Narcotraficantes y disidentes de las Farc pusieron la lupa sobre el ejército de cuatro patas que está frustrando operaciones criminales en Colombia. Solo con el olfato, los animales han descubierto abundantes explosivos y toneladas de cocaína.
Las Fuerzas Militares tienen 1.966 soldados caninos expertos en antiexplosivos, antinarcóticos, rastreo, agilidad, desminado humanitario, búsqueda y rescate. En los enfilados hay pastor belga, pastor alemán, labrador retriever y golden retriever.
Para portar las insignias de la institución, la mascota debe superar doce meses de formación y estar activo siete años consecutivos. Durante ese tiempo, es custodiado de manera permanente por un uniformado, quien se convierte en su guía. Cuando el perro detecta un elemento peligroso, emite una señal que debe ser interpretada por la persona de compañía. Si se trata de una droga ilícita o material de guerra, está educado para acomodarse fijamente a un lado del hallazgo.
Su éxito depende del juego y la disciplina: “Si lo castigas porque no se quiso sentar sobre el explosivo, ahí empieza el daño. La formación es muy natural, pero responsable”, dijo el mayor Andrés Silva, director de Caninos del Ejército.
La efectividad de sus operaciones los ha puesto en el ojo de los delincuentes, pues han acabado con millonarios negocios de la mafia. Así lo han podido probar las unidades de inteligencia militar a través de interceptaciones telefónicas. En medio de conversaciones entre criminales, han expresado la voluntad de pagar altas cantidades de dinero a cambio de asesinar a los animales que tengan mayores capacidades para encontrar armamento y cocaína. En los casos de mayor riesgo, la institución les ha puesto un escolta mientras duermen para evitar incidentes y ha ordenado modificar sus rutinas diarias para no quedar en evidencia ante las personas que quieren atacarlos.
Una de ellas es Canela, una poderosa perra que se ha convertido en el terror de las disidencias de las Farc en Putumayo. Ella evitó un ataque aéreo que planeaban los delincuentes y ahora fue declarada objetivo de la guerrilla. Mientras que el olfato de París atormenta a los narcotraficantes que operan entre Colombia, Brasil y Perú. Con su presencia, las autoridades han descubierto más de 14 toneladas de marihuana y cocaína. Hoy ofrecen dinero por su muerte.
Los grupos armados ilegales han dedicado tiempo y dinero a aprender técnicas para despistar a estos animales, también con el propósito de usar sus habilidades para la defensa personal y la detección de minas antipersonales. “Ninguna tecnología ha podido reemplazar el nivel de olfato de un canino, y eso genera un impacto psicológico en el enemigo”, reconoció el mayor Andrés Silva, quien tiene la responsabilidad de los 1.966 caninos de la institución.
Se han detectado múltiples movimientos para desconcentrar a los perros. Por ejemplo, drogas transportadas junto a fuertes olores de combustible y explosivos envueltos en papel hermético para evitar la distorsión de partículas.
Hay un caso particular en Antioquia. El Clan del Golfo está comprando mascotas, sobre todo los especializados en explosivos, para que identifiquen las minas que les está sembrando el ELN y las disidencias en la guerra a muerte que sostienen.
El valor de estos caninos es invaluable y las Fuerzas Militares los reconocen como unos de los integrantes más efectivos de las tropas, quienes se jubilan de la institución cuando cumplen ocho años de servicio a la patria.