Entonces toca también sin miseria para ellos”, son las palabras de un traficante de drogas en el sur de Bogotá, como anticipo de un plan criminal contra la Policía, el cual tendrá como escenario movilizaciones y protestas que, aseguran los delincuentes, ocurrirán en las próximas semanas en la capital. Una coyuntura perfecta para atacarlos.

“Por eso, ya saben que cuando haya paros, marchas, protestas, manifestaciones, hay que ir manitos, como grupo, porque ustedes saben que ahí es donde tenemos la oportunidad de atacar a esos perros hijueputas”, se advierte en audios que conoció SEMANA.

El autor de la amenaza es el cabecilla de una red de traficantes de estupefacientes que encontró en la actividad de la Policía y de la Fiscalía, un problema para expandir su cáncer de vicio por la ciudad. El delincuente advierte en los audios que la solución está en un ataque directo a los uniformados, mientras se esconden en las protestas en Bogotá.

Se trata de una banda dedicada al tráfico de estupefacientes que, ante los golpes propinados por la Policía, planea vengarse.

“¿Sí pilla?, hay que ir preparados con buenas botellitas con gasolina pa’ cuando se arme el mierdero. Ya saber a quién quemar; si ve, no les dé miseria (sic), no les dé asco quemar un perro de esos”, insiste el cabecilla en las interceptaciones que obtuvo la Fiscalía en una investigación contra traficantes del suroriente de Bogotá.

La alerta fue atendida por la Fiscalía que, con agentes encubiertos, lograron infiltrarse en la organización criminal, obtener las conversaciones que cruzaban los delincuentes y hasta conocer sus rutinas. Todo, mientras el plan criminal contra la Policía estaba en curso. El detonante, una marcha, un paro o una movilización.

“Sí, ese perro hijueputa se ganó el permiso con el Daniel, pero no sabe la que también se les va a hacer a esos malparidos hijueputas, gonorreas, son unos malparidos. Malos, son malos, malos, con corazón estos hijueputas”, se escucha en varios mensajes de voz que compartieron los traficantes en un grupo de WhatsApp, bautizado como los Carelokos.

Los informes de los agentes encubiertos reseñan no solo el modus operandi de la organización en el tráfico de estupefacientes en el sur de Bogotá, sino la necesidad de expandir el negocio criminal.

La amenaza de los jíbaros contra la Policía nace de los resultados, los golpes que los uniformados le han propinado a la organización criminal. Las capturas, las incautaciones y la vigilancia complicaron su rutina de traficantes. Estaban desesperados y en los audios se escucha el afán de sacar del camino a las autoridades para controlar por completo el narcomenudeo, sin el riesgo de terminar capturados.

“¿Es que sabe qué pasa?, como se están llevando la gente de nosotros, si pilla, entonces a ellos no les da nada de miseria, no les duele nada, entonces toca también sin miseria pa’ ellos”, advierten los Carelokos en sus conversaciones y en la antesala de un ataque a la Policía.

Los informes de los agentes encubiertos reseñan no solo el modus operandi de la organización en el tráfico de estupefacientes en el sur de Bogotá, sino la necesidad de expandir el negocio criminal. Las cuadras en la localidad de San Cristóbal, por ejemplo, se les quedaron pequeñas.

No se trata de simples amenazas. La torpeza de los traficantes para disimular su actividad criminal, contrasta con la violencia de sus planes, llenos de detalles.

Los traficantes tienen líos de familia, que para el caso son negocios, pues la mayoría son jíbaros que se enfrentan por diminutas jurisdicciones. Envenenan las mascotas como venganza y se amenazan de muerte, pero se ponen de acuerdo para calificar de enemigos a la Policía. El plan para “quemar” patrulleros lo aprueban todos los integrantes de esta banda de expendedores que también son consumidores de su propio producto.

“No, no, yo no sé, pero el socio, el chino lo tenía el pirobo costeño, ese pirobo tiene un rango alto, porque es un patrullero, pero el man pailas, ¿sí me entiende?, él paila, el pirobo estaba ganándose el permiso, él se ganó el permiso con el Dani, pirobo ese”, se escucha en las conversiones del grupo de WhatsApp.

No se trata de simples amenazas. La torpeza de los traficantes para disimular su actividad criminal, contrasta con la violencia de sus planes, llenos de detalles. Recuerdan horarios, nombres y hasta rangos de los uniformados, para fijar objetivos claros y el momento para atacar.

Los informantes advirtieron a los agentes encubiertos cómo, desde el grupo de WhatsApp, cada traficante, cabecilla de zona o jíbaro identificó a los policías de su sector, los ubicó y entregó la información necesaria para incluirlos en el plan criminal.

“Que es un patrullero como del 2002, entonces debe tener un rango grande. Ese pirobo qué día también nos cogió a Maryuri, al socio, a todos; él está detrás de todos, de todos, no solo de ustedes. Sí, yo ya le envié la foto”, le dice un traficante a su cabecilla para insistir en la necesidad de sacar del camino a un uniformado que ha sido implacable con estos jíbaros.

Los informes que entregaron los agentes encubiertos incluyeron datos revelados por fuentes que estaban en la misma banda y en los que se advirtió cómo varios uniformados de la Policía fueron declarados objetivo de los traficantes, tras considerar que son los responsables de afectar el expendio de drogas.

“La fuente le sugirió al patrullero que se cuidara porque entre los ‘bandidos’ de los barrios Juan Rey, La Flora, Londres y Libertadores lo tenían ‘fichado’ y que estarían mirando cómo podrían ‘joderlo’ a él y a sus tres compañeros de patrulla: Raigoza, Pérez y Candil”, reseñan los informes de los agentes infiltrados y que conoció SEMANA.

Los informantes advirtieron a los agentes encubiertos cómo, desde el grupo de WhatsApp, cada traficante, cabecilla de zona o jíbaro identificó a los policías de su sector, los ubicó y entregó la información necesaria para incluirlos en el plan criminal, que estaba pendiente de una jornada de protesta para ejecutarse.

“Hablando sobre las labores que ha hecho la patrulla de la Policía a la que pertenece el patrullero Ramos y que estas personas se sienten perseguidos por los uniformados, motivo por el cual al parecer estarían planeando alguna clase de ataque o atentado en contra de él y de sus compañeros de patrulla”, quedó consignado en los informes de los investigadores.

La captura de los traficantes es un respiro para la comunidad de barrios como Juan Rey, La Flora, Londres y Libertadores, en el suroriente de Bogotá. Sin embargo, la amenaza de usar las jornadas de protesta para atacar a la Policía es una advertencia que sigue libre.

La información de las fuentes y del agente encubierto fue clave en el resultado. Más de 20 integrantes de los Carelokos fueron capturados en un operativo que lideró el Cuerpo Técnico de Investigaciones en Bogotá. La contundencia de las pruebas permitió judicializar a los cabecillas y advertir la amenaza que cursa contra los uniformados de la Policía.

La captura de los traficantes es un respiro para la comunidad de barrios como Juan Rey, La Flora, Londres y Libertadores, en el suroriente de Bogotá. Sin embargo, la amenaza de usar las jornadas de protesta para atacar a la Policía es una advertencia que sigue libre.

Las autoridades están en alerta. Los informes, con los datos y récord con las amenazas, coinciden con los anuncios de movilización y jornadas de protesta en apoyo al Gobierno nacional programadas para el próximo 20 de septiembre.

Advierten que a pesar de la captura de los Carelokos el riesgo es latente, de ahí la necesidad anticiparse a cualquier intento de ataque.