En los primeros días de diciembre se cumplirá un año desde que la dirección regional de Parques Naturales Nacionales denunció la destrucción de 56.000 hectáreas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, así como los parques Vía Isla de Salamanca y el Santuario de Flora y Fauna, un rico hábitat compuesto por caños, ciénagas y lagunas costeras. Todo comenzó por una gigantesca humareda que, tras cubrir la Ciénaga Grande, llegó incluso a los municipios que están a orillas del mar, como Ciénaga y Pueblo Viejo. El hecho llevó a Parques Nacionales y a la Policía a sobrevolar la zona hasta encontrar que unos hacendados habían secado y quemado un gigantesco humedal para convertirlo en potrero. Este caso puso al descubierto la forma como palmeros, bananeros, arroceros y ganaderos han venido construyendo jarillones y diques para secar humedales y partes de la ciénaga, con el objeto de extender sus propiedades y cultivos o para usar miles y miles de litros de agua para beneficio propio. La Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), así como las autoridades departamentales y municipales, poco han hecho para evitarlo. Un inventario inicial realizado por Parques Naturales señala que entre 2009 y 2012 las lagunas, lagos y ciénagas han pasado de ocupar 3.109 hectáreas a solo 739. Los pastos naturales cayeron de 4.844 hectáreas a solo 739, y las tierras desnudas y degradadas, que a comienzos de 2002 eran 67 hectáreas, hoy alcanzan la escalofriante área de 12.567 hectáreas. En una década el cultivo de palma pasó de 858 hectáreas a 3.427 hectáreas en zonas de humedal. Esta desecación de la ciénaga no es nueva, pues ha contado hasta con la ayuda de entidades públicas como el anterior Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) que durante años adjudicó 1.512 hectáreas de humedales de la ciénaga del Chino a seis personas naturales y sociedades, las mismas que desviaron el río Frío. En lo corrido de este año 14 personas han sido condenadas por diversos delitos contra los recursos naturales, entre ellos Rafael Hoyos Cañavera, propietario de la finca Los Patos en inmediaciones de los caños Mendegua y la ciénaga Condazo, causante del incendio de diciembre pasado. El hacendado se allanó a los cargos, pero dijo que había desecado el terreno con una supuesta autorización de aprovechamiento forestal de Corpamag, cuyo exdirector fue vinculado a la investigación. En esos incendios murieron miles de babillas, icoteas, cangrejos, ponches y otras especies de fauna y flora que nunca se podrán reponer. Desde comienzos de este año se conformó un comité interinstitucional en el que participan el gobierno nacional a través del Ministerio de Medio Ambiente, la Gobernación del Magdalena, Corpamag, los alcaldes de los municipios, la Fiscalía General, la Policía y el Ejército, entre otras autoridades. Pero hoy poco tienen para mostrar, salvo los procesos y condenas por el caso de la finca Los Patos. Ni siquiera el gobierno nacional ha declarado la emergencia aunque está probado el daño natural en el funcionamiento del sistema por la ampliación de las actividades agrícolas y agropecuarias, agravado por el fenómeno de El Niño. La ciénaga funciona como una especie de riñón que oxigena el agua y depura la materia orgánica, pero ante la disminución de las aguas provenientes del río Magdalena o de los que bajan de la sierra no puede hacer su trabajo. Por eso, hoy está contaminada y salinizada y ha causado la muerte de manglares y peces. Es necesario que el gobierno nacional declare la emergencia, destruya la captación ilegal de agua y recupere los terrenos usurpados o adjudicados de forma dudosa. Solo así la ciénaga podría seguir siendo el santuario de flora y fauna declarado zona Ramsar, cuya misión es la conservación y uso racional de los humedales. SEMANA recorrió varias zonas y descubrió la forma como están matando a la Ciénaga Grande de Santa Marta.