Fusiles que disparan corazones, la palabra "paz" resplandece en los muros: en Colombia, el ‘street art‘ suele inspirarse en la guerra fratricida que hace medio siglo azota el país, y también en la perspectiva de cerrar ese capítulo sangriento."Prefiero una paz chueca que una guerra perfecta", dice DjLu, quién munido de plantillas y pintura negra estampa pictogramas en serie por Bogotá: soldados con metralletas que escupen flores, avispas con antenas en forma de rifle, mazorcas como granadas.Para él, no hay mejor vitrina que la calle. "Soy un ser humano, y como tal, creo que todo conflicto es absurdo, el que hay en mi país y en todo el mundo", afirma a la agencia AFP este profesor de arte que enseña, con otro nombre, en la Universidad Católica de Colombia.Autodenominado "servidor de la paz", busca "transmitir un mensaje que abra las mentes". Comenzó a centrar sus obras en temas políticos en 2006, tiempo en que las guerrillas hacían secuestros masivos, y los paramilitares surgidos para combatirlas se desmovilizaban.El ‘street art‘ vive un boom desde hace ya varios años en Colombia. Incluso fue promovido en ciertos lugares de la capital por Gustavo Petro, exalcalde (2012-2015) y exguerrillero del M-19, disuelto en 1990. Algunos circuitos temáticos permiten también a los turistas descubrir los enormes murales que decoran sus avenidas."Un acto político"El espíritu de DjLu refleja la esperanza de la mayoría de los colombianos de superar un complejo conflicto armado, que ha dejado 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.No todos los artistas urbanos se centran sin embargo en la paz. "El objetivo es (...) reivindicar la calle como un lugar de acción libre", apunta Stinkfish, autor de retratos enormes que ilustran la diversidad social y étnica de la población colombiana.Le puede interesar: Un grafiti que conmemora los cinco años de la muerte de Diego Felipe BecerraY agrega, medio en broma: "La paz está de moda (...) en el escenario turístico en que se está convirtiendo Colombia"."El mero hecho de pintar en la calle es un acto político", argumenta Toxicómano, conocido por sus particulares rostros de expresiones torturadas, muchos dedicados al emblemático escritor colombiano Gabriel García Márquez.En sus obras se leen lemas como "No somos falsos, somos positivos", en referencia a los "falsos positivos" o ejecuciones extrajudiciales de civiles durante el conflicto, a quienes los militares presentaban como guerrilleros muertos en combate para obtener promociones y beneficios.Semanas atrás, poco después del anuncio del acuerdo con las FARC, alcanzado el 24 de agosto, Toxicómano pintó uno de sus grafitis de las principales avenidas en el norte de Bogotá. "Sí a la paz", escribió en amarillo sobre fondo azul, junto a dos niños sonrientes tomando fotos. Una referencia al plebiscito del domingo en el que sorpresivamente ganó el No en rechazo a los acuerdos.Una palabra, un muralAlgunos artistas viajan incluso desde el extranjero para estampar su arte en las paredes de ladrillo de Bogotá. En la barriada Mariscal Sucre, dos franceses diseñaron una enorme "paz", que ahora domina la capital desde la Circunvalar, la avenida que serpentea en los cerros orientales de la capital."Hemos terminado la obra y justo unos días después han concluido la paz", celebró Spag, del colectivo de arte callejero Outsiders Krew sobre el fresco, completado cuando las negociaciones de casi cuatro años con la FARC en Cuba estaban a punto de alcanzar un consenso final, que finalmente no se critalizó en la urnas.Se realizó en 40 días, con 800 litros de pintura, explica el joven de barba roja sobre la obra que se extiende por las paredes de 16 casas, mientras la señala desde un puente cercano, perspectiva ideal para captar la magnitud.En el marco de su proyecto ‘Share the word‘ (‘Comparte la palabra‘), Spag y Seb Toussaint, compañeros de aventuras y originarios de Caen, noroeste de Francia, viajan por el mundo desde hace tres años para colorear barrios pobres con palabras elegidas por quienes viven allí.De Manila a El Cairo, de Katmandú a Nairobi y de la "jungla" de los migrantes de Calais (norte de Francia) a Yakarta, "hemos pintado 114 murales, cada uno conteniendo una palabra: familia, sueño, fe...", precisa Seb.Mariscal Sucre ya había aparecido en su blog outsiderskrew.com en 2014, pues allí los dos artistas de 28 años habían pintado "Felicidad", "Humildad", "Amor".