Hoy se cumple una semana del secuestro de Luis Manuel Díaz, el papá de Luis Díaz, estrella de la selección Colombia y del Liverpool, un hecho criminal que reconoció la guerrilla del ELN y despertó el repudio nacional. Nadie se explica cómo estos delincuentes, que están sentados negociando la paz total con el Gobierno del presidente Petro y se encuentran en un cese al fuego bilateral, cometen este delito atroz contra la familia de una persona que solo le ha dado alegrías al país.
Desde el sábado pasado, las autoridades, en cabeza del general William Salamanca, desplegaron un megaoperativo para dar con Luis Manuel, Mane, como lo llaman de cariño. Sin embargo, al conocerse que era el ELN el grupo criminal que lo secuestró, se fue desarticulando la operación. Militares y policías se empezaron a ir del improvisado Puesto de Mando Unificado instalado en Barrancas (La Guajira) y el asunto pasó a manos del Gobierno y de organismos humanitarios.
Se esperaba que este viernes fuera liberado. La Iglesia católica, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Defensoría del Pueblo están a la espera de indicaciones. La información es nula y, al cierre de esta edición, Mane Díaz no había sido liberado, alargando así el viacrucis para la familia del futbolista y para todo el país que reclama la liberación.
La alegría que irradia Mane en el barrio Lleras, en Barrancas, se apagó como si alguien hubiera bajado un taco de la luz. El secuestro causó conmoción nacional y en el mundo, donde se registra la noticia con asombro.
A medida que pasan los días y Mane no regresa a su hogar, se conocen nuevos detalles que dejan en evidencia que el ELN, los criminales que los secuestraron, actuaron sin contemplación y con sangre fría el pasado 28 de octubre, un día antes de las elecciones regionales.
Ese día, Luis Manuel Díaz y Cilenis Marulanda (padre y madre de Lucho Díaz) fueron encañonados y obligados a internarse por un camino de herradura del municipio de Barrancas. A Cilenis la dejaron tirada en medio del secuestro cuando a los criminales se les explotó la llanta del carro de Luis Manuel, y no tuvieron más remedio que montarse en tres motos, dos de ellas robadas en el instante, y lo internaron en la espesa selva de la Serranía del Perijá.
La noticia era de no creer. Los pobladores de la zona se preguntaban quién podría ser tan insensible de llevarse al papá de una gloria del fútbol. Y es que el asombro no era para menos. A Mane prácticamente lo conocían en todo Barrancas, porque es el papá de Lucho, o por ser un hombre aficionado al fútbol que se dedica a apoyar este deporte y a encontrar talentos.
No necesitaba escoltas ni camionetas blindadas, pese a ser el papá del futbolista más importante de Colombia en la actualidad, esta era su casa, su terruño. Su única protección, aseguran las personas más cercanas, era encomendarse a San José, patrono del pueblo.
Sus desplazamientos eran predecibles. Cuando no estaba en la casa de su papá, Jacob Díaz (abuelo de Lucho Díaz), estaba en su casa, que queda a pocas cuadras; o por el centro de Barrancas visitando a sus amigos comerciantes, con quienes aprovechaba para cantar versos de Miguel Morales, uno de sus referentes en el vallenato y a quien suele imitar.
Este derroche de alegría se esfumó el pasado 28 de octubre, cuando fue secuestrado por sujetos armados de quienes no se sabía a qué agrupación criminal pertenecían.
Era claro que el secuestro no era un acto espontáneo de la delincuencia común. Según contaron las autoridades a SEMANA, había una planeación de al menos cinco meses. Los captores identificaron plenamente a su víctima, habían estudiado su rutina, sabían a qué hora salía de su casa y a qué hora regresaba, qué lugares visita y a cuáles amigos ve con frecuencia. Con la información detallada, acordaron que el día del golpe tenía que ser antes de las elecciones regionales, pues toda la fuerza pública estaba desplegada garantizando la seguridad de los comicios.
El 28 de octubre, pasadas las cuatro de la tarde, esperaron a que salieran de la casa que les había construido su hijo en el barrio Lleras, un sector humilde de Barrancas, donde viven hace años y de donde no se habían querido ir, pese al éxito de su hijo en la Liga Premier. Es gente humilde y así les gusta vivir.
Mane y Cilenis se dirigían en su camioneta al centro de Barrancas, donde él visitó a un amigo, un comerciante de calzado, luego siguió por el centro para ir a comer patilla donde otro conocido, un vendedor ambulante, pero como no lo encontró decidió ir a visitarlo a su vivienda, a pocas cuadras.
Cuando Mane estaba parqueando su camioneta para buscar al vendedor de fruta lo abordaron dos sujetos que se movilizaban en una motocicleta de mediano cilindraje. Uno de los individuos los intimidó con arma de fuego, se montó en la camioneta y les dio el terrible mensaje: “Esto es un secuestro”. Tomaron una ruta previamente planeada para evitar una reacción rápida de las autoridades.
Les indicó que se dirigieran a la carretera principal que conecta con el municipio de Fonseca, a unos 15 minutos de Barrancas. A mitad de camino, los secuestradores le ordenaron a Mane Díaz desviarse por una trocha, en un sector conocido como la Fonda Paisa, que conduce a la frontera con Venezuela, pero una de las llantas explotó. Eso los obligó a improvisar, dejaron a Cilenis y siguieron con Luis Manuel.
SEMANA fue el único medio que llegó al borde de la zona de frontera con Venezuela y comprobó la peligrosidad del terreno, no solo por la condición geográfica, sino por el orden público. Desde el inicio se indicó que en el sitio hacía presencia la guerrilla del ELN, que luego de cinco días confirmó el secuestro, irónicamente en el marco de la árida mesa de diálogos, donde se han negado a dejar de cometer ese delito.
El argumento lo dio el jefe negociador del ELN, Pablo Beltrán, el mismo día en que se acordó el cese, en junio de este año, cuando dijo que el tema de las “retenciones”, uno de sus mecanismos de financiación, no formó parte de lo pactado. Son secuestros, delitos de lesa humanidad, pero en la mesa impera el mutismo.
Esta agresiva selva fue lo que atravesó obligado Luis Manuel Díaz, bajo amenaza de ser asesinado si no cooperaba. Fueron más de 20 kilómetros que recorrieron los captores hasta llevarlo a la cima de la montaña cerca a territorio venezolano.
Mane es un hombre alegre, según Carmen Pérez, tía de Lucho Díaz, quien habló con SEMANA. “A él (Mane) le gusta mucho su deporte, darles clase a los niños y un día con él es muy chévere porque le gusta mucho el baile y jugar”.
Estas condiciones de hombre descomplicado con su seguridad, pese a que su hijo es una de las figuras del fútbol inglés, fueron tenidas en cuenta por los criminales, de quienes está por establecerse si son integrantes del ELN o forman parte de estructuras ilegales que ejecutan secuestros para ‘vender’ a sus víctimas a organizaciones de alto impacto.
Tras el plagio de Mane, Barrancas parecía una central de inteligencia del Estado. Al comando de Policía de la pequeña población comenzaron a llegar militares y policías por centenares. Hombres de distintas capacidades, altamente entrenados, incluso al Puesto de Mando Unificado que se instaló, llegó uno de los hombres de inteligencia que había recibido recientemente entrenamiento del MI6 en Inglaterra.
Todas las capacidades del país estaban desplegadas. Comando de Operaciones Especiales de las Fuerzas Militares, Comandos Jungla de la Policía, aviones plataforma, helicópteros, expertos en inteligencia, y hasta agentes caninos llegaron para conocer la situación. Eran más de 300 hombres que se encontraban en Barrancas y sus zonas rurales.
Otty Patiño, jefe de la delegación del Gobierno con el ELN, fue quien confirmó que la guerrilla había cometido el secuestro. “Hemos tenido conocimiento de que el secuestro del que fueron víctimas el padre y la madre de Luis Fernando Díaz fue perpetrado por una unidad perteneciente al ELN”, dijo Patiño.
De inmediato, las agencias de seguridad del Estado comenzaron a compartir información sobre las estructuras que delinquen en la Serranía del Perijá y se concluyó que en las montañas de La Guajira, Cesar, Magdalena, Atlántico, y en Zulia y Táchira (Venezuela) tiene injerencia el frente de Guerra Norte, que ha sido comandado por varios cabecillas, entre ellos Bernardo Téllez, quien se encuentra en la mesa de negociaciones.
También figura como cabecilla de la estructura alias Patricia, una mujer que ha formado parte del frente Francisco Javier Castaño, frente 6 de diciembre, y en la actualidad es encargada de las finanzas de esa organización criminal.
Las órdenes de alias Patricia a sus hombres, según información de fuentes de inteligencia, consisten en acudir al secuestro como manera de financiación. SEMANA conoció un informe clasificado de las agencias de seguridad en el que se evidencia que, en lo corrido del año, el ELN ha cometido 31 secuestros extorsivos en diferentes regiones del país.
Los casos se han presentado así: diez en Arauca, ocho en Norte de Santander, dos en Cauca, uno en el Valle del Cauca, dos en Chocó, uno en Magdalena y cinco en el Cesar. Según investigadores de la fuerza pública, el caso del papá de Lucho Díaz tiene el mismo modo de operar que los secuestros de los últimos meses.
La estrategia que tiene el grupo subversivo, al que las autoridades no le pueden hacer operaciones ofensivas por orden del presidente Petro, consiste en llevarse a sus víctimas a regiones apartadas, ponerlas a caminar durante varios días con los ojos vendados con el propósito de desorientarlas y ejercer presión psicológica, diciéndoles que ya están en territorio venezolano donde la Policía y el Ejército colombiano no pueden actuar, y que si no hacen que sus familiares paguen por el rescate serán asesinadas.
Colombia volvió a estar en los titulares de los principales noticieros del mundo, y no por las hazañas del guajiro Lucho Díaz, quien venía en racha ganadora con el Liverpool, sino por la vergonzosa noticia de que el papá del jugador de fútbol más importante en este momento en Colombia fue secuestrado por la guerrilla con la que el Gobierno está negociando.