El nuevo fiscal, Néstor Humberto Martínez Neira, es conocido por ser uno de los abogados con mayor acceso al poder en Colombia y uno de los hombres que más altos cargos en el Estado ha ocupado. Pero hace más de medio siglo, Martínez simplemente era un niño grande. A los nueve años se ponía unas gafas e imitaba a Carlos Lleras.Sus amigos lo consideraban un estudiante al que hoy describirían como nerd, pero con la particularidad de ser el hijo de una de las grandes estrellas de la televisión, Humberto Martínez Salcedo, quien para ese entonces interpretada al mítico maestro Salustiano Tapias, del popular programa ‘Yo y Tú‘.Martínez podría haberse dado una vida propia del mundo de la farándula, sin embargo, él prefería recorrer las calles del centro de Bogotá, donde quedaba el colegio San Bartolomé en el que hizo todo su primaria y bachillerato. Sus compañeros recuerdan que cuando estaban en décimo y once, todas las tardes mientras ellos se iban a buscar algún plan, él se quedaba dando vueltas por esas escalinatas de piedra a la espera de ver si se cruzaba con alguno de los protagonistas del país político.Algunas veces, cuando tenía suerte, senadores como Julio César Turbay Ayala se quedaban allí conversando con él, pero otros días él mismo iba a buscarlos al Congreso. Entraba como Pedro por su casa al salón elíptico y a la Comisión Primera, que en ese momento era un salón lleno de espejos forrado de un paño azul que parecía más ser un bar que el recinto en el que se discutían los grandes temas del Estado. Para esa época él ya tenía muy claro lo que quería ser en la vida: abogado.Martínez siempre fue mayor a su tiempo. Cuando era adolescente vivía las discusiones de los más adultos y cuando era universitario ya tenía sus preocupaciones. Se casó a los 20 años con quien ha sido el amor de su vida, Claudia Beltrán. Se ennoviaron cuando él tenía 15 y ella 13, y era la hermana de su mejor amigo. Durante décadas han compartido una relación de cómplices y amigos que es reconocida y hasta envidiada en los círculos del alto poder. Con ella tuvo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres que han sido el motor de su vida. El mayor de ellos, Camilo, llegó a la familia cuando él apenas tenía 22 años.En la Universidad Javeriana, en la que estudió derecho, Martínez también era considerado un nerd. Sus buenas notas en el mundo del derecho se las debía a la música. “Mientras mis compañeros estaban en ferias y fiestas yo iba todos los días a la emisora HJCK”, le contó a Semana hace poco. Su horario era de 7 a 12 de la noche, y su tarea era anunciar los conciertos de música clásica y luego comentarlos. Mientras sonaban las melodías, Martínez se dedicaba a leer.A ese trabajo llegó por sus papás, quien tenía una estrecha relación laboral y personal con Álvaro Castaño. Su papá también era abogado, pero se había dedicado a los medios, y Martínez hizo sus primeros pinos en ese mundo en la radio, pero rápidamente decidió que él sí quería ser un abogado con “todas las de la ley”.Por muchos años, a Martínez lo reconocían por ser el hijo de aquel humorista que cautivó al público de televisión en sus primeros años como Salustiano Tapias, un maestro de obra que sufría por todos los problemas cotidianos, trámites e injusticias que vive la clase trabajadora en Colombia. Su papel en Sábados Felices y en el popular programa Don Chinche como el ‘maestro Taverita’ le dieron un privilegiado lugar en la memoria de los colombianos.Por cuenta de su agudo humor, Martínez se convirtió en un personaje importante para el poder en Colombia, y cuatro gobiernos le cancelaron sus programas. “La relación con mi papá era de ser los mejores amigos. Éramos confidentes. Compartíamos locuras. Han pasado muchos años y siento que la gente aún lo adora. Vivo muy orgulloso del viejo. Es un orgullo imprescriptible”, cuenta con nostalgia. Puede interesarle: La muerte de un QuijoteEl primer trabajo que tuvo Martínez fue con su profesor, José Ignacio Narváez. El dinero no le sobraba pues comenzaba su vida de familia, con un bebé a cuestas, y para 1977, los 45 mil pesos que se ganaba de salario le parecían una fortuna. Sin embargo, apenas le ofrecieron irse para la superintendencia de Sociedades decidió dar ese salto, a pesar de que ese sueldo disminuyó a siete mil. En varias entrevistas cuenta ese momento como uno de los que mejor reflejan que él siempre supo qué quería hacer en la vida.En la superintendencia comenzó una maratónica carrera por el Estado. A los pocos años fue encargado de dirigir temporalmente esa entidad, cuando no tenía ni siquiera 30 años. Luego fue Superintendente Bancario, miembro de la Junta del Banco de la República, subdirector legal del Banco Interamericano de Desarrollo, ministro de Justicia, Embajador en Francia, ministro del Interior y Superministro de la Presidencia.Puede leer: El súperministro de la Presidencia“Esta es una sociedad política muy abierta. Yo llegué al Estado siendo nadie y el Estado me abrió todas las puertas”, le dijo Martínez recientemente a SEMANA. La forma como ha ascendido en el poder, la confianza que ha ganado entre quienes siempre lo han ostentado y el haber sido abogado de casi todos los grandes conglomerados económicos fueron factores que generaron críticas en la carrera por el cargo de Fiscal.En estos últimos meses quedó claro que pocas personas en el país, como él, generan percepciones tan encontradas. Su nombramiento este lunes en la tarde como nuevo fiscal general generará también, pero hay gran expectativa por el manejo que le dará al ente acusador, la entidad más poderosa del país y que atraviesa una grave crisis de legitimidad.Néstor Humberto, el abogado y orgulloso hijo del humorista, tendrá la clave para que su periodo pase a la historia en uno de los momentos más trascendentales del país: la firma de la paz.