Es probable que los resultados del Centro Democrático le parezcan un gran triunfo a la mayoría de los colombianos, menos a un grupo: los 'furibistas'. Sacar 19 senadores en una lista cerrada es una hazaña sin antecedentes en Colombia. Más gracia aún si se tiene en cuenta que más de la mitad de los 19 son totalmente desconocidos y que el único que hizo campaña efectiva fue él. Y, como si fuera poco, logró ese resultado a pesar de la controvertida decisión del Consejo Nacional Electoral de prohibirle poner su nombre o su foto en el tarjetón. Sin esa limitación, y sin las cuñas del Partido de la U que creaban confusión para robarle votos al Centro Democrático, seguramente habría obtenido más curules. Aun así, él y su primer anillo esperaban más. La última columna de Fernando Londoño mencionaba la cifra de 40. Esto podía ser un cañazo para estimular a la tropa, pero el hecho es que en el sanedrín uribista nadie esperaba menos de 25. En todo caso, independientemente de cualquier desilusión individual, fue una victoria. Quedó de segundo entre todos los partidos y les sonsacó alrededor de 15 senadores a los partidos tradicionales. Su lista está integrada por aguerridos uribistas de la vieja guardia como José Obdulio Gaviria, María del Rosario Guerra, Ana Mercedes Gómez y Alfredo Rangel. Por nuevas generaciones como Paloma Valencia, Iván Duque, Honorio Henríquez. Delfines de furibistas como Fernando Araújo, hijo del excanciller del mismo nombre, y Alfredo Ramos, hijo del detenido expresidente del Congreso, Luis Alfredo Ramos.También figuran personas como Thania Vega de Plazas, la esposa del coronel Plazas Vega, cuya exoneración por la supuestaparticipación en las desapariciones del Palacio de Justicia es una de las banderas del uribismo. En la lista aparecen también un exguerrillero del M-19 Everth Bustamante, quien fue el presidente de Coldeportes en el gobierno de Uribe, y hasta un pastor cristiano, Orlando Castañeda, quien hace parte de la Misión Carismática Internacional, la iglesia de Claudia Rodríguez de Castellanos. De resto, hay representación de algunas regiones, exfuncionarios del gobierno de la seguridad democrática y otros. Lo que todos tienen en común es que son adoradores de su jefe, le van a ser leales y van a votar en bloque cuando él les diga. Uribe tuvo claro desde el comienzo que el escenario para su referendo iba a ser el Senado, que es donde hay voto de opinión.La Cámara jugaba un papel tan secundario para él, que en algunos departamentos ni siquiera presentó listas. Como no estaba su nombre para arrastrar las listas y la mayoría de los integrantes eran relativamente desconocidos, se anticipaba un resultado malo. En lugares como Bogotá y Antioquia este fue muy bueno y la lista encabezada por María Fernanda Cabal fue la primera votación de la capital y eligió cinco de los 17 representantes de Bogotá, mientras que el Partido de la U, que tenía siete representantes, redujo su participación a apenas dos. En Antioquia también le fue muy bien, aunque esto es menos sorprendente. Eligieron seis de los 17 que tiene Antioquia. En el resto del país el resultado podría ser descrito más bien como regular, pero en todo caso superior a las expectativas. La euforia inicial de los uribistas recibió un pequeño balde de agua fría cuando entrada la noche pasaron de ser la primera fuerza, con 21 senadores, a la segunda, con 19, por cuenta del ascenso del Partido de la U. Este se quedó con el primer puesto, con 21, a pesar de que perdió siete de los que tenía hasta la fecha. El Partido Conservador ,que muchos esperaban fuera el gran derrotado, el domingo pasado mostró que está vivito y coleando. Aunque perdió cuatro curules en el Senado, le ganó al Partido Liberal, cosa que pocos pronosticaban. Y el glorioso partido rojo, que se anticipaba podía ser la primera fuerza, acabó en un melancólico cuarto lugar. Paradójicamente, fue el único de los partidos mayoritarios que no perdió una sola curul en el Senado y obtuvo el primer lugar en la Cámara de representantes. La primera conclusión de lo anterior es que en Colombia se ha consolidado un grupo de derecha que va a jugar un papel muy importante en el Congreso. El presidente Santos mantiene sus mayorías, con cerca del 65 % del Senado apoyándolo. El porcentaje es aún más alto en relación con el proceso de paz, alrededor del 80 %, teniendo en cuenta que partidos de oposición como el Polo y los Verdes están a favor de los diálogos de La Habana. Como el rechazo al proceso de paz de Juan Manuel Santos es la principal bandera del uribismo, la oposición a este va a ser efectiva más por calidad que por cantidad. Con 19 senadores contra 80, el presidente la tiene ganada. Sin embargo, la presencia y la oratoria del expresidente tendrán eco y pantalla a nivel nacional y por lo mismo se convertirán en una piedra en el zapato. Y esa piedra no se va a limitar al tema de la paz. El comando uribista participará activamente en temas de trascendencia nacional como la reforma a la justicia y la reforma a la salud. Si Laureano Gómez fue el Catón del Congreso en el siglo pasado, Álvaro Uribe Vélez se perfila como el de comienzos de este siglo. El problema para Uribe es que así como su oratoria tendrá mucho eco, la oratoria de sus enemigos contra él también lo tendrá. Y que tiene enemigos, los tiene y tan gallos de pelea como él. Ese grupo está encabezado por tres figuras de reconocimiento nacional: Jorge Enrique Robledo, Iván Cepeda y Claudia López, cuyas altas votaciones se obtuvieron en parte con base en su antiuribismo. ¿Qué impacto tiene el resultado de ayer en las elecciones presidenciales? Poco. Los 20 senadores de Uribe ni entierran ni salvan a Óscar Iván Zuluaga. Si hubieran sido 10 o 12, como algunos pronosticaban, el retiro del candidato uribista era una posibilidad real. Y si hubieran sido 35 o 40, como creían Fernando Londoño y otros, Óscar Iván contaría con la maquinaria para asegurar su paso a la segunda vuelta. Ni lo uno ni lo otro sucedió, y la candidatura uribista por lo tanto sigue en el mismo limbo en que estaba antes de las elecciones parlamentarias.