A Yeri Edwin Gaitán, presidente de la Junta de Acción Comunal del corregimiento Villa Colombia, zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, lo mataron con 27 impactos de fusil 13 horas después de que comandantes del frente criminal Jaime Martínez, del Estado Mayor Central, reunieron a varios comerciantes de ese municipio en el sector Chorrera Blanca para exigirles topes de extorsión de hasta 100 millones de pesos para construir una nueva vía que les permita seguir transitando como hasta ahora lo han hecho —son los dueños del territorio—.
El líder social asistió a esa convención del terror el pasado domingo 30 de junio. También lo hicieron los otros presidentes de Juntas de Acción Comunal,además de alias Lian y Daniel, máximos cabecillas del frente disidente Jaime Martínez, que controla a sangre y fuego a Jamundí, así como al norte del Cauca. Allí le dijeron a la comunidad que a partir de esa fecha y hasta el 30 de agosto la totalidad de las ganancias comerciales deberían ser entregadas a las disidencias para iniciar la construcción del nuevo puente vehicular que une al corregimiento de Villa Colombia con la zona urbana de Jamundí.
La estructura vigente en ese lugar es pequeña y está fracturada en algunos tramos, la idea de los cabecillas disidentes es derrumbar ese viejo puente y construir uno nuevo, desde cero, más amplio y resistente para soportar vehículos de carga pesada que ahora emplean los criminales con el objetivo de sacar grandes cargamentos de droga.
A Yeri y los otros líderes se les impuso la tarea de recolectar el dinero en sus corregimientos y luego entregarlo a las disidencias, se definieron comités y, por más de dos horas y media, los asistentes escucharon de los cabecillas disidentes las nuevas dinámicas de terror que emplearían en la zona: quien no logre entregar el tope económico establecido sería llevado a un juicio de guerra.
Los cabecillas prometieron, además, que el 30 de agosto, cuando se hiciera la entrega del recurso por parte de la comunidad, llevarían a un reconocido grupo musical de corridos mexicanos para amenizar el momento y estaría en el lugar uno de los máximos líderes del Estado Mayor Central (se presume que Iván Mordisco se desplazaría a Jamundí).
SEMANA conoció que la reunión terminó hacia las 5:30 de la tarde y los cabecillas fueron custodiados —al marcharse— por miembros de la guardia campesina, quienes cerraron el paso de las autoridades mientras se realizaba la convención.
Yeri, en compañía de otras personas de la comunidad, salió de Villa Colombia y se reunió en una vereda del sector con integrantes del Ejército adscritos al Batallón Pichincha. El líder les alertó a las tropas de lo que estaba por pasar; detalló en su informe que las extorsiones eran cifras exorbitantes y que eso ocasionaría una ola de asesinatos en la región, porque no habría manera de cumplir con la exigencia. “Es que ellos están pidiendo todas las ganancias de casi dos meses de trabajo a los comerciantes, eso es prácticamente imposible”, le contó un habitante de la zona rural de Jamundí a SEMANA.
Yeri salió de la reunión con algunos uniformados del Pichincha confiado en que la información entregada ayudaría a las tropas no solo a capturar a los cabecillas disidentes, sino que esfumarían los planes de expansión vial que han emprendido las disidencias en esa zona del país, donde por dos años destruyeron la selva y construyeron una carretera que conecta a la cordillera Occidental con la región del Naya y posteriormente el Pacífico vallecaucano y caucano.
Incluso, es tanto el control que las disidencias de Iván Mordisco ejercen sobre esa zona, que al terminar la carretera del Naya, exactamente en el sector de La Playita, tienen un megacampo de entrenamiento donde preparan a los jóvenes y adolescentes recién reclutados en tácticas militares, manejo de armas largas y drones, elemento que se ha convertido en la principal arma de combate de los criminales para diezmar la presencia de la fuerza pública en la región.
“Lo entregaron”
El mensaje de Yeri no llegó a donde el líder presumía que podría servir una información de tal magnitud y, por el contrario, apenas terminó su reunión con los militares, las disidencias ya conocían al detalle lo que se conversó en ese encuentro fugaz.
No era la primera vez que el presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa Colombia se reunía con integrantes del Batallón Pichincha, y ya los criminales le seguían los pasos.
El asesinato de Yeri ocurrió a las 6:30 de la mañana del lunes festivo primero de julio. Las disidencias llegaron hasta su casa, lo sacaron a empujones y, en medio de los gritos de sus familiares que suplicaban por su vida, lo llevaron hasta la cancha del vecino corregimiento de Ampudia. Allí, como si se tratara de un paredón, practicaron tiro al blanco sobre su cuerpo. El saldo fue 27 disparos. “Para nosotros, el Ejército lo entregó, porque la guerrilla ya sabía todo: dónde se reunieron, qué hablaron y hasta qué comieron. Con esa información fue que ellos después se lo llevaron y lo mataron”, denunció uno de los líderes de la zona.
Yeri se destacó por desarrollar jornadas sociales y deportivas para su vereda y realizar trabajos para el arreglo de las vías. En los últimos meses, venía liderando un proceso de rutas de protección y autoprotección para el territorio debido a la escalada violenta de las Farc. Frente a esto, la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, ha hecho varios llamados al gobierno nacional para que en Jamundí se realice una avanzada contundente contra las disidencias de las Farc. “Nos están atacando con drones, y si esperamos a que el Ministerio de Defensa actúe, quién sabe cuándo tengamos alguna solución”, dijo.
En Jamundí, en lo corrido de 2024, se han registrado 17 atentados, uno de ellos contra la Policía de Robles, donde se utilizaron drones explosivos. La gobernadora Toro le dijo a este medio que otros dos explosivos de este tipo fueron hallados hace dos semanas. Por otro lado, la mandataria pidió el desmantelamiento de las estaciones de gasolina ubicadas en la zona rural y cuya presencia fue revelada por SEMANA en marzo pasado. Los planes de expansión de las disidencias no solo contemplan mantener estos suministros de combustible, sino también el robo de maquinaria pesada de entidades del Estado para abrir otras rutas. En sectores aledaños ya se han documentado por lo menos diez casos de robo de esta maquinaria.
Todo apunta a que Iván Mordisco pretende hacer de la zona rural de Jamundí todo un fortín al servicio del narcotráfico con vías transitables, instalaciones de entrenamiento y campos minados, y está dispuesto a cualquier cosa para lograrlo, incluso si tiene que asesinar un líder comunal cada semana para perpetuar entre los pobladores la sensación de terror y abandono.