El pasado lunes 26 de septiembre, “lunes de zapatero” en varias regiones del país, uno de los ‘santos’ a los que millones de colombianos se han encomendado para sortear las embestidas del guayabo, amaneció con resaca, la que lo persigue desde hace cuatro años, poniendo en duda la veracidad de sus milagros.
Ese día, la Sección Primera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca admitió una Acción Popular contra la empresa Tecnoquímicas S.A., el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos (Invima), y la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), por “publicidad engañosa”.
La que en criterio de la accionante, la abogada Diana Consuelo Moreno Figuero, convirtió un medicamento de venta libre para aliviar el malestar estomacal y el dolor de cabeza, en la mágica solución para “matar” el guayabo, a sabiendas de no ser el “levantamuertos” que ha seducido a todo el país: el Bonfiest Plus.
“Tristeza o desazón que se siente por la falta de alguien o de algo”, y el “malestar con el que se amanece después de haber bebido alcohol en exceso”, son las dos definiciones que el diccionario de colombianismos del Instituto Caro y Cuervo le dieron al guayabo, palabra que el diccionario de la Real Academia de la lengua referencia apenas como “árbol de América”, y admite el “coloquialismo” a manera de sinónimo de la castiza “resaca”.
Vernáculo por tierras de Antioquia y Caldas; Cundinamarca, Boyacá y Santander; Orinoquía y Amazonas, el (árbol) de guayabo puede estirar su tronco de color marrón grisáceo de cinco a quince metros; de hojas ovaladas y flores blancas; y bayas redondas, pulposas y comestibles, que desde tiempos inmemorables se ganó un lugar en el menú de los almuerzos en todos los hogares, restaurantes populares, casinos de empresas y comedores escolares: el (poco carismático) jugo de guayaba.
Puede que el guayabo, el malestar que a todos los colombianos se les viene a la cabeza de solo mencionarlo, haya tenido otra denominación para los antepasados chibchas, pues la ciencia ha demostrado que los licores destilados -aguardiente, whisky, o vodka- producen guayabos “más llevaderos” que las bebidas fermentadas como el vino, la cerveza, y, sobre todo, la chicha.
Y puede también que desde los tiempos en que los chibchas empezaron a andar chapetos -cómo suelen llamar a los borrachos tanto en el Caribe y en el Pacífico colombianos-, se ha buscado el antídoto contra los síntomas del malestar del que pocos se ha librado, y que la única fórmula -según los médicos- es dormir, aunque conciliar el sueño, buen aliado en los procesos de eliminación del alcohol del organismo, sea un auténtico “dolor de cabeza” después de haberlo ingerido.
Jugos de fruta, naranja y mandarina, principalmente; y el tomate aceleran el proceso, por su fructosa, un tipo de azúcar. También lo tiene la miel, por lo que “una cucharadita” siempre ha estado incluida en el vademécum casero.
Entre la dieta sugerida, los caldos sin grasa, como un consomé con sal, ayuda a reponer el sodio y el potasio que se pierden al beber licor.
Lo principal es hidratarse. Lo hace todo el mundo, eso sí, si es que las náuseas, el mareo, la boca reseca; el dolor de cabeza, y de huesos; y el sentimiento de culpa que perfora como un taladro, permite al ‘paciente’ levantarse de la cama, pues aunque en teoría el guayabo debe ser atendido como cualquier enfermedad, nadie tiene la vergüenza -ni mucho menos el aliento- de ir a la consulta de urgencias, y pedir la incapacidad y reposo que se recomienda tras una noche de rumba hasta el amanecer.
Santo remedio
Desde el año 2004, Tecnoquímicas S.A., según los hechos que sustentan la Acción Popular en cuestión, sacó al mercado el “milagroso” antídoto para la “resaca”, pues hasta en territorio español también tuvo devotos.
Registrado en el Invima como Bonfiest Plus, nombre cuya traducción del francés al español es “buena fiesta”, apareció en los televisores colombianos, los fines de semana y en horario nocturno, ofreciendo el “secreto” para una rumba sin remordimientos. Solo los físicos.
Sin embargo, la fórmula química del Bonfiest Plus no tenía los alcances que ofrecía en su publicidad, ni siquiera los de la información contenida en la envoltura del producto. Según documenta la Acción Popular, “sugiere que solo sirve para el malestar por comida y dolor de cabeza”.
Desde la primera década del siglo en curso, un incalculable número de hombres y mujeres se aferraron al polvillo en sobre, efervescente al contacto con un vaso con agua, como si fuera pastilla de Alka-Seltzer, antídoto de la farmacéutica alemana Bayer contra la acidez y el ardor estomacal, compuesto por “ácido acetilsalicílico, ácido cítrico, fosfato de calcio y bicarbonato de sodio”, según su ficha técnica.
Mismos componentes químicos con los que Termoquímicas llenó estantes de droguerías, supermercados, tiendas de barrio y botiquines de colegios, hogares y oficinas con los sobrecitos de Sal de Frutas Lua, “alivio de una contra la pesadez y llenura”, y que quiso ocupar el lugar de las tabletas de Alka-Seltzer había ganado en estómagos, y corazones colombianos, también.
Similares también a los que dieron vida al Bonfiest Lua, y luego al Bonfiest Plus, el que promocionaba un emergente J. Balvin, para levantarse como quien hubiera dormido toda la noche, a pesar de la rumba.
Desde su aparición en el mercado, son incalculables los cientos de miles de testimonios de estudiantes y trabajadores que aseguraron haberse levantado a clase o al trabajo, al menos una vez, después de haber ingerido licor, gracias al Bonfiest Plus, que incluso, muchos solían consumir antes de pedir la primera ronda, al comprobar las bondades del producto, prometidas en los comerciales de televisión.
Es probable que ninguno haya leído la fórmula química, a lo mejor les hubiera bastado con cualquier solución para la pesadez estomacal, sin atribuirle el milagro a la única que en su nombre prometía una “buena fiesta”, es decir, sin guayabo.
Muchos de quienes alguna vez han dado tumbos de lo “chapetos”, “barbasqueados”, “chumados”, “jalados” “jartos”, “jinchos (de la perra)” y “rascados”, colombianismos que el Caro y Cuervo admite para referirse a los “borrachos”, dicen haberlo comprobado.
El ‘guayabo’ del Bonfiest Plus no es nuevo. Lo atormenta desde el 2020, cuando los abogados Camilo Araque Blanco y Juan David Mesa Ramírez, en representación de un grupo de afectados, presentaron una Acción de Grupo contra Tecnofar TQ S.A.S. y Tecnoquímicas S.A., precisamente por publicidad engañosa.
Pretenden que la justicia conmine a las farmacéuticas a “reconocer y pagar la indemnización de los daños y perjuicios materiales e inmateriales causados al grupo abierto y cerrado de consumidores que han adquirido el producto Bonfiest Plus, en cualquiera de sus presentaciones, como quiera que este producto se comercializó y actualmente se comercializa en Colombia con infracción a las normas constitucionales, legales y reglamentarias de protección al consumidor, a través de la práctica conocida como publicidad engañosa”, según se lee en el texto de la demanda.
Ramiro Bejarano, abogado de las farmacéuticas, lo consideró un “litigio que no está llamado a prosperar”. En la contestación de la demanda, entre otros argumentos, asegura que el Bonfiest Plus está compuesto, además de “Bicarbonato de sodio, Ácido tartárico y ácido cítrico” del Sal de Frutas Lua, por Cafeína y Anhidra, las que lo convierten en “antiácido para el tratamiento de trastornos dispépticos generados por exceso de bebidas no alcohólicas y comidas. Analgésico y antipirético”, según las indicaciones del producto.
Mientras Bonfiest Plus intenta resolver este “malestar”, ahora tiene que atender en simultánea el que la Sección Primera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca admitió el pasado lunes 26 de septiembre, y que pretende retirar los comerciales y hasta “quitarle el nombre” a uno de los productos estrella de una empresa de Cali, ciudad donde los “lunes de zapatero” se convirtieron, por obra y gracia de la salsa, en lunes de “desenguayabe”. Bonfiest (o buena fiesta) no es un nombre que deba llevar un medicamento de venta libre para el dolor de cabeza y el malestar estomacal.