En Santa Bárbara de Timbiquí, donde el río murmura canciones al amanecer, nació Nidia Góngora, la maestra que hoy relata al Pacífico colombiano con su voz y su legado cultural. Entre marimbas, palmeras y el aroma dulce de las hojaldras de su madre, esta cantaora se formó como un puente entre la tradición y el futuro, entre la tierra que la vio crecer y los escenarios del mundo.
Nidia describe a Timbiquí como “la gran casa grande”, un refugio de alegría donde la comunidad palpita como un corazón colectivo. Su infancia transcurrió entre tardes de guitarra y ensayos de marimba, rodeada por el canto de su abuela y la melodía innata de su madre. “Siempre he tenido una relación estrecha con el río,” confiesa. En esa corriente, que parece eterna, surgió su inspiración, su acompañante fiel.
Pero la vida la llevó a Cali, una ciudad donde el ruido de los buses reemplazó el murmullo del agua y las puertas cerradas de las casas contrastaban con la familiaridad del vecindario timbiquireño. “Fue un choque duro,” recuerda. Sin embargo, en la distancia, el Pacífico se transformó en una lámpara que iluminó su camino, haciéndola reencontrar su identidad.
Maestra y cantaora
Desde pequeña, Nidia reunió a los niños de su barrio para enseñarles juegos y canciones, una vocación que la guio hacia la licenciatura en Educación Preescolar. Se graduó de la Universidad Santiago de Cali y se convirtió en docente. Pero, como dos ríos que confluyen, la pedagogía y la música encontraron un cauce común. En Villarrica, norte del Cauca, llevó años después una propuesta educativa que integraba la música tradicional como herramienta de enseñanza. Matemáticas, literatura y sociales adquirieron ritmo bajo las notas de la marimba y las letras ancestrales del Pacífico.
“A través del canto y el arte, logré despertar habilidades en los niños, recuperando valores culturales ancestrales”, explica Nidia. Su labor educativa no solo enseñó conocimiento académico, sino también amor por sus raíces. Hoy, muchos de esos jóvenes recuerdan a la maestra que transformó las aulas en espacios de resistencia cultural.
Como compositora y líder de la agrupación Canalón de Timbiquí, la maestra Nidia ha llevado las historias de su pueblo a escenarios internacionales. Croacia, Finlandia, Japón, África, entre muchos otros han sido testigos de su talento. Sin embargo, nunca pierde de vista la brisa que acaricia las palmeras de Timbiquí. “Cuando fui a Kenia, sentí que una de mis ancestras estaba conmigo, que a través de mí volvía a su tierra. Fue como un eco ancestral que decía: ‘Estás de vuelta’”.
Entre sus canciones más queridas está Canto a mi tierra, una composición que recrea las tardes en el muelle principal de su pueblo, observando la marea subir bajo la sombra de las palmeras. “Escribir sobre el Pacífico es mi manera de preservar nuestra memoria, de contar nuestras historias y de dignificar nuestro trabajo colectivo”, dice con orgullo.
La piedra angular de un legado cultural
La maestra Nidia ha enfrentado momentos difíciles. Pero es una mujer valiente, que ni la falta de apoyo a proyectos culturales y las barreras estructurales ha logrado debilitar su determinación. “Lo que hacemos contribuye a una mejor sociedad”, afirma. Su misión, como cantaora, es “salvaguardar, difundir y fortalecer los valores culturales”.
Hoy, además de liderar Canalón de Timbiquí, está al frente de iniciativas como Pacifican Power y proyectos que buscan transformar la sociedad a través del arte y la memoria ancestral. “Todo lo que he aprendido lo pongo al servicio de los demás, porque creo en el poder del trabajo colectivo”.
La voz de la maestra Nidia Góngora no solo canta, también construye puentes, reivindica historias y siembra semillas en las nuevas generaciones. Como las aguas del río Timbiquí, que nunca dejan de fluir, su legado seguirá vivo, llevando el Pacífico al mundo y trayendo el mundo de vuelta al Pacífico.