Las pruebas en la investigación por el brutal asesinato del auditor Hernán Franco Charry, cerca al Parque de la 93, incluyó videos, fotos, documentos y declaraciones. Sin embargo, SEMANA conoció un escalofriante audio en el que dos personas celebran el crimen y hacen planes para el futuro.
“Mire, por favor hagamos una reunión, hagamos una reunión todos, resulta que mataron esta mañana a Hernán Roberto Franco Charry en su oficina, necesitamos unirnos ahora más que nada”, se escucha en el audio, ahora en poder de los investigadores.
La conversación, de acuerdo con el mismo audio, ocurre horas después del asesinato de Franco Charry. Dos mujeres conversan sobre las noticias que rápidamente se viralizaron, los videos y los detalles del crimen. En el diálogo se escucha la urgencia de tomar algunas “decisiones” que, curiosamente, están vinculadas con la empresa a la que Franco le hizo una auditoría: El Arrozal.
“Buenos días, (se reserva el nombre), no sé qué vamos a hacer, pero es el momento de agarrar esta coyuntura, esta mañana o ayer mataron a Hernán Roberto Franco Charry, dicen las noticias, métase por las noticias para que usted vea, es la realidad, bendito Dios”, señala el audio con la escalofriante revelación.
Un testigo que habló con SEMANA aseguró que las personas de la comunicación, que forman parte del cúmulo de pruebas en la Fiscalía, son integrantes de la familia que se disputa el control de El Arrozal. Se trata de dos herederas que se enfrentaron con sus hermanos por el dinero y los bienes del negocio, pero a quienes el auditor mantenía a raya.
La conversación advierte la necesidad que tienen las mujeres de reunirse, de concretar un “negocio” y coger “débil” a un hombre al que identificaron como Jonathan, al parecer, otro de los herederos de El Arrozal, sobre quien SEMANA había revelado un testimonio que lo señalaba. Además, vinculan en su charla a otra persona que resulta crucial en la investigación de la Fiscalía: Pedro Bastidas.
“Tenemos que unirnos ya en este momento, estamos agarrando la parte débil del Jonathan, del Pedro Bastidas, nosotros estuvimos ayer en la empresa, en las bodegas y todo eso, y no hay nada, nada de El Arrozal, todo lo que están empacando es de Pedro Bastidas; o sea, miremos cómo nos vamos a unir, comuníquese con (se reserva el nombre), pero ella no me contesta”, señala quien lidera la conversación.
Bastidas es el socio mayoritario que llegó a El Arrozal, el hombre encargado de adquirir más del 40 por ciento de la empresa y dejar el resto en la disputa que casaron los hermanos Romero. El accionista, justamente, se reuniría con Franco en la mañana que lo mataron. Se trata del empresario pastuso que, con anterioridad, mantuvo una frecuente comunicación con la víctima y tendría información sobre las irregularidades en la empresa.
“Me dijo que dejaría de ir a la oficina, pero que cualquier cosa estaba en la casa pendiente, ya que tenía miedo de salir. Esa vez duró como dos semanas que no iba a la oficina y ponía los conductores a dar vueltas a la manzana del edificio para ver si lo estaban observando”, explicó un testigo para advertir el temor que sintió el auditor. Días antes del crimen, anticipó su propia muerte: “Estos hijueputas me quieren joder”, dijo.
El Jonathan al que hacen referencia las mujeres, de acuerdo con el testigo que habló con SEMANA, sería Jonathan Romero, el mismo que, según varias declaraciones en la Fiscalía, amenazó al auditor tras varias discusiones. Incluso, un testigo afirmó que las últimas palabras de Franco, luego de recibir tres disparos en la cabeza, fueron: “Fue Jonathan”.
“Cuando cae al piso, él me dice en tres ocasiones: fue Jonathan Romero; fue Jonathan Romero; fue Jonathan Romero. Él solo me decía que no gritara y en esos momentos llega Hugo Romero y lo llevamos a la Clínica del Country, pero ya cuando nos subimos a la camioneta ya no hablaba bien, entramos a la clínica y como a los cinco minutos nos dijeron que había fallecido”, señaló el testigo.
Él rechazó las declaraciones, simplemente, porque, según él, conoció de primera mano cómo era la relación entre el auditor y Jonathan Romero, “de amigos, con problemas, los dos con temperamentos volados, pero eran amigos”.
Según este testigo que se acercó a la Fiscalía, a Jonathan Romero “es al que menos le conviene la muerte de Charry”, pues advierte que, en la nueva etapa empresarial de El Arrozal, los dos, Franco y Romero, tenían intereses comunes, pero contrarios a otros herederos.
“Ellos estaban trabajando, tenían sus problemas, pero siempre los solucionaban. Charry trabajaba con Jonathan y así llevaban años en la misma, y cuando lo mataron, el más preocupado era él, porque se trataba de una parte estratégica en la operación de la empresa, no porque lo vincularan al asesinato”, explicó el testigo que habló con SEMANA.
En una declaración que conoció este medio, rendida por el mismo Jonathan Romero ante la Fiscalía, advierte que, efectivamente, tuvo algunos problemas con el auditor, pero negó cualquier vinculación con el crimen y coincidió con lo dicho por el nuevo testigo frente al tipo de relación que sostenía con Franco Charry.
“Era asesor, pero iba todos los días a la empresa, ahí fue donde nos hicimos parceros. Trabajó hasta febrero de 2019, luego se volvió asesor personal mío, de mi hijo y mi hermano… Todo el mundo decía que parecíamos marido y mujer, porque peleábamos, pero nos contentábamos. La última pelea fue en septiembre del año pasado”, dijo Jonathan Romero.
Son varias las hipótesis que maneja la Fiscalía en esta investigación. Una docena de declaraciones, horas de video e interceptación de comunicaciones, hasta el momento, no han dado certeza sobre la responsabilidad intelectual del asesinato del auditor. Esta prueba se suma a las evidencias que tienen en su poder los fiscales a cargo del proceso.
Algunos testigos aseguraron que el auditor tenía un informe completo con las irregularidades que fueron detectadas en la empresa El Arrozal y que esas marañas corruptas, condensadas en el documento, motivaron el asesinato del auditor.
Otros testigos señalan que Franco Charry logró tener tanto poder y control de la empresa que generó un malestar entre los herederos y una alianza criminal que terminó cobrando su vida. Son versiones que se cruzan en el mismo punto, la necesidad de sacar del camino a Franco Charry.
Por ahora, hay un capturado, la Fiscalía sigue tras la pista del sicario. “Está identificado”, señalaron fuentes de la investigación que advierten que, con la captura, se podría llegar a los autores intelectuales.
La Fiscalía logró establecer que el día y en el instante del crimen, el sicario, el conductor de la moto y otras personas estaban conectados en una llamada grupal, no solo ultimando detalles del asesinato, sino entregando, minuto a minuto, un reporte de los hechos. Del celular del capturado se extrajo información valiosa para la investigación.