“Con sevicia atacas a tu hermano y decides hacer una modificación de la escena, trasladar desde la habitación el cuerpo de tu mamá a la habitación de tu hermano”. De esta forma descriptiva, con voz pausada y mirando directamente a su contraparte, el fiscal Mario Andrés Burgos le reveló al país la forma como ocurrió el crimen del reconocido estilista Mauricio Leal y su mamá, Marleny Hernández, a manos de su hermano e hijo, Jhonier Leal, condenado el viernes a 55 años de prisión por el doble homicidio.
Era una condena cantada, fruto de una investigación que fue expuesta en detalle, y al mejor estilo de CSI, en enero de 2022, pocas semanas después del crimen. Cada frase del fiscal nariñense en la audiencia de imputación contra Jhonier Leal, que sea dicho marcó récord de visitas en YouTube, vislumbraba la maldad en su estado más puro, comparable incluso con el pasaje bíblico que narra la manera como Caín asesinó a su propio hermano, Abel.
“Luego, Jhonier, te desplazas hasta la habitación de tu hermano Mauricio Leal Hernández y ¡oh sorpresa!, con el mismo cuchillo que atacas a tu señora madre atacas a tu hermano Mauricio Leal Hernández, con la mala fortuna, Jhonier, que ese cuchillo se quedó incrustado en el cuerpo de Mauricio”, narró el fiscal Burgos en esa oportunidad, dejando ver la sangre fría con la que se ejecutó el doble crimen que sacudió al país.
En esa audiencia, Burgos fue incisivo. Quería hacer quebrar a Jhonier. “Préstame atención, Jhonier, a veces veo que no me quieres prestar atención. Usaste guantes para tratar de hacer ver a las autoridades que se trataba de un suicidio y no un doble homicidio, eso lo dicen los protocolos de necropsia”, le decía de forma incisiva Burgos.
El fiscal se extendió narrando, sin dejar de mirar a los ojos a Jhonier. Explicó, sin omitir detalle alguno, cómo mató a su mamá y a su hermano, trató de limpiar cualquier huella y acomodar la escena del crimen. Describió los rastros de sangre en la casa, los cuchillos, la forma como estaban ubicados los cuerpos, el uso de los dispositivos móviles cuando ya estaban muertos y solo permanecía él en el lugar. El uso de pastillas de zopiclona para dormir a Mauricio, y las heridas que le propinó. Todo lo ventiló Burgos.
“Colocaste a tu hermano en un estado de indefensión flagrante, dándole a ingerir más de nueve pastillas de zopiclona, utilizaste sevicia realizándole varios golpes antes de introducir el cuchillo. Por tal motivo, Jhonier, eres imputable, sabías que cometer esas conductas estaba prohibido por la ley y, a pesar de ello, quisiste su realización”, le dijo el fiscal en una descripción que hoy se traduce en una condena, que requirió dos años y medio de un accidentado y dilatado proceso, aunque desde ese momento el país sabía de su responsabilidad.
Las pruebas que recogió meticulosamente el fiscal Burgos y su equipo de trabajo permitieron establecer clara y sucintamente que Jhonier Leal planeó y ejecutó absolutamente todo para quedarse con la fortuna de Mauricio Leal y controlar el emporio de sus salones de belleza, a donde acudía la crema y nata de la sociedad, y que incluso tenía proyecciones internacionales.
Para finiquitar su plan criminal, Jhonier escribió una carta intentando imitar la caligrafía de su hermano, para despedirse de sus seres queridos y pedir perdón por lo que había hecho. Para la Fiscalía, esto solamente demostraba que tenía “una naturaleza criminal y desalmada”.
Fue tal la fuerza de la narración de Burgos, el peso de las pruebas y la reconstrucción de los trágicos hechos, que solo un día después de declararse plenamente inocente del doble crimen, Jhonier Leal pidió la palabra y con voz apagada aseguró: “De manera libre y voluntaria aceptar los cargos a través de un preacuerdo con la Fiscalía y aprovecho la oportunidad para pedirle perdón, antes que nada, a mi familia y a mis hijos, a las víctimas y a todo Colombia por los hechos acontecidos y comprometerme que jamás volverá a acontecer una situación de tal magnitud”, una frase que generó indignación, pero de la que luego se retractó, y que ahora se traduce en los 55 años de prisión a los que fue condenado.
Aceptar el crimen le hubiera significado una condena de 27 años y seis meses de cárcel, realizar un acto de excusas públicas y devolver todo el dinero. Sin embargo, el día en el que se iba a formalizar el acuerdo y la confesión, Jhonier se retractó y anunció que quería ir a juicio para demostrar su improbable inocencia. Era claro, la investigación del fiscal Burgos no dejaba duda alguna.
Este atípico hecho llevó a que la Fiscalía enfilara nuevamente sus baterías para presentar todas las pruebas periciales que le permitirían armar pieza por pieza este extraño caso en el que no había ni un solo testigo. Dos de las tres personas que podían decir qué fue lo que ocurrió aquella noche del 21 de noviembre de 2021 estaban muertas, mientras que el otro, Jhonier Leal, se negaba a hablar de manera coherente.
Fue así como durante dos años y medio el país fue testigo de otro caso mediático, al que incluso Netflix le sacó una serie. En esas extenuantes audiencias, los peritos de la Fiscalía detallaron el perfil psicológico de Jhonier Leal, así como de las últimas personas que compartieron con Mauricio, Marleny y Jhonier. Uno de ellos aseguró que pese a ver los cuerpos sin vida de sus seres queridos acuchillados, Jhonier “no lloró, nunca mostró ningún sentimiento”.
Otro de los primeros respondientes en la escena del crimen aseguró que Jhonier preguntaba insistentemente por las tarjetas de crédito y las claves. Situación que llamó la atención de los agentes, que, pese a toda la experiencia en el levantamiento de cuerpos, nunca habían visto una actitud tan fría y hostil como la que mostraba aquel hombre que nunca sacó las manos de los bolsillos.
La evidencia de la Fiscalía llevó a que Carlos Andrés García, hermano de Jhonier y Mauricio, quien se encuentra detenido, hiciera la más cruda declaración durante el juicio. “No hay justificación, nada justifica que Jhonier le hubiera quitado la vida a mi madre tan vilmente”, aseguró con la voz entrecortada. “Esto no es fácil para mí. Con todo el respeto, pero ni un animalito es capaz de quitarle la vida a su propio hijo”, agregó.
En la extensa lectura del fallo, la jueza aplaudió la recolección de pruebas que se hizo y la presentación del delegado del ente investigador al demostrar, más allá de toda duda razonable, la responsabilidad del procesado aplicando las mejores técnicas de investigación documental y pericial. Esto ante la evidente falta de testigos presenciales.
“Debe indicar el juzgado que fue gracias a la completa investigación realizada por parte de la Fiscalía General que se colmó la acreditación del estándar de conocimiento exigido”, manifestó la jueza en la lectura de la decisión. “Se estableció la existencia de los hechos, su participación en los mismos, se adecuó su conducta a la atipicidad de los hechos, su participación. Por lo que resulta necesario la emisión de una sentencia condenatoria en su contra”, agregó.
Tras la decisión de primera instancia, el fiscal Burgos solamente atinó a emitir una de sus certeras frases: “¡Qué calamidad lo sucedido!”, al mismo tiempo que anunciaba que no tenía interés alguno en presentar recurso de apelación, pues estaba satisfecho con el fallo, que también pasará a la historia de la justicia colombiana como la condena contra el nuevo Caín.