El volcán Puracé, situado en el suroccidente del país, sigue en alerta naranja y estrictamente vigilado por el Servicio Geológico Colombiano, por el riesgo que representa su posible erupción.
“Tanto la actividad sísmica asociada a fracturamiento de roca al interior del edificio volcánico como la relacionada con el movimiento de fluidos, se caracterizó por presentar un comportamiento similar al observado en días anteriores. Los sismos de fractura siguen ubicándose bajo el cráter del volcán Puracé y de su flanco oriental, a profundidades de hasta 4.0 km. La máxima magnitud calculada fue de 1.8 ML, correspondiente a un sismo registrado el día de ayer a las 11:51 p.m.”, explicaron en un comunicado emitido la tarde de este miércoles 8 de mayo de 2024.
De igual manera, indicaron que la sismicidad relacionada con movimiento de fluidos sigue concentrándose en el sector del cráter y en su flanco norte, a profundidades menores a 1 km.
“El registro de sismos asociados al ascenso, emplazamiento o movimiento de magma, los cuales se han ubicado bajo los centros eruptivos Piocollo y Curiquinga, a profundidades entre 1 y 3 km, ha mostrado una disminución, en comparación al día de ayer”, detallaron.
Según el Servicio Geológico Colombiano, la emisión de gases no ha sido detectada, debido a las condiciones meteorológicas de la zona.
“Debido a la baja visibilidad asociada con las condiciones meteorológicas, durante el tiempo evaluado en el presente boletín, no fue posible observar la columna de gases. Los procesos de deformación del suelo y las concentraciones de los gases dióxido de carbono (CO₂) y dióxido de azufre (SO2) no mostraron cambios y sus valores continúan estando por encima de las líneas base conocidas para este volcán”, informaron.
Aunque actualmente la alerta es naranja, no descartan que con el pasar de los días pueda elevarse la alerta a roja.
“Volcán con cambios importantes en los parámetros monitoreados. Si bien es posible que los niveles de actividad sísmica, así como los de desgasificación disminuyan o sean oscilatorios, en el sentido de aumentar unos días y disminuir otros, esto no implica que el volcán haya retornado a sus niveles normales de actividad. Para retornar a un estado de alerta menor (amarilla), se requiere de un tiempo prudencial en el que se evalúan todos los parámetros monitoreados y se determinan tendencias que puedan indicar una mayor estabilidad. Durante este tiempo, en caso de que se produzca una aceleración de los procesos que sugieran una erupción inminente o que se produzca la erupción en sí, el nivel de estado de alerta se cambiará a roja”, explicaron.
Hay que decir que, desde el 14 de septiembre de 2023, de acuerdo con el nuevo esquema de medición de la actividad volcánica en Colombia, la actividad de las 25 estructuras volcánicas activas monitoreadas por el SGC se categoriza en estados de alerta.
¿Qué es la alerta naranja?
En el estado de alerta naranja, el volcán puede presentar aumentos de sismicidad de moderados a altos, que pueden estar asociados a la dinámica de fluidos o a fracturas de rocas al interior del volcán, a la deformación considerable de la superficie, a cambios importantes en los niveles de desgasificación (incremento o disminución drástica en la frecuencia de emisiones de SO2 u otros gases magmáticos) o al aumento de las alturas de la columna de vapor de agua y gases.
Las manifestaciones superficiales que pueden generar algunos de estos fenómenos son: emisiones de ceniza frecuentes (erupciones menores), cuyo volumen no afecta de manera importante el diario vivir, explosiones o incandescencias, anomalías térmicas importantes, ruidos, sismos sentidos, olores fuertes e irritantes en zonas cercanas al volcán, precipitación de azufre elemental en inmediaciones del edificio volcánico, liberación de gases magmáticos de manera significativa, que pueden causar la muerte de pequeños animales cercanos al volcán y agrietamientos en el terreno.
También se puede presentar el ascenso y destrucción de domos con poco alcance de afectación, proyectiles balísticos, lahares con volúmenes pequeños o corrientes de densidad piroclástica restringidas a la parte proximal del edificio volcánico.