los estudiantes demandaban que los profesores también fueran escuchados, ya que consideraban que la falta de diálogo con ellos era un indicio de persecución laboral.
- Infraestructura y recursos inadecuados: la universidad carecía de aulas de estudio apropiadas, material bibliográfico suficiente y espacios dignos para los estudiantes.
- Desorganización en el inicio de semestre: la burocracia y la falta de claridad en resoluciones habían llevado a que algunos estudiantes esperaran semanas para comenzar sus clases.
- Problemas en programas específicos: los estudiantes del programa de Bacteriología y Laboratorio Clínico enfrentaban la falta de insumos de laboratorio por parte de la universidad.
- Cobro de exámenes médicos no realizados: se denunciaba el cobro de exámenes médicos que nunca se llevaron a cabo.
- Profesores sin pedagogía: se alegaba que muchos profesores carecían de la debida formación pedagógica, afectando la calidad de la enseñanza.
- Falta de control en encuestas: se señalaba que las encuestas de satisfacción se realizaban por protocolo y que comentarios racistas, xenófobos, clasistas y homofóbicos pasaban desapercibidos.
- Necesidad de transparencia: los estudiantes exigían una veeduría estudiantil que supervisara la gestión de los recursos de la universidad para garantizar la transparencia y la correcta utilización de los fondos.
Este 3 de octubre, los estudiantes de la sede El Tintal, al occidente de Bogotá y considerada por muchos como la más olvidada, decidieron alzarse en protesta. Sus demandas se unieron a las de sus compañeros, y las marchas tomaron las calles, ralentizando el tráfico en importantes vías de la capital.
En esta tarde crucial, los estudiantes tendrán una reunión con las directivas y el sector administrativo de la universidad para definir el rumbo del conflicto.
La incertidumbre reina. El paro estudiantil en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca refleja un profundo descontento por la mala administración y la falta de garantías en la educación superior. Las demandas de los estudiantes abarcan una amplia gama de problemas, desde la falta de transparencia hasta la necesidad de mejorar la calidad de la educación.
Esta protesta no solo representa un llamado a la acción por parte de la administración de la universidad, sino también una oportunidad para que reflexionen sobre su gestión y tomen medidas para garantizar el bienestar de la comunidad estudiantil y docente. La educación es un derecho fundamental, y los estudiantes de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca están decididos a asegurarse de que se respete y se mejore en beneficio de todos.