Decenas de guerrilleros de las Farc han vuelto al Guaviare y han llenado el campo de minas antipersonales, dejando una estela de heridos civiles y militares. Hasta mediados de 2008, las Fuerzas Armadas habían conseguido quitarle el dominio a las Farc en buena parte del Guaviare. De hecho, desde 2007 hasta la ‘Operación Jaque’ en la región se decía que las Farc se habían ido, que habían desaparecido. Sin embargo, desde el pasado noviembre volvieron cientos los guerrilleros a rondar al sur y centro del departamento. Miraflores está prácticamente sitiada por las Farc. Según fuentes militares, las Farc han abierto un nuevo frente en la región, el 81, también llamado ‘Reinaldo Cuellar’. Aseguran que el Frente 1 que solía tener presencia en la Amazonía se desdobló y nació este frente del Guaviare, y por eso, aunque no tenga más hombres, parece que hubieran crecido. La gente de la región dice, en cambio, que sí han reclutado y que ahora son más. La situación militar no es igual en todo el departamento. En el norte del Guaviare y el sur del Meta, la Fuerza Púbica lanzó la ‘Operación Filipo II’ y puso en práctica su estrategia del proyecto de Recuperación Social del Territorio. Así, a fines de 2008,  lograron penetrar uno de los campamentos de paso de alias 'John 40', jefe del frente 43 de las Farc en el municipio de San José del Guaviare e incautar los computadores del jefe guerrillero, lo que le dio a la Fuerza Pública una ventaja estratégica para iniciar su ofensiva.   'John 40' es un fiel seguidor del 'Mono Jojoy', aquien considera su héroe y además fue el encargado de las finanzas del Bloque Oriental después de la muerte del Negro Acacio. En el norte del departamento los 14 mil hombres de las Fuerzas Armadas vienen desarrollando una ofensiva contra los guerrilleros del frente 43, 44 y parte del 7. Las Farc han respondido a la ofensiva militar, sembrado minas antipersonales de forma masiva.  En estas crueles trampas han caído 14 militares, muchos civiles e inclusive guerrilleros. Una de las comunidades más afligidas, es la de los indígenas guayaberos, quienes se han desplazado a Mocuare cerca a Puerto Alvira en la jurisdicción de Mapiripán. El 24 de marzo pasado, según versiones oficiales, miembros de la Fuerza Tarea Omega; adelantaron operaciones en la zona conocida como Caño Flauta, vía La Carpa- Cachicamo, a 50 kilómetros de San José del Guaviare. En dicho lugar, se presentó un enfrentamiento con el grupo armado ilegal en el que murieron dos guerrilleros. Y cuando la tropa se disponía a recoger los cuerpos, fueron atacados con granadas por las Farc. La información oficial habla de cinco militares muertos, sin embargo, información recogida en trabajo de terreno indica que los muertos superaron los 20. Al centro y sur En el centro y sur del departamento la situación es aún más complicada, sobre todo en el municipio de Miraflores. Según su alcalde, Carlos Iván Flórez Ruiz, en lo que va del año se han presentado 10 hostigamientos de las Farc, muchos de ellos con cilindros o pipetas cargadas de explosivos. Además las guerrillas están constantemente atacando los tres puestos de control militar sobre el río Vaupés. El mismo 24 de marzo las Farc lanzaron cinco granadas y tres cilindros, dejando un saldo de un civil y un policía herido. No obstante, lo que más daño causa son los campos minados. Entre el 22 y 23 de marzo se presentaron choques militares al otro lado del río Vaupés. Allí cayó un soldado en un campo minado y quedó gravemente herido.  Un sargento que pretendía apoyar al soldado herido, fue retenido por la guerrilla, y hasta el día de hoy continua en su poder. Se teme que pueda acabar entre los llamados canjeables. Según el alcalde Flórez, las víctimas de minas antipersonal en Miraflores, entre civiles y militares ascienden a 17 personas entre ellos dos menores de edad. Al igual que en el norte del departamento, en esta región las comunidades indígenas son las más afectadas: en la comunidad “Centro Miraflores” donde conviven dos pueblos indígenas, se presenta un confinamiento. Puerto Esperanza es otra zona, con alta presencia indígena y un número creciente de minas antipersonales. Los civiles que deben moverse en estos campos corren un alto riesgo de caer en las minas y además, muchos viven pegados a campamentos militares.  La policía también ha puesto algunas de sus trinchera muy cerca a las casas; otro caso.  La base de El Tanque está rodeada por viviendas. Lo mismo sucede con la base del puerto y con la que se encuentra sobre la vía fluvial. La Fuerza Pública aún no ha podido reubicar bases y campamentos a mayor distancia de las zonas de vivienda.