Marbel Morales y Óscar Gutiérrez son dos fiscales que están separados por 416 kilómetros de distancia. Ella en Bogotá y él en Medellín. Nada tenían en común hasta que se convirtieron en las víctimas de una trampa que nació en las entrañas de la Dijín. Fueron usados por la Policía para interceptar ilegalmente las comunicaciones de Marelbys Meza, la entonces niñera de Laura Sarabia, en ese momento jefa de gabinete del Gobierno Petro.

El 29 de enero de este año, la Policía fue enterada de un hurto en el apartamento de Sarabia. Un día después, la Dijín puso en marcha todo su poder, excediendo los límites legales, para dar con los responsables. La orden era capturar y recuperar el dinero, más de 4.000 dólares, en una pesada maleta que la misma jefa de seguridad de Sarabia dejó en el apartamento. Incluso, este robo doméstico lo calificaron como un hecho que afectaba la seguridad nacional.

En Bogotá, la Sijín se encargó de lo urgente. Pero el intendente Alfonso Quinchanegua y la patrullera Dana Canizales, según la Fiscalía, presentaron informes manipulados a la fiscal Marbel Morales, destacada para enfrentar a las bandas dedicadas al hurto.

El 29 de enero de este año, la Policía fue enterada de un hurto en el apartamento de Sarabia. Un día después, la Dijín puso en marcha todo su poder, excediendo los límites legales, para dar con los responsables.

La funcionaria reveló, en una declaración que conoció SEMANA, cómo los dos uniformados tenían un particular interés por lograr unas interceptaciones. Ella rechazó las solicitudes tras no encontrar “motivos fundados”. “Me solicitan la interceptación de un abonado telefónico y búsquedas selectivas. En ese momento, como lo dije en la declaración anterior, les advertí que no tenía un motivo fundado para interceptar ese abonado que me pedían y que necesitaba la ampliación de denuncia de la víctima, de la señora Laura Sarabia”, dijo la fiscal Morales en su declaración.

De manera paralela, en Medellín, el fiscal Óscar Gutiérrez cayó en la trampa. Dos investigadores de la Dijín, el patrullero John Fredy Morales y el capitán Carlos Andrés Loaiza, redactaron los informes que convirtieron a Marelbys Meza en una peligrosa integrante del Clan del Golfo en Chocó, con línea directa a cabecillas de la organización criminal. “Ellos se comunicaron conmigo, me solicitaron las líneas, les dije ‘mándame la información’. Yo verifiqué la fuente, vi la perfilación de las dos integrantes y ordené la interceptación. Con ellos nunca había tenido ningún inconveniente”, dijo el fiscal Gutiérrez en una declaración que conoció SEMANA.

Como en Bogotá la fiscal Morales se negó a interceptar las comunicaciones, los investigadores, ahora capturados, encontraron una supuesta prueba que disipó las dudas y finalmente consiguió la intervención de las líneas de un presunto delincuente, que era conocido en el hampa con el alias de Pini, que, a luz de la verdad, resultó ser un amigo de Marelbys Meza.

La niñera Marelbys Meza y otras tres personas de su círculo cercano fueron objeto de seguimientos e interceptaciones con base en informes de la Policía. Dos fiscales contaron cómo fueron engañados.

“Ellos llegan nuevamente al despacho el 3 de febrero, y ese día me llevan otro informe donde me dan a conocer que ya tiene un motivo fundado, que se habría presentado en la Sijín una fuente no formal y me dan a conocer la declaración de esa fuente no formal. Además, piden que se intercepten tres abonados telefónicos más”, señaló la fiscal Marbel en su declaración ante la Fiscalía.

Mientras tanto, en Medellín, los informes de los investigadores de la Dijín se sumaban a un expediente que, en su momento, corría contra alias Siopas, el peligroso heredero de Otoniel en el Clan del Golfo. Marelbys y Fabiola Perea, dos exempleadas de Laura Sarabia, se convirtieron en alias la Cocinera y la Madrina. El fiscal Gutiérrez reconoció que esos alias no los había escuchado, pero cometió “el error” de confiar.

“Teniendo en cuenta que ellos firmaron bajo juramento e indicaron que tenían una fuente que les había aportado la información. Además, indicaron en ese informe con motivos fundados que habían hecho las verificaciones correspondientes para poder acreditar la existencia de esos alias y de los presuntos integrantes del grupo armado”, señaló el fiscal con resignación, mientras advertía el engaño.

Los policías de la Sijín en Bogotá, Quinchanegua y Canizales, estaban decididos a escuchar las comunicaciones de Marelbys y sus amigos. Obtuvieron el permiso para realizar la interceptación, pero una alerta en el sistema llamó la atención de la fiscal Morales. Los números ya estaban chuzados.

“Ellos se dan cuenta de que el informe que me dieron no corresponde al que habían desarrollado. Ni la fecha, ni la hora coinciden y, además, dan cuenta de una entrevista que relacionan como anexos a un conductor y advierten que ellos no la habían realizado”, explicó la fiscal tras descubrir cómo los informes de la Sijín y su buena fe fueron manipulados. El fiscal Óscar Gutiérrez se enteró del engaño seis meses después, cuando SEMANA reveló la traumática experiencia de Marelbys Meza, quien fue señalada del hurto en el apartamento de Laura Sarabia.

Los dos fiscales, desconocidos entre sí, se convirtieron en víctimas de un mismo hecho, la asonada judicial de la Policía por cumplir la orden, a como diera lugar, de capturar, chuzar, mentir, manipular, además de recuperar el dinero de la hoy directora de Prosperidad Social.

El funcionario admitió que se pasó de confiado, que los investigadores de la Dijín aprovecharon la confianza y en un acto de “deslealtad” convirtieron a dos humildes mujeres en criminales. “Nunca tuve ningún tipo de inconvenientes, pues hasta ahora siempre me parecía un grupo muy completo. Los informes siempre los manejaban bien organizados, pero con respecto a lo que pasó el día 30, sí es un acto de deslealtad demasiado grande, porque yo siempre actúo de buena fe… Es muy difícil teniendo en cuenta que yo soy el único fiscal que está investigando todos los grupos armados del Chocó”, señaló el fiscal Gutiérrez en la declaración, que fue también el espacio para expresar la frustración del engaño.

Los dos fiscales, desconocidos entre sí, se convirtieron en víctimas de un mismo hecho, la asonada judicial de la Policía por cumplir la orden, a como diera lugar, de capturar, chuzar, mentir, manipular, además de recuperar el dinero de la hoy directora de Prosperidad Social. La buena fe de los fiscales también fue interceptada. Justamente fue la fiscal Marbel Morales la encargada de dejar una constancia.

Dos patrulleros de la Sijín, en una diligencia formal, advirtieron cómo sentían temor por lo que estaba ocurriendo, una vez SEMANA destapó este escándalo. Incluso lloraron mientras narraban las presiones que recibían de sus superiores.“Nos hacen la manifestación que, y se ve en la actitud de los investigadores, estaban muy nerviosos.

Dicen que ellos quieren decir la verdad, pero que están muy asustados, pues por parte de sus superiores se enteraron de las citaciones que tenían en la Fiscalía”, dijo la funcionaria al cierre de su declaración. Los uniformados que resultaron intimidados, según la Fiscal, fueron los encargados de atender en un primer momento el hurto al apartamento de Laura Sarabia.

Los dos patrulleros, que redactaron los informes, aseguraron después que estos fueron manipulados por quienes hoy están capturados. Los jefes de estos patrulleros, según la denuncia, les ordenaron las respuestas que tenían que dar a la Fiscalía. “Fueron abordados por sus superiores y les dicen que tienen que presentar el informe que se subió al Spoa (Sistema Penal Oral Acusatorio). Que ellos tenían que decir que el informe que se había presentado era y no había otro informe. Están muy asustados y se han sentido intimidados”, advirtió la fiscal que cayó en la trampa de la Dijín.