La identificación de las primeras desaparecidas civiles tras la toma del Palacio de Justicia abre viejos interrogantes sobre lo que pasó en una matanza que dejó un centenar de muertos y un país herido. Este martes, después de 30 años de incertidumbre, la Fiscalía anunció que identificó los restos de Cristina del Pilar Guarín Cortés y Lucy Amparo Oviedo, empleadas de la cafetería del edificio, y Luz Mary Portela León, visitante ocasional que debía reunirse con un magistrado. Los huesos de Guarín y Portela se encontraban en fosas comunes de dos cementerios de Bogotá, mientras que los de Oviedo reposaban en "dos cajas que se mantenían embaladas en la Fiscalía", reveló el fiscal Eduardo Montealegre. Justamente en uno de esos cementerios fue a donde llegaron por casualidad, dos fotografos holandeses el día del holocausto del Palacio de Justicia. Ese material que registraron Jan Thielen y Harry Van der Aart fue la pista clave para dar con el paradero de los tres cuerpos hallados este martes. Semana.com reveló en el 2014 las fotografías que hoy por hoy cobran toda vigencia. Por eso, reproduce no sólo el registro gráfico que dio pie a la investigación, sino que también recuerda la historia completa publicada en ese momento sobre el horror que presenciaron y registraron los dos extranjeros. ¿La fosa perdida del Palacio? Seis macabras fotografías tomadas en enero de 1986 y los testimonios de dos espectadores circunstanciales –los holandeses Jan Thielen y Harry Van der Aart– podrían resolver el misterio que ha atormentado a los colombianos: ¿dónde están los desaparecidos del Palacio de Justicia? La búsqueda de la respuesta a esta pregunta es parte integral de la investigación que adelanta la Fiscalía General de la Nación desde finales de 2005 que ha resultado en la detención de dos coroneles y un general de la República. Aunque la Fiscalía ha confirmado la desaparición de por lo menos tres personas, hasta ahora no ha sido posible hallar algún rastro de ellos. En otras palabras, se sabe que salieron con vida del Palacio de Justicia y que no volvieron a aparecer luego de estar bajo la custodia de la Fuerza Pública. Otras ocho personas también están desaparecidas desde los luctuosos hechos del 6 y el 7 noviembre de 1985. Las fotografías, tomadas por el reportero Harry Van der Aart, muestran una escena dantesca: el entierro de varios cadáveres en una fosa común en la mañana de un miércoles en el Cementerio del Sur de Bogotá. La presencia de Harry Van der Aart y su amigo, el periodista Jan Thielen, en ese lugar, fue fortuita, como le explicaron a SEMANA. Esas imágenes y la historia de lo que ocurrió ese día, posiblemente se habrían mantenido inéditas si no fuera por otro hecho igual de fortuito: hace 15 días, Thielen decidió revisar por Internet qué pasaba en Colombia, un país donde había sido corresponsal a principios de los 80. Allí se sorprendió con una noticia que lo dejó perplejo: el titular hablaba de las fosas de las víctimas del Palacio de Justicia. La noticia lo golpeó en lo más profundo de su alma, ya que lo recordaba de una experiencia que lo mortificaba. Fue tanto el impacto, que hizo algo que no había hecho en 10 años: llamó a su gran amigo Harry Van der Aart, quien vive en Holanda, para comentar sobre ese nefasto día que pasaron en la capital colombiana hace ya casi 23 años. Van der Aart le recordó que tenía unas fotografías del suceso y empezaron a rememorar ese viaje que hicieron a Colombia a principios del año de 1986. No era el primer periplo que hacían juntos. Jan Thielen, quien trabajó durante 20 años como corresponsal de radio y televisión en varios países de América Latina, como Colombia, El Salvador, Nicaragua, Chile, Argentina y Brasil, había invitado a su amigo, a otra aventura periodística con anterioridad. Sin embargo, el amor por el oficio de Van der Aart se acabó ese miércoles de enero cuando vio en vivo y en directo la degradación humana. Desde entonces, se dedica a dictar clases de arte gráfico en Holanda. Era la cuarta vez que Van der Aart visitaba a Colombia. Thielen había convencido a sus editores de que lo enviaran al país para hacer una serie de reportajes. Colombia había estado en las noticias mundiales por lo del Palacio de Justicia y la tragedia de Armero. Como Thielen relata en su desgarrador testimonio de los hechos (ver nota aparte), decidieron hacer un reportaje sobre la violencia en Colombia y el uso indiscriminado de fosas comunes para enterrar a indigentes e “indeseables” de la sociedad. En la mañana del miércoles 22 de enero –ambos creen que esa es la fecha–, llegaron al Cementerio del Sur. A los pocos minutos, vieron ingresar dos “pequeños carros o camiones”, según recuerda Van der Aart. En los vehículos había más de ocho cadáveres que fueron removidos y lanzados a una fosa. No fue lo único que arrojaron. De unos baldes, comenta Van der Aart, salieron huesos calcinados, “negros como el carbón” y pedazos de cuerpos. El olor de la muerte estaba en todos lados. Era sofocante, coinciden los dos. Algunos de los cadáveres estaban hinchados, incluso uno tenía una apariencia verdosa. Otros estaban en muy buen estado; “cuerpos frescos” y con moretones. Según ambos holandeses, parecían haber muerto recientemente, como se observa en algunas de las fotografías. La mayoría eran hombres, pero había por lo menos una mujer. Fue ante la aparición de este cuerpo que Thielen no aguantó y vomitó su repugnancia. Uno los hombres que participaban en la operación le dijo a Thielen: “Son los hijueputas del Palacio”. Para el periodista holandés, eso explicaría la presencia de los huesos calcinados; eran de personas que habrían muerto en el incendio del Palacio de Justicia. A ambos les llamó la atención la falta de cuidado con que se manejaban los cuerpos. “No fueron tratados con el respeto que merece un ser humano”, dice Van der Aart. Fue tanta su impresión, que describió en detalle su experiencia en una carta enviada a su mujer días después. Una misiva que aún guarda.