El jueves la fiscal general de Estados Unidos, Loretta E. Lynch, y el director del FBI, James Comey, pusieron fin a las especulaciones generadas en torno a la renuncia y silenciosa partida para Nueva York a comienzos de noviembre de Luis Bedoya, entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol. Al igual que lo ocurrido con los arrestados o acusados en mayo, cuando comenzó el famoso Fifagate, para la justicia gringa Bedoya y prácticamente toda la cúpula de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) constituían una red criminal que recibió sobornos o pagos ilegales de varias empresas de comunicación, a cambio de otorgarles los derechos para transmitir y comercializar los torneos a su cargo, como la Copa América o la Copa Libertadores. Por ahora se habla de una cifra que podría superar los 150 millones de dólares. De acuerdo con la acusación publicada el mismo jueves, Bedoya hizo parte desde 2007 de esa red de directivos. De hecho, el colombiano tenía una cuenta bancaria en Suiza en la que, según se especula, guardaba más de 2 millones de dólares. “En la búsqueda del beneficio personal y comercial, todos participaron en diversas actividades criminales, incluyendo fraude, soborno y lavado de dinero”, dijo Lynch al vincular a otros 16 directivos, exdirectivos o miembros de la Fifa provenientes del continente americano al proceso penal que se adelanta en ese país. Según Robert Capers, uno de los fiscales que está manejando el caso, Bedoya “vino a negociar con nosotros” y ya se habría declarado culpable de dos cargos: fraude en transferencia bancaria y conspiración de soborno. Estos y otros delitos podrían darle una pena de entre ocho y 20 años de cárcel. El anuncio de los cargos contra el exzar del balompié criollo se dio horas después de que la Policía suiza ingresó, por solicitud de la justicia estadounidense, al lujoso Hotel Baur au Lac, en Zúrich, para detener al paraguayo Juan Ángel Napout, presidente de la Conmebol, y al hondureño Alfred Hawit, su colega de la Concacaf, quienes a su vez son vicepresidentes de la Fifa. Con estos ya han sido arrestadas 26 personas que junto a varios empresarios y exdirectivos están acusados de haber acordado una red criminal para pagar o recibir sobornos. “El Departamento de Justicia se ha comprometido a poner fin a la rampante corrupción que hemos denunciado en medio de los dirigentes del fútbol internacional, no solo por la escala de los esquemas o de la desfachatez y la amplitud de la operación requerida para sostener esa corrupción, sino porque es una afrenta a los principios internacionales que este comportamiento representa. El mensaje que queremos enviar es que todos aquellos culpables que aún están en la sombra no escaparán de nosotros”, dijo la fiscal. El denominado Fifagate es el más grande escándalo destapado en la historia del fútbol e incluye tres casos distintos. El primero tiene en la cárcel o en la mira a dirigentes de la Fifa, especialmente los del comité directivo (en los que aparecen varios dirigentes de América), por haber recibido sobornos para vender sus votos a favor de un país para un mundial, especialmente los de Rusia 2018 y Qatar 2022. Este último fue escogido, por encima de Estados Unidos, gracias al pago de millonarios sobornos. En vista de semejante afrenta, los gringos comenzaron a investigar y a buscar testigos que han contado lo ocurrido. En el otro capítulo está involucrada la Concacaf, que reúne a 41 países afiliados de Centro y Norteamérica y el Caribe. A pesar de que en la mayoría el fútbol ni siquiera es un deporte importante, tienen en la Fifa un poder clave a la hora de tomar decisiones, pues su voto es igual al de Brasil, Alemania o Francia. La mayoría de esas federaciones viven de la plata que les manda la Fifa y sus directivos aprovechan los sobornos a la hora de escoger sedes o vender y comprar derechos de transmisión. Y el tercer capítulo es el de la Conmebolgate. La justicia estadounidense indicó que las corruptelas en la confederación datan de 1998, cuando Joseph Blatter ascendió al poder y nombró vicepresidente de finanzas a Julio Grondona, eterno presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La última movida de este y toda la cúpula de la Conmebol derrumbó el castillo de naipes. Dentro de las investigaciones los gringos descubrieron que Datisa, empresa de propiedad de Torneos y Competencias, Traffic y Full Play, pagó 100 millones de dólares para sobornar en 2013 a los directivos de la Conmebol a cambio de recibir los derechos para transmitir y comercializar las ediciones 2015, 2016, 2019 y 2023 de la Copa América. Al entonces presidente, el uruguayo Eugenio Figueredo, junto al hoy fallecido Grondona, y a José María Marín, de la Confederación Brasileña de Fútbol (CFB), les habría tocado 17 millones de dólares a cada uno, por ser los grandes cacaos y casi los padres de este tipo de acuerdos. Y a los demás presidentes de las diferentes federaciones, entre los que estaba Bedoya, les tocarían 7,5 millones de dólares, es decir, unos 24.000 millones de pesos. Lo que no se ha podido determinar es cuánta de esa plata alcanzaron a recibir y cuánta llegó a la cuenta en Suiza y, eventualmente, a sus manos en Colombia, ni cuánto recibieron él y los otros directivos por los derechos de la Copa Libertadores. El ente acusador señala que Bedoya hizo parte de un entramado de corrupción que se valía de “diferentes esquemas” para mover el dinero que recibían, por cuenta de sobornos y comisiones entregados por las empresas que manejaban los derechos de comercialización y televisación de los eventos deportivos que organizaba la Conmebol. De acuerdo con la fiscal, Bedoya y los demás dirigentes se valían de “servicios de consultoría, testaferros y cuentas bancarias en diferentes partes del mundo para mover los dineros que recibían de los sobornos”. Con las nuevas acusaciones, prácticamente toda la cúpula presente y pasada de la Conmebol quedó desmantelada. En la tanda de esta semana entraron Marco Polo del Nero, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF); Luis Chiriboga, presidente de la Federación Ecuatoriana; José Luis Meiszner, secretario general de la Conmebol; y Eduardo Deluca, exsecretario de la Conmebol y quien fue la mano derecha del todopoderoso Grondona, eterno presidente de la federación argentina. De igual forma fueron vinculados Ricardo Teixeira, expresidente de la federación brasileña por 23 años y exyerno del expresidente de la Fifa João Havelange; Manuel Burga, miembro de la Fifa y expresidente de la Federación Peruana de Fútbol; los bolivianos Carlos Chávez, expresidente de la federación de ese país, y Rómer Osuna, extesorero de la Conmebol y actual miembro del comité de auditoría de la Fifa. Además de Bedoya, también se han declarado culpables Sergio Jadue, quien había pedido una licencia como presidente de la federación chilena, y los empresarios Alejandro Burzaco, de la empresa argentina Torneos y Competencias; Roger Huguet, directivo de Roures en América de la filial Mediapro, José Margulies y Fabio Tordin. De igual forma, la colombiana Zorana Danis, cofundadora y propietaria de International Soccer Marketing Inc., empresa de mercadeo deportivo, aceptó cargos por conspiración para cometer fraude y presentar falsas declaraciones de impuestos. Luis Bedoya tendrá que entregar a la justicia estadounidense todos los fondos que tenía en el banco suizo, además de colaborar con la información que tenga sobre toda esta trama. Ojalá contara si este tipo de prácticas promovidas por los dirigentes de la Fifa fueron aplicadas en Colombia para dar derechos de televisión, de comercialización, patrocinios y demás negocios que hay detrás de este lucrativo deporte.