En las últimas horas de este martes 11 de abril, murió el soldado identificado como Brayan Guerrero López, de 19 años, quien había quedado gravemente herido tras el ataque del ELN el pasado 29 de marzo en el municipio de El Carmen, en Norte de Santander.

Fuentes militares confirmaron en SEMANA este suceso.

En un primer instante, Guerrero se encontraba en la ciudad de Cúcuta recibiendo atención médica en la Unidad de cuidados intensivos (UCI) de la Clínica Medical Duarte. Sin embargo, por sus complicaciones, fue remitido al Hospital Militar, de Bogotá, donde sufrió un paro cardiorrespiratorio. Esta nueva víctima era de la ciudad de Valledupar.

En helicópteros llegaron los soldados heridos a Cúcuta. | Foto: Suministrada a SEMANA por red de apoyo ciudadana

El soldado no resistió a las lesiones y falleció 13 días después de la brutal masacre de otros nueve soldados que se registró en el Catatumbo de parte de esta guerrilla. Los demás heridos son: el subteniente Carlos Pacheco Pacheco, Álvaro Epieyu Epieyu, Arrieta de Armas, Adolfo Epieyu, Gabriel Herrera Orozco, Luis Angarita Muñoz, Joselito Henríquez González y Julio Molina.

Soldado Brayan Guerrero López. | Foto: Suministrada a SEMANA - Ejército Nacional

Cabe mencionar que estos militares fueron atacados con artefactos explosivos improvisados y ráfagas de fusil, al parecer, por integrantes del grupo armado organizado (GAO) ELN, del autodenominado Frente Camilo Torres.

Entre las víctimas mortales del ataque se encuentran dos suboficiales, quienes fueron identificados como el cabo segundo Brayan Gómez Gamboa y el cabo tercero Juan Benavides Bohórquez. Mientras tanto, los soldados respondían a los nombres de Kevin Acevedo Osorio, Hercel Fernández Bonivento, Johan Gómez Gelvez, José David Pushaina Epiayu, Fabio Epiayu Ipuana, Rafael Jiménez y Jaime Manuel Redondo Uriana.

Soldados asesinados por el ELN en Norte de Santander. | Foto: Ejército.

SEMANA llegó al Catatumbo

En la vereda Villa Nueva, del municipio de El Carmen, donde ocurrió la masacre, la situación es similar: el miedo es evidente y la ansiedad es un factor común. Al más mínimo ruido, las puertas de las casas se cierran apresuradas, todos corren en búsqueda de refugio; ya no se descarta nada, porque luego de lo que pasó con los militares, no hay garantías para nadie.

“Yo estaba dormida y en ese momento escuché un estruendo muy grande, pensé que estaba tronando, pegué un brinco de la cama, porque sentí que se me estremecía la casa y todo. Grité: ¡Virgen santísima!, ¿qué está pasando?”, relató Virgelina Galvis Guevara, una de las residentes de la vereda. Recuerda que el estruendo fue a las 3:00 a. m.

Lo trae a colación porque ante la primera detonación vio el reloj de pared en su cuarto. Pensó, ingenuamente, que se trataba de otro atentado contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas, pues días antes volaron parte de esta estructura, por eso los soldados llegaron hasta ese lugar.

“La verdad, uno en un momento como esos no sabe lo que está pasando ni nada, no sabe ni qué hacer, no estamos seguros de nada. Yo anoche (29 de marzo) me acosté con nervios porque no se sabe qué más hay por la zona”, expresó Virgelina.

Ciudadanos de la vereda Villa Nueva no salen del asombro de lo ocurrido. Muchos señalaron que abandonarán sus hogares porque no hay garantías de seguridad para seguir viviendo ahí.

Por su parte, Olider Carrascal, residente de la zona, también le reveló a SEMANA los momentos de angustia que vivió cuando fueron atacados los soldados con artefactos explosivos improvisados y ráfagas de fusil.

“Cuando sentí los cuatro bombazos me desperté y dije: ¡ay, Dios mío!, ¿qué pasó?, sentí miedo y pesar de los soldados que estaban por ahí porque son seres humanos. La verdad nunca pensé que algo así iba a ocurrir, porque desde que yo me crie por esta zona no había pasado algo como esto”, dijo.

Además, Olider contó que ante esta situación ha pensado en irse de la zona por temor a otro ataque, por lo que no se siente seguro viviendo en esta vereda. Pide al Gobierno nacional garantías de seguridad para los pobladores de este territorio.

El Carmen no tiene paz. Dicen que no la han tenido nunca, pero que ahora no solo no cuentan con ella, sino que les quitaron la esperanza. En ese municipio catatumbero no hay tiempo para vivir, la cuestión siempre será cómo sobrevivir.