Autoridades capturaron al presunto autor intelectual del asesinato de Sandra Liliana Peña, gobernadora indígena del resguardo La Laguna Siberia, en hechos que se registraron en Caldono, Cauca.

Al sujeto se le acusa de homicidio agravado en concurso homogéneo y sucesivo, fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, partes o municiones.

Sandra Liliana Peña, gobernadora de resguardo indígena. | Foto: Cortesía Autor Anónimo

Según información preliminar, el capturado tiene 36 años y reside en el corregimiento de Mondomo, del municipio de Santander de Quilichao (Cauca).

Además del homicidio de Sandra Liliana Peña, presuntamente, también habría participado en el asesinato de Luis Aurelio Ull Chepe, ocurridos el 20 de abril de 2021, en zona rural del municipio de Caldono, en la vereda El Porvenir, corregimiento de Pescador. El hombre quedó a disposición de la Fiscalía General de la Nación.

Cabe recordar que la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, en su momento a cargo de Miguel Ceballos, confirmó el asesinato de Sandra Liliana Peña.

Esa entidad envió en Twitter un mensaje de solidaridad a los familiares de la líder indígena y se declaró a la espera de las acciones de las autoridades para el esclarecimiento del caso.

“La oficina del @ComisionadoPaz lamenta y condena el asesinato de Sandra Liliana Peña, gobernadora indígena del resguardo La Laguna Siberia, en Caldono, Cauca. Nos solidarizamos con su familia y confiamos en el pronto esclarecimiento de este atentado contra los pueblos indígenas”, decía el trino del Gobierno.

El exsenador Feliciano Valencia también rechazó en su cuenta de Twitter el crimen de la líder indígena y pidió que ese caso no quede en la impunidad.

“Con profunda tristeza e impotencia vemos cómo en el Cauca asesinan a nuestra gente, a nuestros líderes y cómo los actores de la guerra nos someten sin piedad. Rechazo el vil asesinato de la autoridad indígena, Sandra Liliana Peña. ¿Cuántos líderes más caerán con este Gobierno?”, expresó el exsenador de la República.

Feliciano Valencia, exsenador de la República. | Foto: Twitter @FelicianoValen

En su momento, la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic) también alertó que la violencia en contra de los pueblos ancestrales se estaba recrudeciendo en varias regiones del país. “La violencia se recrudece. #SOSPueblosIndígenas”, dijo la Onic en su cuenta de Twitter.

Al parecer, la amenaza hacia Sandra Liliana venía de cocaleros y fue ejecutada por la disidencia Dagoberto Ramos, temible estructura que cuida los cultivos y tiene arrodillada, a sangre y fuego, gran parte del norte del Cauca.

Liliana Peña era su objetivo militar, como se vio en dos panfletos. La Defensoría del Pueblo trató de evitar que las amenazas se cumplieran y emitió tres alertas tempranas dirigidas a la Alcaldía de Caldono, a la Gobernación del Cauca y a la Presidencia de la República. Nadie la protegió y los violentos cumplieron su palabra.

El ataque fue certero. Liliana había salido de su casa con el guardia indígena Aurelio Ull, encargado de transportarla en moto desde que ella se convirtió en gobernadora del resguardo Siberia-Laguna.

Eran las 7:00 a. m. cuando iban camino a la sede del cabildo para informar cómo marchaba el proceso de control territorial, con el que buscaban erradicar de su territorio los cultivos ilícitos. Pero dos sicarios en moto los alcanzaron 500 metros antes de llegar a la vía Panamericana y les dispararon.

Sandra Liliana Peña, gobernadora indígena asesinada. | Foto: Cortesía Autor Anónimo

Liliana llegó herida hasta el cruce de Pescador y murió en plena vía Panamericana, donde hay una tropa permanente del Ejército que no vio ni escuchó nada.

“A ella la mataron los narcos”, dijo uno de sus familiares en el velorio. Recuerda que Liliana era la primera gobernadora indígena de la familia Peña Chocué y su legado –eso quería– era dejar limpio de coca y marihuana el territorio. A principios de abril de 2021 encaró a los cocaleros, les dijo que en asamblea extraordinaria la comunidad había decidido expulsarlos y quemar los cultivos; hubo un enfrentamiento de palabras que no pasó a mayores en ese momento.

“A veces era muy impulsiva y decía las cosas sin adorno, como le iban saliendo de la mente”, dice una de sus primas. Liliana no le tenía miedo a la muerte, temía más que con ello lograran intimidar a su comunidad, por eso dejó una especie de manifiesto para cuando no estuviera: “No se rindan, por favor”, repetía insistentemente.