QuE nos digan qué fue lo que pasó”. Este es el reclamo que le hacen al Ejército algunos de los familiares de los nueve militares muertos en el reciente accidente de un helicóptero MI-17 en el sur de Bolívar.

La mañana del 29 de abril cambió la vida para las nueve familias de estos miembros del Ejército. A partir de ese momento, sus vidas dieron un giro de 180 grados. Un accidente aéreo les arrebató a sus seres queridos. La aeronave que se precipitó al suelo forma parte de la cuestionada flota de máquinas rusas, que su mayoría se encuentra ‘varada’ en un hangar de Tolemaida por falta de mantenimiento, como lo reveló en exclusiva SEMANA.

En el helicóptero siniestrado, de matrícula 3395, viajaban como tripulación el piloto, el teniente coronel Jesús David Carvajal Rangel; y como copiloto, el mayor Edward Andrey Espinosa Rodríguez. También volaban el sargento viceprimero Diego Ramírez Bahamón, el sargento segundo Michael Villanueva Mancera y el cabo primero Cristian Ordóñez Caicedo.

Como pasajeros iban el cabo tercero Jhon Arlen Olea Palmera y los soldados profesionales Sman Sanabria Guerrero, Jesús Montalvo Arroyo y Yeisson Mendoza Méndez. Los militares, de acuerdo con el reporte de la misión de trabajo, se encontraban en tarea de abastecimiento para las tropas.

En la zona rural de Santa Rosa, en el sur de Bolívar, había mal tiempo. Las fuertes lluvias y las corrientes de aire movían la aeronave de lado a lado, complicando la estabilidad para la tripulación a cargo del experimentado coronel Carvajal, quien llevaba 23 años de servicio y contaba con 15 distintivos otorgados, algunos de ellos por su experticia en las aeronaves MI-17.

Su segundo al mando era el mayor Espinosa, quien contaba con 18 años de servicio y también era experto en los helicópteros rusos. Por eso, el mando determinó que fueran estos dos oficiales los que cumplieran la misión. Al igual que el coronel Carvajal, el mayor contaba con varios distintivos, 11 para ser exactos. No se trataba de una tripulación inexperta. Los dos hombres al mando acumulaban una experiencia de más de 40 años de servicio, habían estado en otras misiones, incluso de mayor riesgo. Por eso, la insistencia de las familias en saber con prontitud qué ocurrió, si se trató de una falla mecánica, un error humano o fueron las condiciones climatológicas las que causaron el siniestro.

Norberto Espinosa, padre del mayor Edward Espinosa, habló con SEMANA y le pidió al Ejército celeridad en las investigaciones para saber qué fue lo que ocurrió en este grave accidente que le arrebató a su hijo.

El caso más reciente de un helicóptero accidentado fue el sur de Bolívar. Un MI-17, que era piloteado por un experimentado teniente coronel, se precipitó a tierra. La tragedia dejó nueve muertos.

“Él amaba su profesión, se inició como piloto de los MI-17 y le habían dicho que este era su último vuelo porque lo habían asignado a tareas administrativas”, contó el padre del mayor Espinosa.

En medio del velorio en el cantón norte, y buscando frenar las horas para no despegarse del féretro de su hijo, quien será enterrado en Jardines de Paz en Bogotá, Norberto Espinosa hizo el llamado a la justicia y a las autoridades competentes para que se sepa la verdad de lo sucedido en el sur de Bolívar cuando los militares se dirigían a la base de San Lucas.

“Nosotros seguimos esperando los resultados de las investigaciones, no sabemos cuáles fueron las causas del accidente, si fue el mal tiempo o una falla mecánica, que nos digan qué fue lo que pasó”, pidió el señor Espinosa.

También compartió con SEMANA los sueños inmediatos que tenía el mayor en su nueva etapa laboral, ya que lo habían trasladado de Tolemaida a Bogotá, y el vuelo en el sur de Bolívar sería el último de su carrera por decisiones del alto mando. Y fue el último, pero por cuenta de la tragedia.

Con honores militares han sido despedidos los nueve uniformados que murieron en el más reciente accidente de un MI-17, siniestrado en el sur de Bolívar. La aeronave cumplía la misión de abastecimiento a las tropas en una zona donde el clima era adverso.

“Nosotros compartimos juntos en Semana Santa, me dijo que quería casarse, ahí lo vi contento, con ganas de seguir volando”, relató el papá del oficial.

En el sur del país, en Putumayo, quienes también se encuentran de luto, y tratando de asimilar lo que ocurrió, son los familiares del soldado profesional Alejandro Mendoza Méndez, quien iba como pasajero del 3395. El militar llevaba tres años en el Ejército y en las últimas semanas su ánimo estaba por las nubes, sus superiores le habían dicho que lo iban a tener en cuenta para un ascenso para que se convirtiera en suboficial.

Mendoza Méndez, en medio de sus misiones, sacaba el tiempo con el fin de prepararse para la prueba del Icfes, que le faltaba para completar los requisitos y conseguir ese logro militar.

Por eso, el uniformado había salido un momento de la selva donde estaba internado en misiones contra los grupos criminales para presentar la prueba académica.

El soldado soñaba en algún momento con cambiar las armas que había llevado durante los últimos tres años por libros. Quería convertirse en profesional y continuar sirviendo a la patria, pero desde otra orilla.

Además, ante el posible ascenso militar, Mendoza esperaba celebrarlo por todo lo alto el próximo 5 de mayo, cuando cumpliría 22 años de edad. Había ingresado al Ejército a prestar el servicio y decidió quedarse. Su hermana Dayana García Méndez lo recordó en SEMANA como una excelente persona que estaba siempre pendiente de la familia, a pesar de la distancia. “Yo estoy en embarazo y él me llamaba frecuentemente a preguntar cómo estaba, incluso había puesto una foto de los dos en uno de sus estados diciendo ‘con mi hermanita’”, relató García.

También contó que su comportamiento en los últimos días llamó la atención. Dijo que su hermano se comunicó con amigos y familiares con los que poco hablaba y sostuvo conversaciones como si se estuviera despidiendo.

“Mi mamá nos dijo que hace poco soñó con él y que lo había visto muerto en un potrero (...) solo espero que Dios lo tenga en un altar allá arriba, porque era una excelente persona y excelente soldado”, apuntó la hermana del uniformado.

El accidente del helicóptero MI-17 se da en momentos en los que la aviación del Ejército está en el ojo del huracán, pues en año y medio, cuatro de sus aeronaves se han accidentado. Los hechos han dejado varios muertos y heridos. De los cuatro helicópteros siniestrados, dos eran rusos.

Este fin de semana serán los velorios de varios de los militares fallecidos. Aún hay cuerpos que se encuentran en Medicina Legal.

El ministro de Defensa, Iván Velásquez, aseguró que ese helicóptero se encontraba en óptimas condiciones y que contaba con los mantenimientos de rigor. Sin embargo, aclaró que serán las autoridades competentes las que determinen qué fue lo que ocurrió.

Por su parte, el comandante de las Fuerzas Militares, general Helder Giraldo, indicó que la principal hipótesis del accidente del 3395 sería el mal tiempo. “No sabemos cuáles hayan podido ser las fallas. Lo que sí conocemos son las malas condiciones meteorológicas”, manifestó el alto mando.

Este fin de semana serán los velorios de varios de los militares fallecidos. Aún hay cuerpos que se encuentran en Medicina Legal. El Ejército está en mora de informar qué ha pasado con las investigaciones de los tres accidentes anteriores.