El rumor de que estaban pagando en dólares por frondosas cabelleras de mujeres se regó como un virus en de Andalucía, Valle del Cauca, un pequeño municipio de esos en los que todo se sabe. La enfermedad contagió a más de 30 mujeres que acabaron calvas, ilusionadas y sin un peso.
Por necesidad o simplemente por avaricia, se dejaron endulzar el oído con las promesas de Ingrid Yuliana Ruiz, quien aseguró ser una intermediaria de una empresa estética norteamericana llamada Kate Jones. Una a una, la mujer entre 7.000 y 9.000 dólares americanos para que accedieran a cortarse el pelo desde la raíz. La propuesta les pareció tan irresistible que no dudaron en abandonar la imagen que toda la vida las acompañó.
“Ella nos dijo que el cabello iba para una empresa que elabora pelucas, la cual pagaba muy bien y en dólares. Contactó a un peluquero en Andalucía, al que incluso tuvimos que darle 20.000 por el corte del cabello y para que nos grabara un video de todo el proceso que serviría de evidencia (…) luego nos llegó un código de una consignación de Western Union, pero nos dijo que debíamos esperar cinco días hábiles para retirar el dinero, sin embargo, la plata nunca llegó, nos decían que el código no existía”, aseguró a SEMANA Paola Andrea Ortiz, una de las mujeres rapadas.
La presunta estafa estaba tan bien planeada, dicen las víctimas, que cuando Ingrid se acercó a ellas para hacerles la oferta llegó junto a una prima suya, quien estaba calva y supuestamente había vendido su cabello a Kate Jones. Con el pasar de los días, el nerviosismo de haber entregado su cabello y no recibir ninguna retribución económica se convirtió en tristeza, luego en rabia y después se transformó en indignación. Ortiz dice que Ruiz engatusó a cada una de las mujeres con excusas y evasivas diferentes sobre la ausencia del dinero y que incluso las hizo redactar una carta en inglés para “agilizar” el pago.
“No haga caso a la información falsa. No se preocupe”, les decía Ingrid Yuliana, de acuerdo a una conversación que conoció SEMANA. Las mujeres, desesperadas, hicieron lo que les pidió sin que surtiera efecto alguno. Finalmente, la paciencia se acabó. “Empezamos a hablarnos entre nosotras y decidimos dar a conocer la situación a los medios de comunicación locales. En ese momento ella se alerta y nos dice que nos va a devolver los cabellos porque había muchos comentarios al respecto”, explica Ortiz, quien con el dinero iba a ayudar a un hijo que está en la cárcel y a su hija discapacitada.
Efectivamente, la devolución del cabello, en algunos casos, terminó dándose, pero no como esperaban. A las hermanas gemelas Luisa y Lina Toro las citó para regresarles su cabello y, aunque estaban desilusionadas por no recibir el dinero, pensaban que podrían venderlo por sus propios medios o donarlo para hacer una buena obra, pero se encontraron con una maraña de pelos inutilizable. “Confiamos en ella y luego nos trató de forma burlesca (...) nos devolvió unos cabellos a los que ni siquiera se le puede penetrar los dedos porque quedaron como un enjambre. No podemos venderlo ni donarlo, eso es lo que más ofendidas nos tiene”, dijo Luisa a SEMANA. Las mujeres no comprenden por qué las cabelleras quedaron de esa forma y dudan de si realmente son de ellas a quienes pertenecen.
Ingrid Yuliana Ruiz, la presunta estafadora, le dio a conocer a SEMANA un documento radicado ante la Personería de Andalucía en el que cuenta su versión de lo ocurrido. En este relata que Kate Jones es una mujer con la que tuvo contacto por primera vez cuando intentó vender el cabello de su hija de 8 años por internet. Explica que el rumor sobre la alta suma que ella le ofreció, aunque no llegó a concretarse, se regó y que una prima suya acabó accediendo a la oferta y que con ella vinieron las otras 30 mujeres.
Acepta que sí sirvió de enlace en Colombia con la supuesta Kate Jones y que esta mujer le ofreció una recompensa por guardar las cabelleras y enviarle los videos de prueba que grabó el peluquero. Y aunque no explica por qué los cabellos fueron devueltos en mal estado, dice que fue una víctima más de los engaños de la norteamericana. “Temo por mi seguridad y la de mi hija”, afirma.
“Nunca fue mi intención perjudicar a nadie y desde la parte más humana ofrezco mis disculpas y sus cabellos. El cabello no se envió a Estados Unidos porque la señora Kate esperaba a que todas las mujeres intervenidas recibieran el pago para gestionar lo relacionado con el envío. No me interesa lucrarme con ello, jamás ha sido mi intención, siempre vi en esto la posibilidad de ayudar a las personas, pero la señora Kate también me ha fallado. Ninguna persona contactó conmigo y si hay alguna persona engañada soy yo, porque la señora Kate Jones me ofreció una recompensa por hacer el favor de guardarle los cabellos y por hacer la gestión de mandarle los videos y el enlace a todo el proceso. Fui vulnerada y engañada al igual que ellas y entiendo que la decisión que se tome no nos va a resarcir ese daño. Fui también víctima y me siento muy mal por la afectación a mi buen nombre, mi honorabilidad y la de mi familia, que toda esta situación causó”, aseveró.
Las más de 30 mujeres víctimas de la supuesta estafa llevan un mes rapadas enfrentándose a los duros juicios de su propio municipio, lascivos comentarios en redes sociales y problemas psicológicos. “Hay mujeres muy afectadas por el estrés, algunas ni se levanta de la cama. La sociedad nos ha juzgado mucho”, señala Luisa Toro.
“Conocíamos a esta mujer que nos contactó, ella vive en el pueblo, por eso creímos en ella. No pensamos que fuera a salir con esto (…) Por la ambición o querer tener un mejor futuro, pecamos y erramos en nuestra decisión (...) a mi hermana y a mí no nos falta nada, pero creo que el ser humano es ambicioso cuando ve fácil cambiar su vida”, añadió.
Para que otras no queden ilusionadas y peladas, las mujeres afectadas decidieron instaurar una denuncia en la Fiscalía General de la Nación, anhelando un castigo para quien les hizo el mal y respuestas sobre sus cabellos.