El departamento de Santander no solo es uno los más ricos en agricultura, turismo y el primer centro avícola de Colombia, sino que con el paso del tiempo se ha convertido en una de las regiones más apetecidas por los grandes capos del narcotráfico, que encuentran un algunos de sus 87 municipios el lugar “perfecto” para camuflarse entre la sociedad y, de cierta manera, burlar a las autoridades.
En los últimos 30 años, según registros del Observatorio Ciudadano de Santander, “se han capturado más de 100 cabecillas de bandas delincuenciales, carteles de narcotráfico y todo tipo de delincuentes relacionados con este lucrativo negocio”.
Precisamente en las últimas horas en una zona rural del municipio de Bolívar (Santander), en medio de un operativo realizado por la Policía, fue dado de baja Juan Larinson Castro Estupiñán, mejor conocido como alias Matamba, un narco con más de 20 años de trayectoria criminal que iba a ser extraditado y se fugó de la cárcel La Picota, ubicada en Bogotá, hace algunos meses.
De acuerdo con Julio Acelas, director del Observatorio Ciudadano, Matamba y el resto el capos que han sido capturados o dados de baja en Santander han escogido este territorio por su ubicación estratégica, ya que por el lado norte limita con Cesar y Norte de Santander, al este y sur con Boyacá, al oeste con Antioquia y al noroeste con Bolívar.
“Santander y el área metropolitana de Bucaramanga se han convertido en un nodo de narcotráfico de los más importantes del país, no solamente porque aquí se coordina el negocio para ciudades de la Costa, para Arauca, el Magdalena Medio y una de ruta de Venezuela, sino porque somos la caja de resonancia de la principal zona de cultivo que hay el Catatumbo, en el Sur de Bolívar, de San Pablo y el sur del Cesar”, explicó Acelas.
A su vez, agregó que “una de las principales causas es la economía. En Bucaramanga, fácilmente se lavan activos porque es una urbe llena de pymes y micropymes. Segundo, al santandereano le gusta o no ve con malos ojos que lleguen dineros (ilegales). Le atrae la inversión y la presencia de quienes dinamicen la región. Tercero, no hay dominio de territorios por parte de grupos armados como en otras épocas. Por ello, es un nodo de narcotráfico suave porque no va acompañado de confrontaciones entre carteles. Hay un acuerdo entre los narcos de manejar el negocio de bajo perfil y eso les sirve para refugiarse”.
Castro Estupiñán había sido capturado hace un año, específicamente el 14 de mayo, cuando celebraba su cumpleaños en un condominio, ubicado en el municipio de Floridablanca, y hace dos meses (marzo 2022) contrató personal del Inpec para fugarse de la cárcel en la que permanecía en la capital del país.
“Matamba tenía igual o más peso que alias Otoniel. Él vino a Bucaramanga a hacerse dos cirugías plásticas en una reconocida clínica, dirigida por un cirujano plástico del área metropolitana y no es gratuito que lo capturen en el sur de Santander, porque esta es una zona histórica de presencia de grupos armados, estratégica al tener conexión con el Magdalena Medio y con Antioquia”, agregó el director del Observatorio.
Según investigaciones adelantadas, Matamba, al parecer, tenía fuertes relaciones y apoyos en Santander y el área metropolitana de Bucaramanga con personalidades importantes, situación que lo habría ayudado a pasar desapercibido en la región, pese a que las fuerzas militares han sostenido en múltiples oportunidades que no existe presencia de grupos armados en la zona.
Sin embargo, los operativos que se han realizado en las últimas semanas dan cuenta de todo lo contrario. En este último mes, por ejemplo, han sido capturados más de cinco integrantes del Clan del Golfo y otros del ELN, señalados de ser los responsables de varios delitos como el homicidio selectivo y la extorsión.
“En Santander se ha construido una narrativa negacionista, pese a los impactos del conflicto armado en algunos municipios. Hay que reconocer que no hay grupos armados como hace 15 o 20 años, pero el ELN entra y sale como si nada por las fronteras de García Rovira y del Magdalena Medio. Todo eso tiene un trasfondo que las autoridades se niegan a admitir”.
La capital santandereana reporta, a la fecha, unas tasas de violencia preocupantes, porque los sicariatos y muertes aumentaron, desde junio del 2018, un 30 % en el área metropolitana, Barrancabermeja y Puerto Wilches.