Luis Antonio Cuéllar recuerda con detalle cada momento de su vida desde que era un niño. A sus 98 años son pocos los escenarios que se escapan de su implacable memoria. Rememora sus primeros pasos en Roldanillo, Valle, donde nació, creció y se formó como actor político y social.
Fue alcalde encargado, vivió de cerca la violencia entre conservadores y liberales, se enamoró y se casó. En 1958 abandonó su municipio y llegó a Cali, al barrio Santa Elena, donde ha permanecido hasta ahora. Luego de décadas de haber salido del bachillerato, se enfrascó en la odisea de retornar a las aulas y en la Universidad Libre se graduó de Derecho, años después. Fue la primera promoción de esa carrera.
Vio nacer a sus ocho hijos, también vio morir a tres. En la década del 80 se pensionó y se refugió en los libros. Se interesó tanto por la historia que se dejó absorber por los relatos de la Colombia antigua. Vivió el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el nacimiento de las guerrillas, la nefasta época del boom del narcotráfico y la guerra entre carteles, la toma del Palacio de Justicia, la avalancha de Armero, el cambio de Constitución, terremoto de Armenia, la desmovilización de grupos armados, una pandemia y un estallido social, entre muchos otros momentos históricos de este país.
Luis conoce a la perfección los detalles de Colombia y sus dinámicas sociales. Actualmente es el presidente de la Sociedad de Historia del Valle del Cauca. “En este país han cambiado muchas cosas y hay otras que se repiten una y otra vez”, dice.
En 2007, cuando murió su esposa, luego de 60 años de casados, viajó solo a Machu Picchu, Perú. “Habíamos ahorrado para ese viaje, porque siempre lo quisimos. Allí celebraríamos el aniversario de casados, pero ella se fue antes”, recuerda.
Con 82 años escaló hasta donde pudo para divisar la maravilla de Machu Picchu. Con su cámara fotografió cada momento y llegó a la conclusión de que este continente debería ser explicado desde la cultura y la humanidad.
Diez años después, en 2017, se matriculó en la Universidad del Valle en un maestría en Historia, y se dedicó a estudiar el papel de las comunidades afrodescendientes en la historia de Colombia. El escrito Manuel Zapata Olivella lo maravilló. “Diría, incluso, que es más grande que García Márquez, pero no le han dado el reconocimiento que merece”, señala Luis.
Una vez finalizado esos estudios, inició con un doctorado en Humanidades en la Universidad del Valle. “Yo iba a las clases presenciales y también me conectaba a las virtuales”, recuerda. Luis camina perfectamente, no necesita asistencia, más allá de un bastón que lo utiliza para evitar accidentes. Sus recuerdos son tan certeros que puede contar una historia con fechas, horas y nombres exactos, y luego reta a su interlocutor a buscar esos datos en Google.
Este 17 de julio se graduó de su doctorado y su tesis “Sectores populares, afrocolombianos y criollos en el movimiento de las ciudades confederadas 1810-1813″ fue laureada por los jurados. La historia de Luis, el graduando más longevo de Colombia, está llena de capítulos de un libro fascinante.