Las autoridades de Jamundí confirmaron que las dos mujeres brutalmente asesinadas este miércoles en el sector Villa Colombia, zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, eran universitarias.
Las víctimas fueron identificadas como María Paula Dulce Alarcón, de 19 años, y Lina Marcela Rodríguez Ordóñez, de 18 años. Versiones preliminares señalan que ambas portaban el uniforme de la universidad cuando fueron atacadas a bala.
En esa zona, así como en la gran parte del área rural de Jamundí, opera la columna disidente Jaime Martínez, causante de varias muertes, secuestros exprés, así como atentados contra la población civil y la fuerza pública.
La Alcaldía de Jamundí rechazó este doble homicidio y precisó que las “víctimas tenían heridas provocadas por arma de fuego”. “Las autoridades locales han sido notificadas y se encuentran en el lugar de los hechos llevando a cabo el procedimiento de levantamiento de los cuerpos y recolectando evidencias que puedan esclarecer las circunstancias de este lamentable hecho”, señaló la administración a través de un comunicado.
Aún no se ha determinado el motivo detrás de este crimen. La Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación han desplegado un equipo de investigadores que trabaja arduamente para esclarecer los hechos y dar con los responsables de este acto violento.
“La Alcaldía de Jamundí reitera el rechazo a los actos de violencia en el territorio y hace un llamado urgente al Gobierno Nacional para que centre su atención en Jamundí, un municipio que clama por la paz y se esfuerza por ser un territorio de paz”, se lee en el pronunciamiento de la alcaldía.
Villa Colombia tiene un amplio dominio delictivo de las disidencias de las Farc Jaime Martínez, es uno de los sectores más complejos en materia de seguridad. Allí, según lo expresado por la comunidad y constatado por SEMANA, hay un régimen criminal que impide la libre movilización de los ciudadanos.
Quienes habitan en esos lugares deben portar, en un lugar visible, el carnet de movilidad expedido por la columna criminal Jaime Martínez, con eso llevan un control, casi notarial, de quien vive o muere en ese territorio. Para adquirir el documento, que también es una especie de salvavidas, los pobladores entregan su cédula al comandante de turno, luego –días después– les llega el plástico de libre circulación.