Eran las 12:10 del mediodía. La embajada de República Dominicana en Bogotá ofrecía una recepción para conmemorar la fiesta nacional de ese país caribeño a la que asistía un numeroso grupo de diplomáticos.  De la nada, uno de los presentes sacó un arma y disparó al aire anunciando que se trababa de un asalto. En medio de la confusión aparecieron 12 guerrilleros, encabezados por Rosemberg Pabón, y confirmaron que la guerrilla del M-19 se había tomado la embajada de República Dominicana en una operación que llamaron Democracia y Libertad. “Mataremos a dos rehenes cada diez minutos”, amenazaron. Dieciséis diplomáticos figuraban en la lista de invitados y permanecieron retenidos durante 61 días, entre ellos los embajadores en Colombia de Estados Unidos, Costa Rica, México, Brasil, Uruguay, Suiza, Perú, Venezuela y el Nuncio Papal.  La negociación propuesta por los guerrilleros ante el presidente colombiano, Julio César Turbay Ayala, fue la excarcelación de 300 compañeros suyos y la suma de 50 millones de dólares. El Ejército rodeó las instalaciones de la embajada que alguna vez fue domicilio del general Gustavo Rojas Pinilla, ubicada en la carrera 30 con calle 47 en Bogotá, en espera de las órdenes presidenciales de un rescate militar. Cosa que no sucedió como en el cruento episodio de la retoma del Palacio de Justicia, cinco años después. El mundo volcó la mirada hacia la capital colombiana y la guerrilla del M-19 era su protagonista, con Jaime Bateman Cayón como su máximo comandante. Los periodistas de cadenas nacionales e internacionales crearon un campamento frente a la sede diplomática al que bautizaron con el nombre de “Villa Chiva”.  ‘Emilia’, una integrante del grupo guerrillero que participó de la toma, afirmaría años después que ese acto fue una respuesta a la represión de la protesta social en Colombia, a la persecución a los intelectuales de izquierda y que el objetivo era cuestionar el sentido de la democracia colombiana visibilizando ante el mundo lo que ellos llamaban violaciones a los derechos humanos.  La vida quedó detenida durante 61 días para los guerrilleros y rehenes que allí se encontraban y dependía de las negociaciones que se libraron durante varias horas en una camioneta amarilla en la que representantes del gobierno y M-19 pactaron un acuerdo. Carmenza Cardona Londoño, guerrillera conocida como ‘La Chiqui’ fue designada por el grupo guerrillero para las negociaciones con el gobierno.Pese a que la toma, según ex guerrilleros del M-19, estaba prevista para que durara máximo una semana, se extendió durante 8 más y fueron necesarias 24 reuniones para conseguir la libertad de los diplomáticos. La negociación consistió en enviar tanto a rehenes como a guerrilleros en un avión a La Habana, Cuba. Una vez allí, los diplomáticos fueron puestos en libertad y los guerrilleros recibieron asilo en ese país. Años después se conocería que además el gobierno de Turbay pagó 1 millón de dólares a la guerrilla del M-19. Los 300 guerrilleros que pedían a cambio, no fueron excarcelados. El ex presidente cubano, Fidel Castro, en su libro “La Paz en Colombia” narra cómo el gobierno de Turbay, que posteriormente rompió relaciones con Cuba, trajo al país a un comando israelí para tomar por asalto la embajada de República Dominicana y cómo los israelíes sobrevolaron el área para determinar las condiciones del operativo. Pero cuenta que ellos mismos dijeron que no había condiciones. Según los documentos citados por Castro, Israel le dio al gobierno el millón de dólares para que el M-19 aceptara dejar en libertad a los embajadores que salieron con los guerrilleros hacia Cuba. El 27 de abril de 1980 terminó la toma. Cuando los rehenes estuvieron libres, el presidente Turbay anunció al país que como resultado de un acuerdo entre colombianos, no hubo vencedores ni vencidos: "Ganamos todos". Jaime Bateman Cayón, fundador y máximo líder de esa guerrilla, aprovechó el momento y propuso un gran diálogo entre las fuerzas vivas del país para poner fin a la lucha armada pero no tuvo éxito por lo que planearon la toma al Palacio de Justicia, en 1985. Otro capítulo sangriento de la historia del conflicto armado colombiano. El 9 de marzo de 1990 el M-19 firmó la paz con el gobierno de Virgilio Barco y se dio paso a la Asamblea Nacional Constituyente que les permitió convertirse en partido político. El ex guerrillero Carlos Pizarro Leongómez ascendía en popularidad en la campaña presidencial de 1990. Fue asesinado, al igual que muchos otros de sus líderes. Rósemberg Pabón, guerrillero al mando de la toma, regresaría a Colombia tras el acuerdo de paz. Fue alcalde de Yumbo, congresista y hoy es funcionario del gobierno de Álvaro Uribe Vélez.  Otros pocos militantes del movimiento M-19, una vez depuestas las armas, continuaron por el camino de la política como Antonio Navarro Wolf y Gustavo Petro, éste último actual candidato presidencial por el Polo Democrático Alternativo.