Las autoridades lograron capturar a Felipe Díaz, un policía activo que pertenecía a uno de los Centros de Atención Inmediata (CAI) y que, luego de terminar su labor como uniformado, se dedicaba al hurto de vehículos en el sector del Siete de Agosto, en la localidad de Barrios Unidos, en Bogotá.

Los hechos se dieron luego de que el 9 de mayo, en horas de la noche, se desatara una persecución contra una banda dedicada a este delito; durante el operativo, se logró la captura de Díaz, quien, presuntamente, era un miembro de esta organización criminal.

Las autoridades interceptaron a este hombre en medio de un plan candado y una persecución que se desplegó luego de que intentaran robar una camioneta de alta gama perteneciente a un comerciante de este popular sector de la capital, dedicado a la negociación de autopartes.

La moto en la que se movilizaba el capturado tenía insignia y placas correspondientes a una motocicleta particular. (Foto de referencia) | Foto: Policía Mebuc.

En el momento de la detención, Díaz utilizaba las prendas oficiales de la Policía y se pudo confirmar que este sujeto acumulaba dos años de servicio en la institución; el hombre tenía en su poder un chaleco con número de placa activo, un cinturón multipropósito con cuatro proveedores y 72 cartuchos 9 mm, una pistola Glock que tenía borrado el serial y dos chaquetas reflectivas.

”La acción de la Policía logró la captura de un hombre que se movilizaba en una motocicleta con características de la institución. De la misma manera, usaba prendas de uso privativo de la Policía”, indicó el coronel Herbert Benavidez, subcomandante de la Policía Metropolitana de Bogotá.

De igual manera, las autoridades pudieron constatar que la motocicleta en la que se movilizaba el individuo había sido gemeliada, pues tenía placas y logos de identificación que correspondían a una moto de uso particular.

Díaz permanece detenido en la URI de La Granja, mientras se decide la forma y el lugar en el que deberá afrontar el proceso judicial en su contra.

Grupo de policías puso un CAI de Bogotá al servicio de la tenebrosa banda del Tren de Aragua

“Mi Dios le pague”, le dijo un asesino del Tren de Aragua a un policía del CAI Caldas, en Kennedy, en el sur de Bogotá, cuando lo dejó en libertad tras pagar un soborno de un millón y medio de pesos. Días después, mató a otra persona. La escena corrupta y criminal quedó en un video que conoció SEMANA y que forma parte de un expediente en poder de la Fiscalía: un CAI al servicio de criminales.

Varios policías se convirtieron en secuaces del Tren de Aragua y transformaron el CAI en una especie de centro de operaciones de la peligrosa organización de origen venezolano, la cual se dedica a extorsionar, secuestrar, asesinar y descuartizar personas en el sur de Bogotá. La banda de policías al servicio del crimen fue bautizada como Los Sombra.

Miembros del Tren de Aragua se movilizaban con tranquilidad por la localidad de Kennedy gracias a la protección de algunos miembros corruptos de la Policía.

Mientras la Fiscalía investigaba para desarticular al Tren de Aragua, descubrieron que Los Sombra, uniformados adscritos al CAI Caldas, protegían a los sicarios, cobraban extorsiones, facilitaban la prostitución infantil y permitían el tráfico de drogas en el sector de la 38. Un teniente y cinco suboficiales eran los cabecillas.

SEMANA conoció audios, declaraciones y videos que dejaron al descubierto a los policías corruptos. Tenían roles definidos e incluso tarifas de las extorsiones, venta de información, cuotas por libertades y hasta protección para los asesinos más buscados. El trabajo de un agente infiltrado fue contundente. Vendieron sus principios, convirtieron a los ciudadanos en víctimas y a los delincuentes del Tren de Aragua en una organización con la fuerza pública a su servicio.

Mientras Bogotá pasaba una temporada de terror, con cuerpos desmembrados y metidos en bolsas, los responsables de estos terribles crímenes se paseaban con la protección policial. Cada vez que la Fiscalía se acercaba al Tren de Aragua, Los Sombra lo advertían. El enemigo estaba en la fila, era un caballo de Troya.

En la localidad de Kennedy, la organización Tren de Aragua tenía a su disposición un CAI y el servicio de varios uniformados.

Las extorsiones

Las declaraciones que conoció SEMANA dan vergüenza. Comerciantes, delincuentes y los mismos policías explicaron cuánto costaba caminar, trabajar o delinquir en la 38, en Kennedy, el territorio del Tren de Aragua. “No es que pida, ni que uno quiera darle el cariñito, pero, huevón, llevo tres semanas sin trabajar y él (teniente Flechas) no mira eso. Llevamos tres fines de semana que no trabajamos y ahora esta Ley seca, peor”, dice un comerciante que pagaba extorsiones a los policías para que le permitieran mantener abierto su establecimiento en horas no autorizadas.

Se refiere al teniente Víctor Manuel Flechas, capturado en octubre de 2022, quien fijaba los precios de las extorsiones. Le seguía el intendente Óscar Javier Vanegas, según la investigación, responsable de notificar los precios. La tabla de valores variaba conforme la hora del día y la actividad de cada negocio. “Los manes hablaron con mi sargento y les dijo: colabóreles a los chinos, colabórele al cuadrante. Ya les dejó razón, yo hablo es con la costeña, yo le digo: no, a mí mándame 50 o no me mande ni mierda”, señalan los testimonios que obtuvo el agente infiltrado en los que los policías explican cómo pactaron las “vacunas”.