Aparte del uso de motosierras para descuartizar a sus víctimas, ahora los investigadores poseen testimonios que revelan que paramilitares habrían utilizado animales para rematar o desaparecer los cadáveres de sus víctimas. El uso de animales "es cierto", dijo Luis González, jefe de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, que conoce todos los procesos de los paramilitares desde que en 2006 éstos iniciaron sus confesiones ante los estrados judiciales, como parte de acuerdos con el gobierno de desmovilización de esos escuadrones. Uno de esos casos de uso de animales ocurrió el 9 mayo de 2002 en una hacienda del departamento de Magdalena, al norte del país, cuando Manuel Arroyo fue atacado con un arma de fuego por paramilitares, quienes, al notar que el hombre seguía vivo, hicieron que una culebra venenosa le mordiera para rematarlo. La fiscal del caso, Deicy Jaramillo, aseguró que el asesinato de Arroyo fue cometido por hombres de José Gregorio Mangones, alias "Carlos Tijeras", ex integrante de una banda paramilitar. Mangones, detenido en la ciudad de Barranquilla, a unos 700 kilómetros al noroeste de Bogotá, no ha confesado tal práctica, pero sí fue referida por unos de sus lugartenientes ante la Fiscalía, explicó la entidad. La fiscal Luz Marina Avellaneda, quien investiga casos del paramilitarismo en el noreste del país, afirmó que un testigo le narró versiones en torno a que el ex jefe paramilitar Guillermo Cristancho, alias "Camilo Morantes", tenía cocodrilos y caimanes en una laguna del sector de San Rafael de Lebrija, en Santander, al noreste colombiano. Cristancho murió asesinado en 1999 y, según Avellaneda, hasta ahora "nadie en versión (o declaración formal ante fiscales) nos ha querido aceptar que efectivamente ese señor...lanzaba gente" a la laguna para ser devorada. Avellaneda desestimó versiones de medios locales en torno a que los cuerpos de al menos 20 personas asesinadas en una matanza en 1998, en la localidad de Barrancabermeja, Santander, hubieran sido lanzadas a la laguna con cocodrilos o caimanes de Cristancho. En la zona de la costa del Caribe colombiano, uno de los sectores del país más golpeados por el accionar paramilitar, son comunes las versiones en torno a que los cuerpos de personas asesinadas terminaban como alimento de cocodrilos. "El cuento de los cocodrilos sí lo dice la gente, pero nunca lo ha confesado (ante la Fiscalía) ningún" paramilitar, dijo Yolanda Gómez, fiscal investigadora en aquella región del Caribe. Fiscales que conocen las confesiones de los ex líderes paramilitares Salvatore Mancuso y Carlos Mario Jiménez, alias "Macaco", y de sus hombres dijeron carecer de pruebas o testimonios que les permita concluir que la muerte de personas fue producto de torturas con animales como tigres, leones, entre otros. "No tengo ni una sola línea... ni una sola voz que hable sobre ese tema", dijo la fiscal María Cristina Muñoz, encargada de las averiguaciones sobre crímenes cometidos por las unidades bajo el mando de "Macaco". Pero la versión sobre un león comiendo los cuerpos de víctimas del paramilitarismo creció en marzo cuando la policía descubrió en una finca de "Macaco" un león dentro de una jaula. El león, de unos cuatro años, habría sido utilizado para intimidar a sus enemigos, dijo entonces el general Oscar Naranjo, director de la Policía Nacional. Leonardo Cabana, el fiscal que investiga los delitos de Mancuso, dijo carecer de testimonios o evidencias de esas prácticas, entre los centenares de confesiones y declaraciones que tiene en su despacho sobre delitos de paramilitares.