Colombia es el país más peligroso del mundo para los y las defensoras ambientales. En Cali, una de sus principales ciudades y capital del Valle del Cauca en el sur del país, se llevará a cabo la 16ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (CDB COP16). Esta conferencia reunirá a cientos de mujeres defensoras de los derechos humanos ambientales que protegen y cuidan ecosistemas críticos, al tiempo que contribuyen al desarrollo sostenible y la paz en sus comunidades.
Las crisis vinculadas a la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la degradación de las tierras son, en conjunto, el problema más acuciante de nuestro tiempo: los niveles del mar están aumentando, las temperaturas suben cada día, la vida silvestre está perdiendo su hábitat por la expansión urbana y agrícola, los páramos están en riesgo y la contaminación de los ríos amenaza nuestra salud y seguridad. Dondequiera que esta crisis esté causando estragos, miles de mujeres defensoras de los derechos ambientales están resistiendo y trabajando para proteger la vida y la tierra.
En América Latina y el Caribe, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), hay 335 millones de mujeres y niñas, 63 millones de las cuales viven en zonas rurales, muchas de las cuales ejercen como defensoras de los derechos humanos ambientales. Cuidan semillas, páramos, fuentes de agua y luchan a diario contra los estereotipos de género que les impiden asumir roles de decisión. Junto a sus comunidades, protegen nuestra casa común: la Tierra.
La mitad de la humanidad que significan las mujeres juegan un papel fundamental para la preservación de la biodiversidad, no solo en Colombia sino en el mundo entero. A pesar de esta relación indisoluble entre los derechos de las mujeres y la conservación de la biodiversidad, ellas siguen excluidas de los espacios de toma de decisión: a nivel global, las mujeres ocupan el 27% de los escaños parlamentarios y solo el 15% de las cabezas ministeriales de medio ambiente.
Y no solo los espacios de toma de decisión figuran con cifras desalentadoras respecto a las mujeres: en el peor escenario climático, 158 millones de mujeres y niñas más podrían verse empujadas a la pobreza extrema y 236 más a la inseguridad alimentaria para 2050, de acuerdo el ‘Gender snapshot 2024′. Es por ello que la COP 16 será un espacio importante como ningún otro para poner en el centro la movilización de las mujeres por la defensa del ambiente y la conservación de la diversidad biológica.
¿Qué sería de la biodiversidad de un país como Colombia sin el cuidado de la naturaleza que hacen las mujeres en la ruralidad? Son ellas junto a sus comunidades quienes han conservado la naturaleza gracias a su saber ancestral indígena, afro, campesino, raizal y palenquero para el manejo del bosque, de la chagra, la producción y preparación de alimentos, la medicina propia, en la sostenibilidad de la tierra y sus comunidades.
Bibiada Aido, representante país de ONU Mujeres en Colombia, comentó que “es fundamental hacer hincapié en que ese cuidado de la naturaleza las expone a desafíos y violencias de género. Son atacadas no solo como defensoras de los derechos, la tierra y los recursos naturales, sino también como mujeres que desafían las normas sociales de género. Estas amenazas incluyen violencia de género, agresiones, amenazas a sus familias, campañas de difamación y otras formas de intimidación por motivos de género, tanto en línea como fuera de línea, para silenciar sus voces y socavar su trabajo”.
En Colombia y en toda América Latina, a pesar de los esfuerzos jurídicos y políticos del Estado para enfrentar y superar la violencia y la estigmatización de las defensoras, la situación sigue siendo extremadamente preocupante. El país sigue siendo el lugar más peligroso del mundo para las defensoras ambientales, con 79 asesinadas/os en 2023, según el último informe de Global Witness.
Yuli Velásquez, defensora ambiental de la Federación de Pescadores Artesanales de Santander (Fedepesan), organización socia de Mujeres cambiando su mundo, comentó que es importante apoyar la acción climática y de conservación que avanzan las mujeres “porque en muchos casos somos nosotras quienes cuidamos la biodiversidad, y también quienes generalmente transmitimos las tradiciones de generación en generación”.
Asimismo, Sandra Aguilar presidenta de la Asociación red departamental de jóvenes del Cauca (Redejoca, quienes son igualmente socias de Mujeres cambiando su mundo, comentó que desde la Asociación “nuestra misión prioriza ayudar a preservar el planeta, construir espacios amigables con el medio ambiente, crear proyectos y negocios verdes, y alentar a los jóvenes a sembrar, contribuir con la agricultura y sentar las bases para rescatar su cultura y tradiciones para que puedan preservar el legado ancestral de sus historias”.
La COP 16 es entonces una oportunidad para resaltar el liderazgo esencial de las defensoras ambientales como constructoras de un presente y futuro sostenibles, pues sus voces y luchas cotidianas representan la preservación de la naturaleza que hace posible la vida en todos los rincones del mundo.