La Defensoría del Pueblo, a través de sus redes sociales, lamentó el hecho que se registró en Roldanillo, Valle del Cauca. “Lamentamos la muerte del niño Manuel Álvarez, de 11 años, quien resultó con quemaduras en el 90 % de su cuerpo tras la explosión de una vivienda en la que al parecer se almacenaba o fabricaba material pirotécnico, en el barrio La Asunción, en Roldanillo”.
Cabe resaltar que en Roldanillo no existe restricción total al material pirotécnico. Su distribución o venta en muchos casos termina en hechos lamentables como este. Tras lo sucedido, la seccional del Valle de la Defensoría del Pueblo anunció a la familia del menor estar a entera disipación para auxiliarlos en lo que sea necesario.
De igual manera, oficiaron a la Alcaldía municipal y demás entes territoriales involucrados, para que se tomen medidas urgentes que garanticen el control del uso de la pólvora y prevengan que casos como este se repitan.
Según información recopilada por la comunidad, tan pronto se generó la conflagración, los mismos vecinos llamaron a la línea de emergencia. Las unidades de socorro llegaron a la vivienda, extinguieron las llamas y rescataron al niño con vida, fue llevado a urgencias del Hospital Universitario, donde el parte médico informó que sus quemaduras grado B, estaba en el 90% de su cuerpo.
Al parecer el niño habría ingresado a la vivienda a dejar una comida a su abuela materna, momentos posteriores se escuchó la detonación. Cuando ingresaron a la residencia, los rescatistas, vieron al pequeño en el piso y se activó el mecanismo para que recibiera la atención especializada en tipo récord, pero todo esfuerzo fue infructuoso
No es la primera vez que pasa una tragedia similar en el Valle del Cauca
En diciembre pasado un niño de diez años que presentó afectaciones tras mover un “tumba rancho” quemado que aún contenía material pirotécnico, el cual detonó.
Al menor, herido por la detonación, se le amputaron dos falanges de los dedos índice y medio de la mano izquierda. Asimismo, presentó quemaduras de aproximadamente seis centímetros de tercer grado.
Según lo manifestado por sus familiares, el menor se encontraba en la residencia de su abuela y cuando se disponía a regresar a la vivienda de su mamá encontró en la calle una caja quemada, esta contenía en su interior el material pirotécnico que detonó en sus manos.
De inmediato el niño fue trasladado al centro hospitalario en Palmira, pero debido a la gravedad de las heridas fue remitido a Cali para darle un manejo más profesional.
El incendio en la cárcel de Tuluá era una tragedia anunciada. Estos son los documentos que lo prueban:
En la noche del 27 de junio, un incendio cobró la vida de 56 presos en la cárcel de Tuluá, en el Valle del Cauca. Según lo conocido por SEMANA, en el penal se vivía un duro enfrentamiento entre dos bandas criminales que se peleaban el control del lugar. Dicho enfrentamiento condujo a una pelea que terminó en un choque entre presos y autoridades, que entre gas, humo y fuego acabó con la vida de varias personas ese día.
Pero la cárcel no estaba en las mejores condiciones posibles y todo parecía una verdadera bomba de tiempo hasta que una tragedia ocurriera. Desde el 2019, ya se había informado desde la cárcel que sufrían de varios problemas de infraestructura, por ejemplo, que la red contra incendios no funcionaba y pedían que esta fuera arreglada.
En el comunicado dirigido a las autoridades competentes, el director de la cárcel de Tuluá solicita que de manera urgente se haga el mantenimiento de la red contra incendios para evitar cualquier tragedia. El no funcionamiento de este mecanismo ponía en riesgo a todo el penal, más sabiendo que esta red es parte básica del funcionamiento de las cárceles, como lo establece la Procuraduría.
Los años pasaron y nunca se le dio solución a este problema. Además, sufría otras serias dificultades que, ante una emergencia, dificultarían cualquier pronta respuesta y evacuación. El patio 8 del penal era habitado por un total de 175 reclusos, pero solo era custodiado por un guardia del Inpec, además, solo había una entrada y una salida; no tenía ni un solo extintor, porque los seis que había en la cárcel estaban en otros patios. Todo estaba preparado para una tragedia.