En la investigación por el macabro crimen del Parque de la 93 hay un dato que ha sorprendido a los investigadores. Todos los que han rendido testimonio sobre los hechos apuntan a lo mismo: el nombre del principal sospechoso de ordenar el asesinato, quien no habría actuado solo. Se trata de una persona que la Justicia ya tiene identificada, pero que SEMANA se abstiene de revelar para no entorpecer la investigación.
Este sospechoso tiene, además, una particularidad impactante. Lejos de huir, después de la muerte de Franco, le apostó a estar cerca. A los testigos que han hablado con las autoridades les llamó la atención que el día del crimen, en el lugar de los hechos, en la clínica y hasta en el velorio de la víctima, aparecieron personas que no habían visto nunca y se mostraban muy nerviosas, preocupadas, buscando información. Algunas hicieron llamadas que se convirtieron en indicios, conversaciones sobre los detalles de la muerte del auditor.
“Es oportuno explicar que él (el sospechoso) estuvo mucho tiempo ahí en la sala (clínica) y se notaba como nervioso”. Quienes lo conocían dijeron que ese día iba para la reunión en la 93 con la víctima y que, además, fue la persona encargada de llevar a la clínica a Hernán Franco. El testigo explicó a los investigadores las razones para señalar a quien consideraban clave en el caso.
Hay otro elemento que llama poderosamente la atención. En las declaraciones, se evidenció una casualidad que se convirtió en sospecha para los testigos y los investigadores. Al lugar de los hechos llegó un hombre que trabajó con Hernán Franco por varios años y que, como si supiera lo que estaba por ocurrir, apareció en el sitio, después en la clínica y hasta notificó a otra persona de la muerte de su exjefe. Las declaraciones lo identifican con detalle, pero SEMANA se reserva los nombres para proteger el proceso.
Se trata de una persona que, al parecer, estaba jugando en los dos bandos. Cuando dejó de trabajar para Franco, se mantuvo cerca, por redes sociales seguía a los familiares de la víctima, conocía en detalle sus movimientos. Incluso, llamaba a otros empleados, se presentaba como asesor y solicitaba elementos a nombre de su exjefe. Era un hombre extraño que también, de acuerdo con las declaraciones, mantenía contacto con los herederos de la arrocera.
Estos detalles fueron revelados en la última edición de la revista SEMANA. Allí se narra cómo Franco vivió los últimos días de su vida con un trágico presentimiento. Sabía que algo le iba a pasar y se lo dijo a sus hijos. Incluso dejó algunas “instrucciones en caso de faltar”. El empresario tenía miedo; sus familiares y colaboradores fueron testigos de ese temor, lo dejaron consignado en las declaraciones que han dado a las autoridades: “Estaba asustado”.
En diciembre de 2023, el auditor incluso contrató un servicio de escolta y, de acuerdo con los testimonios, las amenazas provenían de sus propios clientes. Su premonición se hizo realidad y la tragedia quedó registrada en los videos de seguridad tomados en su oficina, que sacudieron a su familia y generaron impresión entre quienes los vieron, en especial, la imagen en la que Franco estaba hablando por celular, mientras se ve una línea de sangre que cae desde su cuello y, finalmente, se desploma.
SEMANA conoció los detalles de las declaraciones y los resultados de una investigación que está por revelar al autor intelectual del crimen, el responsable de asesinar al auditor justo cuando estaba por destapar unos presuntos hechos de corrupción en la empresa a la que servía como consultor.