Con una nueva amenaza de bomba amanecieron los pobladores del municipio de Tibú, Norte de Santander, donde en las últimas semanas se han visto atemorizados por la presencia de subversivos patrullando de manera ilegal en este territorio.

En ese sentido, los tibuyanos reportaron a las autoridades hacia las 5:00 a. m. de este lunes, 25 de julio, sobre la presencia de dos morrales negros, los cuales fueron abandonados a la mitad de la calle en inmediaciones de dos instituciones educativas.

De acuerdo con los habitantes del sector, los paquetes sospechosos habrían sido dejados desde la medianoche, por lo que se optó por suspender las clases mientras que el Cuerpo Técnico Antiexplosivos verifica y adelanta el procedimiento.

Ante esta situación, uno de los docentes de este municipio catatumbero advirtió que alrededor de 2.000 niños se verían afectados por estos actos terroristas que intimidan a la población civil, la cual queda una vez más en medio de la guerra.

“Lamentablemente esta situación se repite, acá vivimos con la zozobra de manera permanente y hoy los niños no pueden llegar a los colegios por culpa de los violentos que hacen todos los días cosas acá en el pueblo”, mencionó el académico en una entrevista radial.

Hasta el momento, las autoridades policiales ni gubernamentales se han pronunciado por lo sucedido, la inspección del lugar se adelanta a los alrededores del colegio Salesiano y el jardín infantil Golosinas, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

Sin embargo, esto se ha vuelto repetitivo, pues el pasado 10 de julio el Ejército Nacional informó sobre la detección de artefactos explosivos encontrados en el casco urbano del municipio de Tibú; al parecer, estos habrían sido instalados por el grupo armado organizado residual E33.

“Estos artefactos explosivos fueron ubicados e instalados por bandidos del GOA-r 33, cuyo cabecilla es alias Jhon Mechas, Richard, y especialmente los milicianos urbanos, alias Lalo y alias Roque. Pretendían ataca a la población civil y las tropas que están acá”, afirmó el mayor general Omar Esteban Sepúlveda Carvajal, comandante de la Segunda División del Ejército.

Según el informe de las autoridades, estos artefactos fueron ubicados y posteriormente neutralizados por equipos especiales del Ejército, ya que estaban amenazando a la población civil y Fuerza Pública que recurre la zona. En el operativo, a cargo de la Fuerza de Tarea Vulcano, se encontraron los explosivos y con aparatos tecnológicos lograron desactivarlos.

En el reporte, las autoridades recalcaron que el primer artefacto se trataba de un cilindro lleno de pentolita, el cual estaba armado artesanalmente y contaba con una activación por cable de mando, mientras que el segundo explosivo fue identificado como una granada de mortero, la cual fue encontrada en pleno casco urbano de Tibú, y su método de activación era de radiofrecuencia, por lo cual este último podía ser activado en cualquier momento desde un celular.

Entre tanto, se indicó que estos artefactos fueron instalados por “narcoterroristas cerca de la población civil, para sembrar terror en la región y evitar la reacción oportuna de los soldados, usando a la comunidad como escudos humanos”, según el Ejército.

Por su parte, el mayor general Sepúlveda responsabilizó sobre estos elementos a una de las estructuras criminales que delinquen en la región. “Estas trampas mortales serían empleadas por integrantes del GAO-r E33, cuyo principal cabecilla criminal es el sujeto que se hace conocer con el alias de Jhon Mechas”, aseguró el comandante.

Ante este hecho, Sepúlveda mencionó que, de igual manera, esta acción vulnera el artículo tercero común a los cuatro Convenios de Ginebra. “Los artefactos explosivos habían sido fabricados, de manera improvisada, envueltos en sacos blancos para no ser detectados por los soldados que se encontraban realizando registros en profundidad”, indicó.