Isabel Torres Zambrano es caleña, ingeniera sanitaria egresada de la Universidad del Valle. Cuenta con un máster con enfoque en Saneamiento Urbano realizado en Países Bajos y más de diez años de experiencia en tratamiento de agua y saneamiento. En Emcali, desde la Gerencia de Acueducto y Alcantarillado, se une a la premisa de la empresa: el agua es un elemento básico para la vida digna.
Regresó para apoyar la creación de la Gerencia de Proyectos, uno de los planes del gerente Roger Mina. Una vez creada esta gerencia, entrará a liderar los proyectos estratégicos de la Gerencia de Acueducto y Alcantarillado. Actualmente se desempeña como enlace directo con la Gerencia General. Desde que empezó a ponerle forma a su camino profesional, ha tenido claro que lo que la mueve es todo aquello que tenga impacto en la vida de las personas. Por eso, aceptó el reto de regresar no solo a Colombia, sino a su ciudad y a la primera empresa que le abrió las puertas.
“Siento que es el momento de cambios positivos para la ciudad y la empresa. Estoy en toda la capacidad de asumir este reto para generar mayores beneficios a los habitantes de Cali”, aseguró.
Pese a que lleva pocos meses en la empresa, ya tiene algunas claridades sobre la situación de la misma. “Hay mucha necesidad de mejorar las operaciones y eficiencia operativa. Además, la prioridad debe ser transformar los procesos que ya hay en camino”, enfatizó.
En cuanto a los proyectos estratégicos de esta gerencia, comentó que “hay muchas ideas, pero hay que hacer una priorización para no solo solucionar lo urgente, sino también tener una hoja de ruta para solventar lo que hay a mediano y largo plazo”.
Además, haciendo un análisis del momento en el que llega a Emcali, afirma que tanto la ciudad como la empresa “vienen de un largo período sin hacer lo que debió ocurrir anteriormente. Por ejemplo, el crecimiento de la ciudad ha sido un detonante de los problemas que vemos hoy en día porque la infraestructura ya le queda algo pequeña a Cali, con el crecimiento de su población y la demanda en servicios públicos que requiere”, agregó.
Del trópico colombiano al frío ucraniano
Para el año 2017, Isabel decide dejar su familia y su ciudad para empezar a viajar no tanto por trabajo, más bien por esa responsabilidad social que adquirió desde que supo qué la motivaba.
Es así como llega, luego de hacer sus prácticas universitarias en Emcali en el área de Interventorías, a la capital colombiana. Su primer destino fue la Superintendencia de Servicios Públicos, donde se encargó de evaluar la calidad del agua a nivel nacional.
Entre idas y venidas, el querer seguir trabajando para impactar el país y el extrañar el calor de Cali, le surgió una oportunidad a la cual se le hizo difícil decir que no, pese a representar un reto en materia de seguridad para su propia vida.
En julio de 2023, en plena guerra entre Rusia y Ucrania, Isabel recibió una propuesta laboral en este último país, el más afectado por este conflicto bélico, para una labor que, más que bien pagada, era totalmente humanitaria. Empacó maletas y con mucha más ropa de frío que la que necesitaba en Bogotá llegó a territorio en guerra.
Allí, tuvo la tarea de visitar todas las áreas afectadas en su infraestructura de saneamiento, cuyos daños no se debían precisamente a fallas en el sistema u obsolescencia, sino a graves averías por cuenta de bombas. Una experiencia completamente nueva para Isabel, que, aunque salió de un país que estuvo más de 50 años en conflicto armado, jamás llegó a sentir en lo más mínimo todo el temor y el tenso ambiente que se vivía en Ucrania diariamente.
“Yo estaba en un hotel que quedaba en una ciudad alejada de toda la zona de guerra, pero aun así, cada detonación se escuchaba como si hubiese sido a cuadras de distancia, cuando en realidad era a kilómetros de donde estábamos hospedados”, cuenta Isabel.
A miles de kilómetros, en tierras colombianas, mucho más tranquilas que en Ucrania, sus padres la llamaban casi a diario preguntando cómo estaba. “Ellos siempre me han apoyado en todo y nunca le han puesto peros a mis decisiones. Cuando les dije que me iba para allá, me miraron y aunque se les notaba la preocupación, me dijeron que no valía la pena decirme lo que pensaban, porque igual sabían que me iría”, expresó entre risas.
Cuando su idea era completar el año en Ucrania, se vio interrumpida por el contacto de Roger Mina (gerente general de Emcali), quien la buscó, la entrevistó y finalmente la convenció de regresar antes de tiempo para seguir cumpliendo sus objetivos profesionales, esta vez en su propia tierra.
“Regreso a Emcali por la transparencia que he tenido a lo largo de mi carrera y por mi experiencia en el campo. Acepté para aportar y ayudar a desenredar lo que está enredado. He liderado proyectos de gran magnitud y me siento en la capacidad de aportar grandes cosas a la empresa de mi ciudad”, expresó.
Afirma que la ubicación geográfica de Cali es de privilegio por la riqueza de recursos naturales. Sin embargo, las amenazas constantes por el impacto del cambio climático en la región implican mayor exigencia en la operación de recursos para el suministro de agua potable y saneamiento básico.
Finalmente, destacó el que para ella es el activo más valioso de Emcali: el personal, a quienes calificó de gran experiencia y con mucho que aportar, especialmente por la cultura de reacción ante cada labor que se realiza diariamente. “Emcali ya generó mucha cultura reactiva, por eso muchas cosas se resuelven rápido. Sin embargo, tiene que haber un cambio en esa cultura de que solo se hace lo necesario. Es por eso que creo que Emcali necesita cambiar esa manera de operar basada en la respuesta, y que la administración, gestiones y esfuerzos tengan visión a mediano y largo plazo”.