Evelyn Rodas habló por primera vez del crimen que cometió su compañero sentimental, Brayan Campo, en contra de la niña Sofía Delgado. De acuerdo con la confesión del hombre, él la mató con un objeto contundente y escondió su cadáver en un cultivo de caña de azúcar del municipio de Candelaria, en el Valle del Cauca.
La mujer conversó con el periodista Jay Alarcón durante 30 minutos. Ella insistió en que es inocente, reconstruyó el momento en el que su esposo admitió los delitos y contó cómo actuó después del homicidio de la pequeña de 12 años. Su testimonio fue clave en las investigaciones que adelantaron la Policía y la Fiscalía.
Rodas indicó que, durante los dos años del noviazgo, Campo jamás le demostró una actitud violenta en contra de las menores de edad: “Yo nunca le noté algún comportamiento extraño con niñas. Él, incluso, no era capaz de acercársele a ellas, ni siquiera a mi hija era capaz de bañarla ni de mirarla desnuda, nunca, jamás”, le mencionó al comunicador.
Pero ella sí tenía conocimiento de la deuda que él tenía con la justicia por el delito sexual que habría cometido en 2018 con otra niña, también llamada Sofía: “Hasta donde yo tenía conocimiento, era una trampa que le habían hecho a él, o era lo que él me había dado a entender y lo que su familia tenía entendido. Yo le daba sus razones”.
El crimen de Sofía
El 29 de septiembre desapareció Sofía Delgado. Según Brayan Campo, él la engañó para que entrara a la tienda de mascotas que atendía en el municipio de Candelaria con la excusa de regalarle un collar para un perro: la golpeó con un objeto contundente, escondió sus restos en costales y los ocultó en una zona boscosa de la misma población.
Aunque en un principio se especuló que Evelyn Rodas habría participado en el hecho y fue detenida por la Policía Nacional, en el juicio preliminar se descartó la hipótesis. SEMANA conoció que el mismo Campo le reiteró a la Fiscalía que actuó solo y su esposa no tenía conocimiento de lo que aconteció el domingo.
Rodas contó que, sobre las 10 a. m. de ese día, ella se acercó al local a dejar una calculadora y apenas regresó el lunes. En la explicación que rindió ante los detectives, aseguró que en la mañana estuvo mercando, luego fue a su casa a hacer el almuerzo y en la tarde compartió con Campo, comieron y estuvieron viendo películas.
Así actuó el delincuente: “Era completamente normal, nunca me demostró nervios. Ese mismo día se comió todo lo que le serví”, agregó la mujer. Sin embargo, salió de la residencia durante 20 minutos con la excusa de ir donde el mecánico, ella no vio sospecha y continuó disfrutando del fin de semana sin saber lo que había ocurrido.
La semana también transcurrió sin anomalía. Ella se enteró de la desaparición de la niña y posteó en sus redes sociales mensajes para colaborar en la búsqueda, desconociendo que el responsable estaba durmiendo en su cama. Frente a la actitud de Campo, ella dijo: “Toda la semana estuvo normal. Nunca me demostró remordimiento, ansiedad”.
La investigación
Evelyn Rodas notó que algo no estaba bien cuando los uniformados empezaron a rodear sus movimientos: “Ellos empezaron a frecuentar mucho mi casa. Me vigilaban 24 horas al día, todo el tiempo. Yo decía: ‘Algo anda sospechoso, esto ya no me está gustando’. Pero jamás me imaginaba que era porque él tuviera algo que ver en esto”.
Ante los cuestionamientos de esa vigilancia, Campo le refutó: “La excusa de él siempre era de que lo querían involucrar en el proceso, por lo que ya tenía un caso anterior, caso del que yo tenía conocimiento. Él siempre estaba como muy asustado, decía: ‘Si pagué ya por una injusticia, voy a volver a pagar hoy por otra injusticia’”.
Sin embargo, fueron detenidos por la Policía y ella no logró dimensionar los acontecimientos: “El día de la captura, estaba en total negación porque no me cabía en la cabeza cómo yo podía estar involucrada en eso. Yo decía: ‘Dios mío, me parece injusto que me estén haciendo esto porque yo no he hecho nada’. Fue duro, fue duro”.
En esos momentos, Brayan Campo la miraba a los ojos y le comentaba que no tenía que ver con el crimen de la pequeña, que era inocente. No obstante, minutos antes de una audiencia, ella le volvió a insistir con la pregunta de si tenía responsabilidades, él guardó silencio y no la miró a los ojos. Ella interpretó su gesto como una admisión de culpa: “Yo nunca me imaginé que él fuera capaz de tal cosa. Yo quería golpearlo, le dije al investigador: ‘Sepárame de él porque lo voy a golpear’”.
Ella quedó en libertad y lidia con cientos de amenazas: “Yo soy inocente de todo lo que pasó. Yo no me enteraba absolutamente de nada. Cada persona debe hacerse responsable por cada acción que hace. Por el hecho de que yo sea la esposa de él, no quiere decir que yo tenga que pagar los platos rotos de él”. Su temor es la seguridad de su hija: “Mi mayor miedo [es] que le vayan a hacer algo a ella por algo que hizo su padre. Me duele”.