Varios ciudadanos en Cali (Valle del Cauca) han denunciado que sacar un crédito, aparentemente fácil por medio de aplicaciones de internet, les ha pasado una factura alta, ya que se trata de prestamistas conocidos como gota a gota, quienes prestan dinero a unos intereses superiores al 300 % y que no solo pasan todos los días a cobrar, sino que también roban información personal para extorsionar a familiares y conocidos de sus víctimas.
Con la llegada de la tecnología, que aumentó su auge tras la pandemia de covid-19, se intensificó la modalidad de entidades fintech que cubren, de alguna forma, servicios similares a los financieros, pero con mayor practicidad para acceder a ellos.
Por ejemplo, prestan dinero por montos de $100.000 a $700.000, sin muchos requisitos ni codeudores, simplemente con enviar algunos datos de manera electrónica. Los intereses no pueden ser superiores a la tasa de usura autorizada por el Gobierno, que actualmente está situada para microcréditos en 52,89 %.
Este tipo de préstamos virtuales buscan, entre otras cosas, evitar que las personas acudan a los prestamistas ilegales, pero al parecer esos gota a gota también se tecnificaron y crearon empresas fachada que se hacen pasar por ‘fintechs’, pero que en realidad siguen amedrentando a los usuarios de maneras delincuenciales.
De acuerdo con el relato de una de las víctimas al medio local 90 Minutos, “un día dejó su celular en manos de sus niñas pequeñas, que terminaron descargando una aplicación pirata sin que ella se diera cuenta. Accidentalmente, ellas descargaron la aplicación llamada ‘Préstamos Rápidos’ y eso le dio acceso a toda la información de mi celular entre contactos, cámara, fotos, videos, cuentas de banco, toda mi información”, contó.
La víctima dijo que de inmediato le consignaron $600.000, suma que nunca habría solicitado. Posteriormente, a la semana, los llamados gota a gota empezaron a amedrentarla a ella, a sus familiares, conocidos y hasta compañeros de trabajo.
“Recibí varias llamadas vía WhatsApp de números extranjeros. También les han llegado a mis contactos mensajes extorsivos, diciendo que soy estafadora, que debo dinero, que hay que pagar, que son codeudores, que ellos también son responsables de esa deuda”, dijo la mujer a 90 Minutos.
Y reiteró: “Más que todo intimidan a la gente más cercana y ponen denuncias falsas, diciendo que soy una estafadora, una ladrona, que debo dinero, que no he pagado. Les dicen a mis contactos que son codeudores, que ellos tienen que responder por esa deuda, que necesito una ayuda de $100.000 o $300.000 para poder saldar mi deuda”, relató la víctima, quien tuvo que cambiar su número celular, contraseñas y cuentas bancarias para que no la estafaran más.
La mujer afirmó que le llegaron a robar fotos, pantallazos de su celular y otros archivos. También manifestó que siente miedo por lo que le pueda ocurrir. “Tengo un temor cuando me llama un número desconocido, pero no contesto porque tengo un miedo constante de que pueda volver a suceder”. Por ahora, el caso está en manos de la Fiscalía General de la Nación.
Otra víctima es Mario Triana, quien vive en Ibagué y narró con angustia cómo su única hija de 20 años, que sacó un crédito a través de esas apps, para arrancar un emprendimiento de postres, luego de recibir $300.000 que rápidamente se convirtieron en una deuda de $700.000, empezó a ser amenazada a través de mensajes de WhatsApp y extorsionada.
Todos sus contactos recibieron un mensaje con una foto de ella, la misma que había enviado a la hora de llenar el formulario. La presentaban como una ladrona que no respondía por las deudas y pedían que el mensaje les llegara a través de ellos para evitar mayores complicaciones.
Transcurrieron dos semanas y de los mensajes pasaron a las llamadas, de estas a agresiones físicas. “Un día ella iba saliendo de la universidad y unos hombres que iban en moto la jalaron del cabello y la dejaron tirada en el andén. Solo le gritaron que esas eran las consecuencias de no pagar las deudas”, narró el papá, aún compungido por lo sucedido.
Cuando ella llenó el formulario del prestafácil, dio autorizaciones, sin darse cuenta, porque solo daba clic para continuar al siguiente paso y en ese afán entregó permisos para que la app accediera a la información de su teléfono, como contactos y demás.
La familia Triana se sentía como en la tortura del gota a gota, amarrados, con una angustia que aumentaba, así como la deuda, de manera descomunal. La frialdad de los cobradores parecía taladrar su cabeza y temían por su vida.
La ley colombiana dice que el delito de usura se castiga con una pena de 2 a 5 años de prisión y una multa de 50 a 200 salarios mínimos. El Ministerio de Justicia también ha dejado claro que cuando se evidencia que hay acosos por un prestamista ilegal, se puede presentar una querella y exponer que su vida está en peligro, mostrando las pruebas correspondientes en la Fiscalía.
El problema es que en internet es difícil muchas veces identificar a la persona para que responda por las acusaciones. La Superintendencia Financiera no es la entidad encargada de regular a estas apps porque estas no captan dinero, sino que lo prestan. Es la Superintendencia de Industria y Comercio la que regula tales aplicaciones; de hecho, se conoce que hay varias que están en procesos de investigación.