En las últimas horas, un equipo de la Subsecretaría de Servicios a la Justicia de Cali, que adelanta desalojo en invasiones que se han asentado en algunos sectores de la ciudad, recibió un sufragio con un mensaje amenazante, el cual llegó con cuatro proyectiles de arma de fuego, cada uno con nombre propio.
“Nosotros los habitantes de Villa Victoria Cauquita, rechazamos el proceso adelantado por ustedes al pretender desalojarnos en reiteradas veces, ya que esto vulnera y atropella el derecho que tenemos todos a poder tener una vivienda para nosotros y nuestras familias”, se lee al inicio de la carta.
Sin embargo, el mensaje se torna turbio: “debido a su insistencia, por parte de la inspectora, el secretario, el abogado y el juez de paz; los cuales no sabemos cuál es el beneficio oculto que tienen al realizar este desalojo, nos vemos en la obligación de enviar esta advertencia pacífica para que desistan de sus acciones o cambien el proceso que están llevando de una manera en la que no nos afecten o si no nos veremos en la obligación de proceder de una manera más contundente”, señala el escrito que fue acompañado con cuatro proyectiles de arma de fuego.
Como si esta amenaza fuera poco, una de las inspectoras de la Subsecretaría de Servicios a la Justicia de Cali, que ha venido adelantando un proceso de desalojo en el corregimiento La Buitrera, recibió una corona fúnebre con el mensaje: “Señora corregidora, te llevaremos en el corazón”, la amenaza fue firmada por el sector La Reforma.
En diálogo con SEMANA, el subsecretario de Servicios a la Justicia de Cali, César Lemos Posso, dijo que las intimidaciones a los inspectores y corregidores han llegado desde los sitios donde hay invasiones en Cali; aunque no tienen individualizadas a las personas que han hecho estas amenazas de muerte, aseguró que las autoridades competentes como la Sijin de la Policía y el CTI de la Fiscalía General de la Nación, están adelantando las respectivas pesquisas.
“Digamos que ya están muy adelantadas, pero todavía no hay un resultado positivo. Esperamos que muy pronto se de. Si bien se han judicializado a algunas personas, todavía no han podido dar con las cabezas de las bandas que están impulsando las invasiones, sobre todo en el oriente de la ciudad”, dijo.
El subsecretario indicó que una de las invasiones más complicadas es la llamada Cauquita o Villamercedes, posiblemente desde donde se han generado las amenazas. “Las autoridades están tomando todas las medidas para garantizar la seguridad de estas personas”, agregó.
Dio a conocer que en la invasión llamada Pizamos III se hizo una restitución de tierra en alrededor de 1.5 kilómetros lineales que estaban invadidos. “Queda pendiente la recuperación de La Dalia y el predio Cauquita o Villa Mercedes, aquí hay más de tres hectáreas invadidas”, detalló.
Los inspectores amenazados han sido trasladados por orden del alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina Gómez, a otros sitios donde puedan estar más seguros.
“También hay invasiones en el corregimiento de Navarro, que precisamente colinda con la comuna 21 (oriente de Cali). En en este sector se recuperó el humedal Ibis y tenemos pendiente para recuperar otros terrenos, alrededor de 30 hectáreas”, aseveró.
Lemos Posso aseguró que quienes invaden estos terrenos están organizados en bandas criminales que tienen a su servicio abogados que comparecen para defender las invasiones; vigilancia privada; servicios públicos fraudulentos y venta de materiales. Lo peor, venden los terrenos y después desplazan incluso a los que han comprado para que el predio quede libre y pueda ser vendido de nuevo.
“Hacen una investigación predial y después empiezan a hacer una promoción con la comunidad interesada a través de reuniones en las que dicen las condiciones; después planifican la toma del predio. Ponen a un contingente de abogados que empiezan a comparecer a entrabar las diligencias y, mientras tanto, avanzan con el proceso constructivo de loteo edificación”, aseveró el subsecretario.
Según Lemos, otro detalle interesante es que en el sector de Navarro cortan la caña de azúcar, la queman y después reforestan. Posteriormente demarcan, bloquean la zona y empiezan a construir. “Y en la mitad de la invasión ubican una especie de ferretería en la que venden los elementos para edificar; venden la guadua, el cemento, todo lo venden ellos”, concluyó.