SEMANA viajó hasta el municipio de Rosas, Cauca, para recoger las sensibles historias que deja el monumental deslizamiento de tierra que partió en dos la vía panamericana. Un milagro salvó de la muerte a los habitantes de la vereda La Soledad, dado que era inminente que quedaran sepultados en medio de la montaña que se desprendió.
Las alarmas que despertaron a las 150 familias damnificadas fueron los crujidos de la peña. Primero se escucharon las piedras rodar desde la cima y luego un espantoso estruendo que advirtió de una tragedia: el paisaje se convirtió en una nube oscura y el temor de morir se apoderó de los campesinos, que esquivaron la emergencia con sigilo.
De esas maniobras da cuenta Juan Carlos, el hombre que se encarga de arreglar las motocicletas del corregimiento. En la madrugada de este 9 de enero, se levantó preocupado por los extraños ruidos que hacían eco en todo el corredor. Como pudo, agarró lo que tenía en la mano, despertó a sus vecinos y escapó en su motocicleta.
Todo esto pasó en dos segundos. Después de interrumpirles el sueño a los suyos, giró su mirada hacia la vivienda y la vio enterrada por la tierra. Hoy es testigo de un milagro que comparten más de 300 personas de su comunidad, quienes están instaladas en las inmediaciones del corredor que conecta a la ciudad de Popayán con la capital de Nariño.
“Yo lo vi todo, desde que empezó. Primero empezó el río de unas piedritas a caer. Ya después era bum, bum, bum. Ya a lo último empezaron a caer piedras por la quebrada. Yo empecé a levantar a los vecinos. Cogimos las motos y salimos. Todas las casas cayeron abajo”, señaló, con su dedo, el arrume de tierra que taponó esta importante vía.
Reconoció que el movimiento en masa lo dejó en la calle, pero lo importante es que está con vida porque la posibilidad de sobrevivir era escasa, frente a la dimensión de la emergencia que percibió cuando el sol empezó a asomar en el sur del país. Los organismos de socorro confirmaron que, como él, ninguna persona falleció tras el deslizamiento.
“Si nos demorábamos dos segundos más en salir, nos hubiera tapado la tierra”, reconoció el sobreviviente de Rosas, mientras fijaba la mirada sobre los dos inmuebles de su propiedad que se vieron afectados por el estrago de la naturaleza: el taller de motos lo perdió completamente y la casa que colapsó parcialmente, pero no sabe cuándo habitarla nuevamente.
Esa posibilidad está lejos de cumplirla. En la tarde de este 10 de enero, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres dejó por sentado que el terreno de este sector del departamento del Cauca es de alto riesgo, por lo que no se pueden utilizar para el desarrollo de proyectos de viviendas y mucho menos para la producción de alimentos.
“Son zonas de reserva y protección ambiental. Para el caso de Rosas, luego de la reubicación de estas familias, lo que buscaremos es declarar esta zona como de reserva forestal, porque definitivamente es inestable, ya que está dentro de la falla Romeral-Cauca”, afirmó el director general de la Unidad Nacional, Javier Pava Sánchez.
Mientras se baja la presión de la emergencia que dejó sin hogar a más de 150 familias, el Gobierno Nacional, además de evacuar a las personas hacia sitios seguros, tomó la decisión de suministrar en el municipio de Rosas 3.200 kits de asistencia humanitaria de emergencia: 800 de alimentos, 800 colchonetas, 800 frazadas y 800 toldillos.
De igual manera, se activó el puesto de mando unificado esta tarde para hacerle seguimiento a las acciones, donde se esperaba la presencia del presidente Gustavo Petro, pero no pudo llegar por las condiciones climáticas de la zona.