Gremios azucareros, pequeños y medianos empresarios y comunidades afrodescendientes del norte del Cauca, denuncian que el problema de las invasiones en el territorio por parte de comunidades indígenas se ha vuelto paisaje para el Gobierno Nacional.
El más reciente asedio está teniendo lugar en la tarde de este viernes, 23 de junio, en la Hacienda Japio, ubicada en el municipio de Caloto (Cauca), donde invasores le prendieron fuego a la reserva protegida de bosque seco tropical que comprende mil hectáreas.
Aunque los pobladores alertaron al Cuerpo de Bomberos Voluntarios del municipio vecino de Santander de Quilichao, la situación está delicada y el incendio no se ha podido controlar.
De acuerdo con María Luisa Holguín Camayo, ecóloga y ambientalista del municipio de Santander de Quilichao, en el norte del Cauca, esto se trata de “un crimen ambiental”.
“Con profunda tristeza les comunico que el bosque seco tropical de mi municipio, de Caloto, hoy está siendo incinerado. Hay un crimen ambiental, un crimen ecológico de las especies únicas de flora y fauna silvestre”, lamentó.
Holguín Camayo agregó: “estamos ante un incendio en áreas protegidas, le pedimos a la nación, a la vicepresidencia, que nos ayude a controlar este incendio, por favor, no nos abandonen; la flora y la fauna silvestre en el norte del Cauca, los necesitan”, clamó.
La ambientalista precisó que ya se activaron todos los protocolos, “solo que el bosque es tan denso, el peligro inminente que se extienda el incendio es muy fuerte y se necesita el apoyo de todos los bomberos, en este caso de la región, por eso estamos solicitando esta ayuda de manera inmediata”, solicitó.
Cabe recordar que el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), desde hace un par de décadas, emprendió una cruzada para lo que ellos llaman “liberación de la madre tierra”. El argumento principal es que todos aquellos predios productivos, donde generalmente se cultiva caña de azúcar, históricamente les pertenecen.
El segundo gran argumento es que la caña es un cultivo que hace daño a la tierra, lo paradójico es que en un recorrido realizado por SEMANA en zona rural de Caloto hay grandes predios de este producto sembrado por un cabildo.
Hoy, las grandes haciendas que antes cultivaban caña y nutrían a los ingenios azucareros están abandonadas, invadidas por los indígenas que aún no han iniciado procesos de agricultura, ni tampoco dejan que otros lo hagan. En pocas palabras, son tierras baldías, las mismas que el presidente Gustavo Petro critica tanto por su gran extensión y poca productividad.
Los indígenas del norte del Cauca comenzaron con la invasión de grandes haciendas, luego siguieron con parcelas medianas y ahora libran fuertes confrontaciones con comunidades afrodescendientes que, denuncian, se sienten amenazadas y cercadas por la presencia de los miembros del Cric.
“Hasta hace un tiempo, las invasiones se controlaban un poco más, hoy ni con orden judicial se han logrado restablecer los predios. Nos sentimos muy desprotegidos, a la deriva, sin saber qué hacer o cómo defendernos. Los indígenas llegan a las fincas en manada, empiezan a cortar y quemar la caña, luego hacen campamentos y se quedan ahí”, cuenta uno de los hacendados desterrado por el Cric.
Muchas de esas haciendas alquilaban sus predios a los ingenios, por lo que el impacto económico en esa región se mantiene a la baja. Empleo no hay, manifiestan los antiguos trabajadores cañeros. Muchos de ellos –en una medida desesperada– conformaron brigadas de seguridad nocturna para evitar las invasiones, pero en la oscuridad de la noche los empezaron a matar.
De acuerdo con Asocaña, este año han sido asesinados tres trabajadores de la caña, dos el 6 de febrero en la vereda El Tetillo y uno más el 15 de abril en el municipio de Miranda. Asimismo, resultaron heridos con arma de fuego ocho trabajadores, mientras que tres fueron secuestrados y liberados horas después.