En un acto de violencia que evidencia la creciente inseguridad en el Catatumbo, el intendente jefe Luis Carlos Bonilla Barrera, comandante de la estación de Policía del municipio de Teorama, Norte de Santander, fue asesinado en un ataque con francotirador. Según los primeros reportes, el hecho ocurrió mientras Bonilla Barrera cumplía con sus labores al interior de la estación.
Este crimen se suma a una larga lista de episodios de violencia que azotan a la región, marcada por la presencia activa de grupos armados ilegales, en particular el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que opera con fuerza en esta zona estratégica debido a su geografía montañosa y su proximidad a la frontera con Venezuela.
El municipio de Teorama, como otros del Catatumbo, ha sido escenario de constantes ataques contra la Fuerza Pública, así como de secuestros, asesinatos y desplazamientos forzados de la población civil. La región, además, enfrenta una crítica situación de orden público vinculada al narcotráfico y a la lucha por el control territorial entre distintos grupos armados.
Organizaciones defensoras de derechos humanos han reiterado el llamado al Gobierno nacional para priorizar acciones que mitiguen la crisis de seguridad en el Catatumbo y para brindar mayor protección tanto a la Fuerza Pública como a la población civil.
El Catatumbo: una región en crisis
El Catatumbo es una de las zonas más conflictivas de Colombia, donde convergen el ELN, disidencias de las Farc y otras estructuras criminales. Estas organizaciones han instaurado un clima de terror con ataques frecuentes, extorsiones y asesinatos selectivos. La región también enfrenta una crisis humanitaria derivada del desplazamiento masivo y de la falta de acceso a servicios básicos por parte de las comunidades afectadas por el conflicto.
Este asesinato refleja, una vez más, la urgente necesidad de fortalecer las estrategias de seguridad y de avanzar en soluciones integrales que permitan llevar desarrollo y paz a esta región históricamente olvidada por el Estado.