Desde el albergue San Isidro, varias mujeres de la comunidad que también han estado atendiendo la emergencia, compartieron con SEMANA testimonios de lo que han vivido en los últimos días, de las necesidades y de la búsqueda para ser reconocidas como habitantes de Bogotá.
Es que como explica Liliana Ruiz, viven no sobre la carretera, sino kilómetros arriba. Y aseguran que esa es una razón por la que, pareciera, no les prestan la atención necesaria.
“Siempre hablan los medios de un evento que pasó sobre la vía La Calera, pero no se dan cuenta de que si usted gira en el kilómetro cinco, hacia el lado derecho, va a encontrar cinco barrios con alrededor de 22.000 habitantes. Lo que se quiere es que seamos reconocidos como parte de la ciudad de Bogotá, de la localidad de Chapinero”, relata indignada y con las botas puestas.
Explica que claramente, eso no los excluye de sentir en carne propia las afectaciones. Por ejemplo, lo que vivieron, cuando el primer día de la emergencia, a pesar de que las instituciones llegaron, no trajeron las máquinas.
“Desafortunadamente, llegó un despliegue de instituciones, pero lo que necesitábamos eran máquinas para quitar los escombros, para cortar árboles, unas volquetas para llevar los desechos que salieron del lodo. Ese primer día fue la comunidad la que trabajó, el gremio de los volqueteros de acá del territorio y los vecinos que tenían empresas de retroexcavadoras y de máquinas de ese tipo”, recordó.
Otra de las voces desencantadas por lo que dijeron las autoridades es la de Patricia Ariza.
“Me encontré con la alcaldesa. Muy gentilmente le dije que le proponía que nos hiciera una visita y pues la respuesta de ella fue un poco agresiva. Dijo que ella no estaba haciendo visita, que estaba trabajando, que estaba organizando los albergues y eso es una mentira. Nosotros como comunidad realizamos e instalamos los albergues para las personas. Me parece increíble que la representante de la ayuda a una institución a una comunidad se niegue a visitar nuestro territorio”, afirmó.
Y es que así como se han unido para presentar sus quejas, se han unido para atender la calamidad y también para recordar que, hoy más que nunca, requieren de apoyo.
“Necesitamos más de su corazón, más de su bondad. Hay cosas totalmente destruidas. Las ayudas que requerimos con mucha urgencias son tejas antigranizo, cemento, ladrillos, mixto, y de resto, nosotros nos encargamos de construir y levantar la UPZ y el barrio”, argumentó Patricia.
Asimismo, está Noemí Chacón, la tesorera de la Junta de Acción Comunal de San Isidro, entre emocionada y preocupada.
“Necesitamos que la quebrada nos la arreglen, aunque ya trajeron maquinaria y están en eso. Pero esperamos que no haya sido solo ayer y hoy y nada más. Esperamos que nos sigan ayudando con esa quebrada, que la canalicen superbien… Porque es lo más problemático para la gente de Capillas. Se inundan, cuando pasan las avalanchas, se daña todo el tráfico, no hay tráfico para el barrio. Es algo muy duro para toda la gente de la UPZ 89, porque es por donde entramos y salimos”, narró.
Y así como la quebrada les genera preocupación, los árboles y los postes también.
“Estamos muy preocupados porque hay muchos postes de luz de alta tensión que están a punto de caerse y la respuesta es que no tienen tiempo para venir. Entonces quieren que pongamos más muertos para que seamos escuchados. Qué pena ser un poco agresivos, pero estamos cansados de que vengan las instituciones y nos utilicen”, sostuvo Patricia con vehemencia.
“Ahora, la poda de los árboles la necesitamos desde abajo, hasta Arboretto, porque hay muchos árboles de medio lado, los postes de la energía, de teléfonos, están muy ladeados hacia la vía. Les pedimos que por favor nos sigan ayudando, que no nos abandonen”, dijo Noemy.
Y como no todo es negativo, coincidieron en agradecer. “Ayer y hoy sí se ha visto un despliegue de las instituciones, trayendo las ayudas a la población que se ha visto afectada… el kit de aseo, la comida caliente y el refrigerio… Les agradecemos las ayudas que nos han llegado”, expresaron.
Finalmente, aunque pareciera que la emergencia está siendo superada, pues por lo menos el 95 % de escombros se ha removido, aún faltan alrededor de 124 árboles por talar, otros por identificar y más escombros por quitar. Eso sumado a lo más importante: encontrar a la persona que está desaparecida.
Y aunque luego retorne la calma, ahí no acabará esta historia, porque esta comunidad y el Gobierno tendrán que solucionar un problema que tiene raíces en años anteriores y que con esta tragedia no da más espera: reglamentar la UPZ 89 como rural. Esto, según lo dicho por la alcaldesa, ocasionará en varios casos reasentamientos de la población y acondicionamiento de la zona para prevenir más tragedias, como la del 12 de noviembre.