Un regalo de la naturaleza, así describe un grupo de turistas la aparición de un puma en aguas del embalse Topocoro, de Santander. La majestuosa escena se registró mientras los viajeros recorrían el lugar a bordo de una lancha, una de las personas captó el momento en video.
Gabriela Pinzón estaba grabando con su celular el recorrido, y de paso los colores del atardecer, cuando de repente ella y el resto de personas observaron que algo se movía a unos cuantos metros de distancia de la lancha. Inicialmente creyeron que era un chigüiro o un perro, por lo cual se acercaron un poco más para intentar ayudarlo, pero terminaron llevándose una gran sorpresa.
“Vimos algo que nadaba y creíamos que era un perro, después el señor de la lancha dijo que podía ser un chigüiro, pero cuando nos acercamos como a unos 15 metros vimos que era un puma. Fue majestuoso, un regalo de la naturaleza, el de la lancha dijo que nunca en la vida habían visto a este animal y se sorprendieron”, contó en entrevista radial la joven.
En las imágenes se observa al puma nadando plácidamente y cuando la lancha se acercó a él, se detuvo por unos segundos. Luego continuó su recorrido hacia la orilla y tras salir del agua subió a una de las montañas.
Esta sería la primera vez que aparece un animal de estos en la zona del embalse, según indicaron las autoridades ambientales de Santander, por lo cual piden a los turistas no acercarse mucho cuando lo vean ni hacerle daño.
Cifras de maltrato animal han aumentado
No es exagerado decir que las mascotas fueron héroes anónimos durante la pandemia. Cumplieron misiones como rescatistas, policías, guardas de seguridad, guías para personas en condición de discapacidad y cuidadoras de familias.
También fueron grandes aliados para superar los miedos, las dificultades y la incertidumbre. De hecho, las personas recurrían a ellas para salir de sus casas al menos 20 minutos al día en los momentos más álgidos del confinamiento.
Estos y otros motivos hicieron que entre 2020 y en lo corrido de 2022 fueran adoptadas 1.972 mascotas solo en Bogotá, siendo el primer año de pandemia el de mayor número de adopciones: 1.397 perros y 575 gatos, según el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal. Las otras ciudades principales del país no tienen datos consolidados.
Si bien los animales estrecharon aún más sus lazos de amistad con los humanos durante la emergencia sanitaria, su bienestar se afectó por la carga emocional que recibieron. “Las personas les transmitieron sus emociones a los animales y empezamos a ver perros y gatos ansiosos, temerosos, controladores, agresivos y hasta con estrés”, dice Paloma Prado, coaching de mascotas y fundadora de Millow Pelluditos.
Y así como hay mascotas afortunadas que están en tratamientos pospandemia, otras fueron abandonadas por sus dueños cuando regresaron a estudiar o a trabajar. Los perros y los gatos no estaban listos para quedarse solos en la casa. Sufrieron ansiedad por la separación y algunos causaron daños o ladraron tan fuerte que alarmaron a los vecinos.
Tanto que muchos se convirtieron en un verdadero problema para sus dueños y fueron regalados, sacados a la calle o devueltos a las fundaciones donde los adoptaron. Según un cálculo hecho en Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga, casi 2.000 animales, entre perros y gatos, están en fundaciones e instituciones públicas a la espera de ser amparados, varios de ellos llegaron después de la pandemia.