Un nuevo, demoledor y escabroso testimonio, que revela presuntos abusos sexuales cometidos contra un estudiante por Fabián Sanabria, otrora reputado sociólogo y exdecano de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, llegó a su juicio. Se trata de otro alumno, que vive en Francia, a donde, asegura, se fue para cerrar la página y olvidar las violaciones de las que fue víctima.
SEMANA conoció la denuncia de este joven, quien afirma haber sido sometido a abusos sexuales, psicológicos y laborales durante dos años. No obstante, solo hasta julio del año pasado se llenó de valentía para señalarlo, pues se enteró de que su presunto abusador era una opción del Gobierno de Gustavo Petro para ocupar el cargo de embajador en ese país.
La denuncia, como la de su otra presunta víctima, Steeven López, recoge aspectos casi idénticos: Sanabria se habría aprovechado de su jerarquía y de la necesidad de este alumno de conseguir un trabajo para sobrevivir; la descripción de su apartamento en Las Aguas, en el centro de Bogotá, es semejante; también le dio trago antes de la primera violación y, nuevamente, sus gatos son personajes estelares.
Así se lee en la denuncia en la que el joven recuerda que “el gato se trepó sobre el brazo de Sanabria y empezó a masturbarse hasta eyacular. Hallaba eso tierno y jocoso”. Relató que después notó que se trataba de un hábito y cómo el profesor le enseñó ese gesto a otro animal de nombre ‘Abelardo’, el gato al que también hacía referencia Steeven López.
La pesadilla, que inició con unos cuantos likes de Sanabria a sus fotos en Facebook cuando aún era menor de edad y acababa de ingresar a la universidad, se convirtió en realidad en febrero de 2010, cuando el joven cumplió 18 años y se presentó a una convocatoria de trabajo como monitor académico.
La entrevista laboral fue su primera interacción con Fabián Sanabria. El joven relata que Sanabria le habló en francés y le mandaba pequeños besos con la boca. Le informó de algunas investigaciones y tareas que debía hacer y que era imperativo que fuera el sábado 27 de febrero de 2010 a su casa. Este encuentro terminó con una frase que para la víctima fue una sentencia: “Dijo que le gustaba la expresión de su rostro. Lo encontraba bello como un efebo”.
El día de la reunión en el apartamento, el joven notó la presencia de un gato de nombre ‘Gauchito’, que, según la denuncia, “era un animal agresivo que orinaba por todo el apartamento y él les exigía a sus invitados que lo trataran como a un ser humano, se enfurecía cuando uno le recordaba que no era más que un felino doméstico”.
Sanabria le hizo un recorrido por su apartamento. “En su habitación, a la vista había un cuadro gran formato de unas pipas cuyo lienzo se encontraba acuchillado y una serie de juguetes sexuales, entre ellos un fleshlight (masturbador anal), unos cockrings (anillos), una fusta, una paleta de madera y unas correas de cuero; todos distribuidos entre un canasto al lado de la mesa de noche y una mesita al lado de la puerta que comunica con el baño, además de una botella de aceite de oliva que Sanabria dijo que utilizaba como lubricante íntimo”, cuenta el denunciante.
Cuando el joven tenía que irse, Sanabria le dijo: “Quédate que necesito dictarte un discurso”. Señala la denuncia que le ofreció licor y le relató una sórdida escena en la que durante un viaje, por accidente, a su antiguo monitor y a él les habían asignado la misma habitación con una sola cama. Agregó que lo había penetrado en medio de la noche contra su voluntad y que había habido sangre de por medio. Para justificarse, dijo que la culpa era de su secretaria, quien, al hacer la reserva, no los había separado de habitación.
Al tiempo, se lee en el escrito, le tocaba las piernas, la cintura, las nalgas y el rostro intentando besarlo. El joven dice que lo evitó hasta que no tuvo más opción que someterse a ser besado, sintiendo total repulsión. Al terminar de besarlo, le propuso que fueran novios: “Antes yo era como los perros, pero ahora soy fiel como los gatos y quiero un novio”. Él respondió que tenía pareja. Sanabria le ordenó: “Déjalo”.
Ante la negativa, vino la amenaza. Replicó que “así no le servía” y que, “si las cosas iban a ser así, ya no quería trabajar más con él”. En ese momento lo llevó a su habitación, cerró la puerta, lo tiró sobre la cama y se abalanzó sobre él.
El joven relata que le dijo a Sanabria que no le gustaba que utilizara la fuerza. Respondió que era normal, un juego, que le gustaban las prácticas sadomasoquistas y “necesitaba que fuera disciplinado”.
El relato es aterrador, le dijo que lo que más le gustaba era el spanking, que consiste en golpear las nalgas con las palmas o con objetos como los que había visto antes. Lo puso boca abajo, se apoyó sobre su cuerpo cortando su respiración, le bajó los pantalones y empezó a golpearle las nalgas.
Posteriormente, se bajó los pantalones y se sacó el pene. El joven, se lee en la denuncia, tuvo un ataque de pánico, lo empujó, se subió su ropa y recordó que solo Sanabria podía abrirle la puerta del edificio porque no había celador. Lo único que se le ocurrió fue gritarle que tenía hemorroides y que no era una buena idea intentar penetrarlo.
Sanabria supuestamente le ofreció más licor y le dijo que “era como un gato que cuando lo acariciaban demasiado mordía, como un machito de verdad, pero que le iba a enseñar a ronronear”. Le ordenó que le practicara sexo oral, se negó, pero ante el miedo y la violencia accedió como única forma de que lo dejara tranquilo por esa noche.
La víctima cuenta que al llegar a su casa se bañó, trató de dormir, se sentía muy molesto, no solo con Sanabria, sino con él mismo porque sentía que había permitido ser abusado.
Al día siguiente, al regresar al trabajo, encontró a Sanabria molesto y que le gritó que “él era marica, pero no güevón y que, si se iba a poner a jugar al Lolito con él, era mejor que se largara de una”. Nuevamente, el joven se vio en una posición de sumisión.
“Fue algo muy violento, la verdad, pues él se dispuso a penetrar su boca incesantemente y a asfixiarlo con su pene hasta despertarle, varias veces, un reflujo faríngeo. Esta práctica se conoce como gagging, y produce una fuerte sensación de confusión. La víctima entró en piloto automático durante cerca de quince minutos, hasta que Sanabria, en medio de gemidos de placer, eyaculó en el fondo de la garganta, obligándolo a tragar su semen”, dice la denuncia. Apenas salió el sol inventó una excusa y pudo salir, cerca de las 7 de la mañana.
Asegura que así Sanabria asumió control de su vida obligándolo a acudir a su casa mediante órdenes justificadas en su trabajo y en su posición jerárquica.
“Cuando se negaba, Sanabria entraba en cólera, gritaba y golpeaba objetos; cuando le decía que no tenía tiempo por obligaciones académicas, lo amenazaba con dejarlo y sacarlo de su empleo”, dice el documento en poder de la Fiscalía.
Durante un tiempo la víctima evitó ser accedido manifestando un problema de hemorroides, hasta que un día, luego de una fuerte discusión por celos por parte de Sanabria, empezó a gritar que “no lo creyera tan marica con el cuento de las hemorroides, que eso ya había pasado hace rato” y que él hacía lo que se le daba la gana con él”. Nuevamente, lo habría violado de forma violenta.
El denunciante cuenta que trató de vestirse y salió de la habitación, descontrolado; en ese momento el gato se acercó, él lo tomó del cuello con rabia y fue mordido por el animal. Sanabria salió y empezó a gritarle que era un “un maltratador de animales”.
En ese momento la víctima cuenta que los abusos se intensificaron y no fueron solo sexuales, también laborales; dilatando tareas, actividades para último minuto, lo ponía a trabajar en sus textos y conferencias a contrarreloj.
La tragedia se prolongó hasta febrero de 2012, cuando, dice, hubo dos eventos que hicieron que sus abusos se detuvieran. Sanabria se retiró de su cargo de decano para disfrutar de un año sabático, la relación laboral y de dependencia económica se rompió. El segundo hecho fue que el docente enfermó de neumonía.
Fue entonces cuando el joven decidió irse a vivir a Francia, huir para iniciar una nueva vida. En dos ocasiones, en 2017 y en 2019, Sanabria viajó a París e intentó volver a ejercer poder en él por medio de manipulaciones y promesas de trabajo.
El denunciante dice que a través de la radio se enteró del estremecedor testimonio de Steeven López, víctima en el juicio por acceso carnal violento agravado contra Fabián Sanabria. En ese momento, señala la denuncia, sufrió una grave crisis porque reconoció patrones que sufrió en su propia agresión.