Los ataques contra la fuerza pública de parte de grupos armados organizados no han parado en ningún momento; no cesaron las hostilidades cuando se mostraron amigables con una posible paz total y tampoco suspendieron la actividad ilegal, pese al anuncio de un cese al fuego bilateral. Los 15 uniformados asesinados durante 2023 y los más de 40 heridos en atentados terroristas dejan una sensación confusa para el país.

¿Quiénes los están matando cuando no hay operaciones militares?, de acuerdo con fuentes de inteligencia consultadas por SEMANA, las balas llegan desde todas las orillas. Las disparan miembros del ELN, los del Clan del Golfo, los Caparros, disidencias de las Farc y otros grupos criminales.

Todos ellos piden pista en la paz total al tiempo que matan policías y soldados. Mientras se escribía este artículo, tres policías se salvaron milagrosamente de morir en la tarde del viernes tras un atentado con explosivos en la vía Sardinata-Cúcuta, Norte de Santander.

Los atentados con explosivos en vías de Norte de Santander son una constante contra la fuerza pública.

La actividad hostil hacia la fuerza pública parece aumentar con el pasar de los días. Uno de los últimos rostros de la barbarie es el patrullero Miguel Stiven Vaquiro, quien fue asesinado por un francotirador del ELN en San José del Palmar, límites entre Chocó y el Valle del Cauca.

El hecho ocurrió en la madrugada del pasado 5 de marzo, cuando el uniformado, de 28 años, se encontraba de guardia. Sus compañeros aún guardan el video que circuló por redes sociales y que muestra la crudeza del ataque.

El patrullero estaba de pie, levemente recostado sobre una puerta blanca en el momento en que recibió el impacto. La muerte fue instantánea. Jennifer Vaquiro, hermana del patrullero, recuerda que habló con él hasta las 11:58 de la noche. “Él estuvo conectado, o sea, a esa hora estaba con vida y ya cuando me levanto a las 5:00 de la mañana mi hermano estaba muerto. Queremos que nos den respuestas”, dijo. Cuenta, además, que su hermano llevaba cuatro años en la Policía y que en los próximos días iba a casarse con su novia.

“Luchaba cada día por su familia, tenía en mente casarse, pero sus sueños fueron truncados… Exigimos justicia, porque el día de su muerte él salía a vacaciones”.

La mayoría de policías y soldados asesinados en lo que va de 2023 no sobrepasaban los 30 años de edad.

No hubo despedida

Al patrullero de la Policía Sevastián Rivas Mena lo mataron en Tumaco, Nariño. El menor de tres hermanos y el preferido de su madre, según su hermano Cristian, fue asesinado a disparos durante un operativo.

Este uniformado, oriundo del departamento de Chocó, tenía 24 años recién cumplidos y ya le había entregado tres a la institución. Desde que fue trasladado a Nariño, visitó pocas veces a su familia, debido a la distancia y a las dificultades para trasladarse. Su madre, tras casi un año sin abrazarlo, solo pudo volver a verlo dentro de un féretro. “Esta es la hora en que no nos han explicado qué pasó, cómo fueron los hechos, por qué lo mataron. Ningún coronel o algún uniformado con cargo alto nos explicó nada”, recrimina Cristian.

El hermano del patrullero también se refirió a la propuesta de paz total que impulsa el Gobierno nacional. “Desde que la implementaron, solo se han visto más hechos violentos contra la fuerza pública, como el de mi hermano (...) No estoy de acuerdo con la paz total porque los grupos armados no se han apegado a esa idea y solo buscan su beneficio”.

Aún no se han esclarecido muchos de los casos de policías asesinados, pese a las recompensas ofrecidas por las autoridades locales y regionales. | Foto: Esteban Vega La-Rotta / Publicaciones Semana

Las células urbanas del Clan del Golfo

El patrullero Reinaldo José Orozco fue asesinado en medio de una lluvia de balas que también cobró la vida de tres personas más, el 29 de enero, en el sur de Barranquilla.

“Yo hablé con Reinaldo en horas de la tarde. Una prima de él quería ir a ver el partido en el estadio y yo le vendí la boleta. Fue la última conversación que tuvimos. Él llevaba una semana de vacaciones porque ya tenía días acumulados y legalmente le correspondía su descanso”, contó un familiar del uniformado. Orozco estaba de vacaciones y, aparentemente, cuadró con un grupo de amigos para departir en una tienda-estadero y observar un partido de fútbol.

“Después me enteré de que llegaron varios hombres en moto y comenzaron a disparar. Apenas sucedió eso me fui hasta allá”, señaló el papá de la víctima. Todo apunta a que este asesinato está relacionado con posibles células urbanas del Clan del Golfo, que se encargan de extorsionar a pequeños empresarios, así como de asesinar a policías para recibir un pago extra en lo que ellos denominan plan pistola.

“Estamos desamparados”

El padre del patrullero Fredy Joaquín Cantillo, asesinado el 3 de marzo en Santa Marta, siente rabia y dolor: “Siento que estamos bastante desamparados, están amarrando a la fuerza pública y entregándola. Los derechos humanos están acabando con la buena crianza, esa que les hemos dado a nuestros hijos. El policía tiene que dejarse disparar para después responder y eso fue lo que le pasó a mi hijo. Él, en el cumplimiento de su deber, no quiso disparar primero”.

A su hijo lo asesinaron cuando salía de almorzar de un restaurante en el portal de Las Avenidas. “Es duro tener uno que expresarse así de un gobierno que no está dando la seguridad necesaria y que hoy fui yo, mañana es otro padre y son y serán millones de padres e hijos en esta lucha, y la verdad es que no estamos recibiendo el apoyo que debe prestar. Esto tiene que cambiar”. Fredy era padre de dos niños de 7 y 3 años.

La incomodidad de los familiares no es por la paz, sino porque consideran que los uniformados están sometidos a un acuerdo que no se cumple.

¿Plan pistola?

El patrullero Ronald Mendoza Ferrer, de 39 años, fue asesinado el 23 de febrero luego del cambio de turno de la estación de Policía en el municipio de Ábrego, Norte de Santander. Mendoza Ferrer había salido en compañía de otro patrullero, identificado como Dairon de Jesús Vargas Vergara, a realizar labores de patrullaje en el barrio Isabel, cuando sobre las 10:30 de la noche fueron emboscados por hombres fuertemente armados.

El ataque mediante la modalidad de plan pistola le provocó múltiples lesiones a Vargas Vergara y dejó sin vida a Mendoza Ferrer, convirtiéndose en el segundo policía asesinado –junto a un soldado– en menos de 48 horas en esta región del Catatumbo. Los otros dos hechos se registraron en los municipios de Sardinata y San Calixto, respectivamente. “Los niños y yo (esposa) hablamos con él esa misma noche del 23 de febrero, él me dijo: ‘Ya faltan dos días para vernos, tenga los niños organizados, le voy a mandar dinero para que les corten el cabello’.

Pero luego, a la 1:00 de la madrugada (24 de febrero) me llaman a darme la noticia de que él había fallecido en un atentado”, le contó a SEMANA la esposa del patrullero. Vivir en la zozobra Leidy Patiño perdió la tranquilidad desde que el Clan del Golfo atacó a su marido en Antioquia. Un artefacto explosivo y una lluvia de disparos lo tuvieron al borde de la muerte. No tiene calma cuando él sale a patrullar. Su compañero fue víctima de un atentado por hacerles contrapeso a las amenazas de los ilegales y, contrario al destino de dos de sus compañeros, sobrevivió para contar la historia.

La incomodidad no es por la paz, sino porque consideran que los uniformados están sometidos a un acuerdo que no se cumple. “A ellos los atacan y no pueden responder de la misma forma. Ya se perdió el respeto y eso no les preocupa”, se lamenta Leidy.