Las autoridades, por medio de los comandos y hombres de inteligencia de la Policía, le están cerrando el cerco al sanguinario Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, heredero de la organización narcotraficante del Clan del Golfo, que era liderada por el extraditado Otoniel. Hace apenas unos días le dieron un golpe sin precedentes con la gigantesca incautación de 5,6 toneladas de cocaína.
SEMANA revela detalles inéditos de la cacería a Chiquito Malo y todo lo que se movió detrás de la gigantesca incautación de droga. Mientras escapaba de las autoridades que le siguen muy de cerca los pasos en la zona Tierralta, entre Antioquia y Córdoba, le llegó una mala noticia que no esperaba que fuera la antesala de la multimillonaria incautación.
En el puerto de Amberes, Bélgica, en una operación denominada San Benito, cayó un cargamento de 360 kilos de coca, que tenía un valor superior a los 32.000 millones de pesos. Había sido cuidadosamente encaletado en cajas de banano tipo exportación.
Además de la millonaria incautación, hubo un elemento que llamó poderosamente la atención de las autoridades, el cargamento tenía unos pequeños GPS que le servían a Chiquito Malo para hacer seguimiento detallado de cada movimiento de la droga.
De inmediato empezó el rastreo del lugar desde donde había salido ese contenedor, todo apuntaba al Uraba antioqueño, en donde, gracias a información de inteligencia empezaron a detectar movimientos y comunicaciones en las que el propio Chiquito Malo hacía saber a sus hombres que tenían que cuidar un depósito, en realidad una caleta, porque temía que les iban a caer.
Las autoridades detectan una finca en el municipio de Necoclí, en la que solo permanecía una persona en la vieja casa. Sin embargo, en los alrededores sí había movimientos extraños de personas que eran las encargadas de vigilar el predio, tratando de no despertar sospechas.
Con la reactivación de la Operación Agamenón, ordenada por el mismo director de la Policía, general William Salamanca, y el cruce de información con antinarcóticos, detectaron que en esa desvencijada finca realmente había un centro de acopio y operaciones del Clan del Golfo.
Llegaron de sorpresa al lugar y capturaron a su único habitante, empezaron el rastreo y la sorpresa fue mayúscula cuando al mover una vieja cama, encontraron una especie de subterraneo. Se trataba nada menos que de una de las joyas de la corona de la empresa criminal que maneja Chiquito Malo, era justamente la “caleta” de la que varias veces habían escuchado hablar al criminal.
Los hombres de la Policía fueron sacando los paquetes, y uno tras otro sumaron el gigantesco botín de 5.6 toneladas de cocaína, que tiene un valor en extranjero cercano a los 150 millones de dólares. Este era el centro principal de acopio y distribución de droga del Clan. No había duda, los logos, el empaque y hasta los GPS eran idénticos a los encontrados en la Operación San Benito, en el puerto de Amberes, Bélgica.
Este fue el primer gran golpe de la Operación Agamenón. El general Salamanca le dijo a SEMANA que con esta nueva estrategia “se enfrentará al Clan del Golfo de manera integral. No solo iremos por sus cabecillas, sino incluso por sus bases en cada región”.
Explicó el general por qué el Clan del Golfo es, de nuevo, uno de los objetivos de la Policía: “El Clan es prioridad incluso internacional no solo por narcotráfico, sino que se volvió uno de los principales reclutadores y abusadores de la niñez. Se convirtió en un dinamizador del tráfico de migrantes e incluso los volvió mulas”.
La cacería
Tal como aprendió de quien fuera su jefe, el poderoso Otoniel a quien le reconocían que se movía en la región como “un animal de monte”, el heredero del imperio criminal del Clan del Golfo adoptó sus costumbres para moverse en la manigua.
Andaba con un grupo de cerca de 30 hombres, distribuidos en tres anillos de seguridad, el más cercano era de apenas un puñado de personas, varias de ellas mujeres, a las que las conocen con el remoquete de “las guerreras”. Según la información obtenida, es su costumbre, confía más en ellas y, al igual que Otoniel, no pasa mucho tiempo en el mismo lugar, se comporta como un nómada entre Antioquia y Córdoba, cambiando de refugio para no ser atrapado.
No permite que su círculo cercano use celulares, computadores o sistemas electrónicos con los que pueda ser ubicado. Solo se comunica con un teléfono satelital que él mismo maneja y, del mismo modo que Otoniel, la información a los demás grupos solo la envía a través de correos humanos. Pero ante el asedio de la Policía, está cada vez más aislado e incomunicado.
La tregua en el Clan
La guerra desatada entre las cabezas del Clan del Golfo, luego de la extradición de Otoniel, en la que fue asesinado el también poderoso alias Siopas, hizo que en esta historia criminal apareciera un sujeto que inteligencia de la Policía identifica como El Cura o alias Joaquín. Un curtido delincuente que contaba con el respeto de todos los jefes.
La advertencia del Cura fue clara, las autoridades les estaban respirando en la nuca, y si seguía esa guerra sin cuartel, el único camino posible sería la captura, la muerte o la extradición, como le ocurrió al escurridizo Otoniel.
Por eso sacaron un video (montaje) en el que salían los jefes del Clan, Chiquito Malo y Gonzalito, para mostrar que están unidos y que buscan una negociación con el Gobierno, que es el camino que está explorando, aunque con esta organización criminal, se ha advertido, la única vía es el sometimiento a la justicia.
Sin que existan por ahora avances en un eventual sometimiento, el general Salamanca recalcó que “la nueva estrategia implica ampliar un equipo experto en finanzas para ir también por su emporio financiero”. n