José Ómar Henao Acevedo, alias Ómar, es considerado por las autoridades como un gran capo de la mafia en Antioquia y estaba al mando de una de las organizaciones más temidas del Valle de Aburrá, conocida como Los Pachelly.
Las autoridades le seguían los pasos hasta que dio papaya. Fue en una narcofiesta que organizó en una finca en el municipio de Doradal para celebrar su cumpleaños. Allí, rodeado de prepagos, trago y droga, le cayeron de sorpresa y se acabó su reinado.
A Los Pachelly le figuran una larga cadena de delitos: homicidios, sicariatos, tráfico de armas, narcotráfico, extorsiones, desplazamientos, secuestros y hasta el servicio de una oficina de cobro. El poder de la estructura se consolidó en los años noventa, cuando nació como un brazo armado del sanguinario cartel de Medellín, del extinto Pablo Escobar. El capo de capos les había encomendado a Los Pachelly acabar con el cartel de Cali, con el que sostenía una guerra a muerte.
Con la desaparición de los carteles de Medellín y Cali, Los Pachelly siguieron su actuar criminal, fortaleciéndose y haciendo alianzas con las estructuras que siguieron en el negocio de la mafia. En la actualidad, eran socios del Clan del Golfo, de alias Otoniel y de la Oficina de Envigado. Su alcance territorial llega a todos los municipios del Valle de Aburrá: Caldas, La Estrella, Sabaneta, Itagüí, Envigado, Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa. “Por eso es que no se puede demeritar su poder criminal”, dijo una fuente de inteligencia a SEMANA.
Alias Ómar inició su trayectoria criminal a los 13 años y hoy, con 33 años, luego de dos décadas de estar del lado del hampa, dicen los investigadores de la Policía, se había convertido en un sujeto despiadado, sumamente poderoso, a quien no le temblaba la mano para hacer cumplir sus órdenes a cualquier costo.
Ómar, el escurridizo
Durante dos años, el grupo élite de inteligencia y policía judicial que lo venía investigando recopiló los datos de su rutina diaria. Los trabajos se desarrollaron con total hermetismo, pues solo un grupo pequeño de agentes conocía los movimientos que se planeaban para golpear a Los Pachelly. No se podían dar el lujo de fugas de información que terminaran alertando al cabecilla.
El grupo de agentes le siguió los pasos día y noche. Sabían que desde el año 2020 se había convertido en el jefe principal de la organización luego de la captura de alias Albert, su hermano mayor, quien había caído en manos de las autoridades y le heredó la jefatura. Durante los dos años de investigación, los agentes especiales lograron documentar que se trataba de un sujeto al que le gustaba vivir en medio de lujos y comodidades, pero por su sagacidad manejaba un perfil bajo para no levantar sospecha entre las autoridades.
En lugar de andar en vehículos de alta gama y con un nutrido grupo de escoltas, como acostumbran los hombres de su medio, Ómar se movilizaba en automóviles de servicio público que pedía a través de aplicaciones. Los lujos se le veían en joyas de oro, piedras preciosas y ropa costosa.
“No acostumbraba a quedarse en una sola casa y permanecía rotando los lugares para que las autoridades no pudieran detectar su rutina”, dijo a SEMANA una fuente de inteligencia que participó en el caso.
Bacanal mafiosa
Hacia las 10:30 de la mañana del pasado 7 de noviembre, un grupo de unidades especiales de la Policía, que confronta los grupos de crimen organizado, ingresó a la finca La Cascada, ubicada en el corregimiento Doradal, del municipio de Puerto Triunfo, Antioquia, con el propósito de capturar a Henao Acevedo. Los investigadores tenían claro que estaría en ese lugar. Los datos eran exactos, habían sido recopilados con fuentes humanas, seguimientos con drones y escuchas telefónicas. No había duda. Celebraría con todas las de la ley su cumpleaños número 33.
A La Cascada llegaron cerca de 20 personas en diferentes vehículos, algunos de alta gama y otros más modestos.
La convocatoria al evento decía que la idea era tirar la casa por la ventana, como reza la expresión popular. Habían contratado los servicios de al menos seis trabajadoras sexuales, tenían listo el licor y diferentes tipos de estupefacientes para complacer los gustos de los asistentes: marihuana, cocaína rosada, éxtasis y drogas sintéticas, con las que los participantes iban a desinhibirse.
La Cascada no era una finca con grandes lujos, pero sí tenía lo necesario para llevar a cabo el parrandón. Las autoridades sabían que alias Ómar era de tiro largo en las fiestas, pues ya lo habían grabado en otros eventos sociales y sabían cómo era su comportamiento.
Es así como el grupo élite de la Policía, luego de vigilar el lugar con drones, decidió tomarse el sitio. Una de las imágenes de la captura de Ómar, obtenida en exclusiva por SEMANA, muestra al jefe de Los Pachelly incrédulo por lo que estaba pasando. Su mirada desconcertada reflejaba su frustración. Sabía que su poder no le había alcanzado para escapar de la inteligencia de las agencias del Estado que le respiraban en la nuca. Los Pachelly son una organización respetada en el mundo del crimen. Entre sus primeros fundadores, de acuerdo con la información de inteligencia de la Policía, están Evelio Restrepo Flores, alias el Negro; Hugo Quintero, alias el Patrón, y Jader Botero, alias Gancho. Para las autoridades, la captura de Ómar representa una ruptura de las líneas del poder criminal que operan en el Valle de Aburrá y que ejercen el control territorial. También se frena la expansión de las organizaciones multicrimen como la Oficina de Envigado, con la que tenía alianzas.
El bus de la paz total
Los Pachelly forman parte de las estructuras criminales que buscan llegar a un acuerdo con el gobierno del presidente Gustavo Petro, en lo que se ha denominado la paz total.
La estructura anunció en un comunicado, publicado por el senador Iván Cepeda, que quería negociar con el Estado.
“El grupo armado urbano Los Pachelly anuncia su voluntad de sumarse a la política de paz total del Gobierno del cambio por la vida”, dijo el senador Cepeda en sus redes sociales.
En la comunicación, fechada el 28 de agosto de este año, aseguran que quieren “un escenario de diálogo en el que podamos concertar y a su vez encontrar puntos en común con el fin de establecer una agenda en la que construyamos los parámetros del proceso, que nos lleve a transformar la cultura de muerte que por décadas hemos padecido”.
La captura de alias Ómar, según expertos en conflicto, podría generar dos reacciones de Los Pachelly: que quieran apretar el acelerador en la negociación o, el efecto contrario, que se bajen del bus de la paz total e incrementen su accionar criminal.